La iglesia del tiroteo del 3 de marzo de 1976, una joya de Peña Ganchegui en Vitoria, grita por una reforma «urgente»
Sus tejas de pizarra se desprenden, hay goteras, elementos singulares del interior han sido alterados y se precisan intervenciones «urgentes» para que los daños no vayan a más, según la hija del arquitecto
El Vaticano pone condiciones a Gogora para ceder la iglesia de Zaramaga para el Memorial del 3 de marzo de 1976
A escasos cuatro meses del quincuagésimo aniversario del 3 de marzo de 1976, cuando la Policía Armada todavía franquista -a pesar de que el dictador había fallecido unos meses antes- acribilló a tiros una asamblea obrera, con cinco fallecidos y decenas de heridos, la iglesia del barrio vitoriano de Zaramaga donde se produjeron esos hechos languidece. En algunos lugares, literalmente, se cae a pedazos. Es un templo de autor, de Luis Peña Ganchegui, que era casi nuevo entonces. No tenía ni cinco años. Ahora, tras años en desuso para fines religiosos, cerrada incluso la exposición permanente de belenes de Navidad que acogía y a expensas de que se pueda transformar en el prometido Memorial, sus tejas de pizarra se desprenden, hay goteras, elementos singulares del interior han sido alterados y se precisan intervenciones “urgentes” para que los daños no vayan a más.
Rocío Peña, hija del arquitecto de San Francisco de Asís, que es como se llama el espacio, la historiadora del arte Larraitz Arretxea y Mario Sangalli, del archivo Peña Ganchegui, presentaron en la noche de este jueves en Vitoria, pero no en el edificio, un libro monográfico sobre el lugar. Congregaron a varias docenas de personas en el museo BiBat, de naipes y arqueología y en el marco de la bienal de arquitectura Mugak.
Recoge la publicación información sobre su construcción y recorre otros proyectos del diseñador, uno de los referentes de la arquitectura vasca moderna. Peña Ganchegui, fallecido en 2009, es autor también de la plaza de la Trinidad en Donostia, o del espacio en torno al Peine del Viento. En Vitoria lleva su firma la plaza de Los Fueros y en Eibar la reforma del Ayuntamiento. Y hay edificios de viviendas de su factura en variados municipios.
Tejas cayéndose en la iglesia de Zaramaga
Peña, Arretxea y Sangalli pusieron en valor la propia concepción de la iglesia. Era un templo católico, sí, pero se alejaba de la planta latina clásica y abrazaba la ‘renovación’ aceptada en el Concilio Vaticano II. Es un edificio cuadrado, que imita en su interior la plaza porticada de España, la del Ayuntamiento, la del centro de la ciudad. Está cubierto con pizarra a cuatro aguas salvo por un gran lucernario central, a modo de diamante y probado por Peña Ganchegui en Eibar y en otros bloques de viviendas.
Era más una “plaza” que un templo al uso, insisten quienes preservan el legado de quien lo concibió. Los confesionarios eran “comunitarios”, tenía un graderío detrás del altar para la música, el sacerdote cruzaba las bancadas desde la sacristía para mezclarse con los feligreses y en los pórticos había espacios para hacer actividades. “Si acogió a los perseguidos [en huelga en 1976] era porque era una iglesia abierta y obrera, un espacio para hablar”, explica la hija de Peña Ganchegui. Era cuadrado por fuera, sí, pero todas sus formas interiores eran de rasgos sinuosos.
Un templo católico, en efecto, ha acabado como símbolo de la resistencia antifranquista tras una masacre que traspasó fronteras. Las asociaciones Martxoak 3 o Memoria Gara, parte del patronato del futuro Memorial, velan por su preservación y se da la paradoja de que cuestionan que la propia Iglesia haya cuidado elementos singulares como una pila bautismal que parece un pozo. El Estado ha anunciado ya que declarará el espacio como lugar de memoria democrática, al mismo nivel que Gernika, por ejemplo. Pero a nivel municipal y autonómico la protección del lugar no es, ni mucho menos, la más alta posible.
El 3 de marzo de 1976 se saldó con tres fallecidos, Francisco Aznar (17 años) y Pedro María Martínez Ocio en Zaramaga y Romualdo Barroso, un joven extremeño, en el hospital. Días después murieron José Castillo y Bienvenido Pereda en Vitoria. Pero, en protestas por lo sucedido en Vitoria en otros lugares, la Policía mató también a Vicente Antón (Basauri), Juan Gabriel Rodrigo (Tarragona) y Mario Marotta (Roma).
El 3 de marzo de 1976 es la fundación de la Vitoria obrerista y el final de una ciudad que arrastraba el sambenito de ser la primera conquistada tras el golpe de Estado de 1936 y en el que el primer franquismo permitió la llegada de sus aliados nazis alemanes y fascistas italianos, desde donde acometieron operaciones como el bombardeo de Gernika. En lo espiritual, aquel primer franquismo, de la mano de los ministerios instalados en la ciudad, los de Educación y Justicia, llegó a organizar una exposición internacional de Arte Sacro para glorificar al régimen y humillar a sus enemigos. Por Vitoria pasó también con motivo de ese evento el mariscal colaboracionista francés Philippe Pétain, que en pocos meses pasaría a ser jefe del Estado títere en la Francia ocupada por los nazis.
Enseres en el interior del templo
El proyecto de San Francisco de Asís es de 1968. El templo se alinea en el mapa con otras dos iglesias modernistas de la época, Los Ángeles y Coronación, proyectadas para dar servicio a los nuevos barrios de aluvión, llenos de trabajadores de otras partes de España que cambiaron la sociología de la ciudad. Fueron ellos los huelguistas de 1976 que acabaron reprimidos. El templo se inauguró en mayo de 1971. Inicialmente, ‘flotaba’ al estar rodeada de un estanque de agua que generaba ese efecto visual. Es otro de los elementos desaparecidos. Era un edificio “polivalente” que terminó como resguardo pretendidamente seguro de las asambleas obreras, aunque los ‘grises’ no dudaron en asaltarlo con fuego real.
Pero ahora está enfermo. No es ya que muchos de sus diseños originales han sido alterados, sino que su conservación es deficiente. En 2021, las instituciones y el Obispado acordaron reconvertirlo en Memorial y se fijó 2026, el momento de los 50 años de los sucesos, como hito para su puesta en marcha. No parece posible. El lustro se está agotando y los avances son mínimos.
Desde 2015 ya no está dedicado al culto y desde 2020 no tiene actividad pública. Hasta entonces había una exposición permanente de belenes de Navidad. Uno de ellos, sobre el altar, es de gran tamaño y de cierta relevancia artística y el resto estaban en expositores más pequeños. Esos pesebres, en gran medida, están ya desmontados y listos para una nueva ubicación. Pero ahí ha surgido un bloqueo. La Iglesia católica –incluido el Vaticano– han pedido a las instituciones que les garanticen un espacio expositivo alternativo y que, de lo contrario, no darán las llaves para el Memorial. El asunto se ha enconado. Las últimas noticias apuntan a que hay una nueva oferta de locales en Salburua para la exposición. ¿Terminará la pugna por los belenes?
Sangalli, en el acto público, señaló claramente que hay que acometer obras “urgentes”. Cualquier fenómeno meteorológico adverso daña más y más las estructuras. Sucedió con la gran tempestad de hace un par de veranos. Explica que hay “tramos de envolvente completamente arruinados” y “goteras esperando una intervención”. Pide que se deje el debate “absurdo” sobre los nacimientos y que se acceda ya a una “intervención mínima aunque sea” para “que no siga el deterioro”. “Cada invierno va a peor”, avisa Sangalli sobre la temporada que se avecina antes del aniversario redondo. E implora: “Estamos perdiendo el tiempo”.
El Instituto de la Memoria (Gogora) tiene ya un presupuesto para esas primeras obras, sobre todo en el tejado. Pero esos trabajos anunciados antes del verano aún no están en marcha fruto, en buena medida, de la batalla con la Iglesia católica. Asimismo, cualquier trabajo tiene que preservar las huellas de 1976, básicamente los impactos de bala. “Los restos tienen que quedar ahí. Hay que buscar el equilibrio entre la puesta en valor del patrimonio y el homenaje y recuerdo a las víctimas”, estiman desde el entorno de Peña Ganchegui. Su hija, por ejemplo, no oculta su deseo de recuperar el agua. Ella duda claramente de que el 3 de marzo de 2026 esté la reforma completada, aunque apela a que al menos se pueda celebrar un gran acto en el interior de San Francisco de Asís.
Libros sobre la iglesia de Peña Ganchegui