Los saqueos en tumbas de La Almudena obligan a cambiar sus crucifijos de bronce por adornos más baratos

Los saqueos en tumbas de La Almudena obligan a cambiar sus crucifijos de bronce por adornos más baratos

El cementerio más grande de Madrid ha sufrido varios robos este año y la cuestión ha aterrizado en una comisión del Ayuntamiento, que gestiona los servicios funerarios a través de una empresa pública. Las tiendas empiezan a vender más marmolina para figuras ornamentales ante las sustracciones de bronce

Vandalizadas las tumbas de Pablo Iglesias, Julián Besteiro, Dolores Cebrián y Largo Caballero en La Almudena

En el cementerio de la Almudena reina un silencio sepulcral. La mañana es lluviosa y aún es temprano. Solo unos pocos coches se estacionan junto a las mesetas, espacios que separan las tumbas por zonas u ordenan los nichos para que cada uno pueda hallar a sus difuntos. Es miércoles por la mañana y solo quedan tres días para el 1 de noviembre, una jornada en la que el cementerio más grande de Madrid se llenará de flores, visitas o recuerdos. Su superficie se extiende a lo largo de 120 hectáreas, el equivalente a seis Bernabéus. Un espacio lo suficientemente amplio como para que más de uno haya echado el ojo a sus múltiples ornamentos de bronce, con los que las familias decoran algunas lápidas.

“Sí, claro que me suenan”, responde Adrián cuando se le pregunta por los ladrones de tumbas, a los que una semana antes se hacía mención en la comisión municipal de Seguridad. Un concejal del PSOE, Ignacio Benito, preguntó a la vicealcaldesa y responsable de Seguridad y Emergencias, Inmaculada Sanz, sobre los hurtos en varios sepulcros de La Almudena o el Cementerio Civil, a tan solo un kilómetro de distancia. Según expuso el edil, la desaparición de crucifijos o letras de bronce en los nichos supone una “pérdida emocional” de “gran impacto” para las familias, que en noviembre acudirán en masa a honrar a sus difuntos.

Este miércoles por la mañana, previo al ajetreo del Día de Todos los Santos, Adrián es de los pocos hombres en dejarse ver por La Almudena. Aparcó el coche sobre las nueve y media, antes de irse a trabajar en el aeropuerto, porque quería encender una vela a un familiar que reposa allí. No iba a esperar al sábado, cuando se prevé que acudirá más gente. Aunque no concreta su edad aparenta estar entre los 40 y 50 años, e indica que hasta el momento no han robado en las tumbas que visita, pero sí ha oído historias entre conocidos. “Creo que son los mismos que roban los tiradores de bronce en las puertas, es algo que ha pasado en mi edificio. Se especializan en extraer ese material sea donde sea”, conjetura.


La señal de una placa arrancada de una tumba en el cementerio de la Almudena

En el entorno del cementerio de la Almudena se expande todo un negocio alrededor de la muerte. El paseo que da a la entrada principal ya acoge una floristería en mitad de la calle y, unos metros antes, otra tienda de artículos funerarios se cruza en el camino desde el metro de La Elipa. El establecimiento se llama Mármoles y Granitos Hermanos Ruiz S.L., pero dentro solo había dos mujeres atendiendo. Una conversaba con un cliente y la otra sacaba a brillo a las placas para los difuntos, en la vitrina.

“Muchas familias vienen a pedir presupuesto porque han robado en sus lápidas, pero no solo aquí: en otras zonas de España ocurre lo mismo. En pueblos de Toledo en los que también trabajamos llegan encargos similares”, expone una de ellas. Para curarse en salud y prevenir otro robo que haga un roto en el bolsillo, algunos ya comienzan a cambiar los habituales cristos de bronce por copias de marmolina, un material más barato que se hace con gravilla de mármol pintada de dorado, imitando el color de las figuras de metal. “Es más económico que el bronce y hay menos opciones de que te lo roben”, aclara la dependienta.

Precisamente minutos antes, uno de los operarios que trabajaba ese día junto a la capilla de este cementerio colosal afirmó a Somos Madrid que, hacía una semana, alguien les había robado un cable con alambre de bronce que emplean en las obras. Según su relato, aprovechó para cortarlo cuando lo tenían entre la zona de trabajo y una cabina donde suelen desayunar. “Ahí me di cuenta de que ya no te podías fiar de nadie”, reflexiona, deslizando que si esto ocurre en lugares como un cementerio, “puede pasar en cualquier sitio”. A los hechos se remite.


Una de las figuras de marmolina que venden junto a La Almudena, antes de pintarse

Era mediados de septiembre cuando la Policía Nacional detuvo a un padre y a su hijo, o un menor que afirmaba serlo, por el robo de 32 crucifijos de bronce. Poco antes, el 20 de agosto, unos agentes municipales los habían interceptado durante un control de tráfico rutinario en el distrito de Moratalaz, después de descubrir que el coche en el que viajaban tenía caducada la ITV, la Inspección Técnica de Vehículos. Al revisar la documentación del automóvil, se percataron de que en los asientos traseros viajaban varias cruces cristianas en distintos tamaños.

El encuentro tuvo lugar en la calle del Arroyo de la Media Lengua y, tiempo después, sus implicados acabaron detenidos por un presunto robo con fuerza. En la guantera hallaron una navaja de 17 centímetros que, por su tamaño y dimensiones, no se debe portar. Cerca de los crucifijos había herramientas que permitían extraerlos de la tierra o las lápidas de un cementerio: martillo, alicates o un destornillador. La Policía Municipal tampoco ha concretado en qué punto se encuentra la investigación, que pasó a manos de la Nacional. Este segundo cuerpo policial, igualmente consultado, no detalla el número de detenciones durante el último año.

30 empleados de seguridad y 40 cámaras de vigilancia

Cerca de la capilla de La Almudena donde trabajaba el operario, frente a uno de los nichos funerarios, se eleva un cartel azulado con el sello de SFM, Servicios Funerarios de Madrid. El letrero informa de una obra de rehabilitación en una de las secciones de la primera meseta, la número 10, por la que están acondicionando la capilla o reparando los muros perimetrales. La ejecución corre a cargo del Ayuntamiento a través de su empresa municipal, que ha desembolsado 803.693,29 euros para una obra de seis meses. En paralelo, los empleados de la funeraria pública que subcontrata, a su vez, a estos operarios externos denunciaron esta semana que la EMSF se sostenía económicamente “a costa de reducir sus retribuciones”.


Uno de los muros con nichos para los difuntos en el cementerio de la Almudena

La plantilla encargada de velar por la normalidad en los cementerios –los robos o cuestiones de seguridad dependen de la Policía Municipal– se negó a firmar una actualización de sus condiciones laborales que, a su parecer, restaba garantías y estabilidad a su trabajo a la vez que les pedía reducir sus incentivos salariales por antigüedad, fijados en un convenio colectivo de hace tres décadas. “Nos han dejado a los pies de los caballos”, resumían el jueves en un comunicado difundido desde el sindicato Comisiones Obreras, en el que auguraban posibles movilizaciones e incluso una huelga para el sábado si la empresa no se atenía a negociar.

Poco después del anuncio, la vicealcaldesa y responsable de Seguridad y Emergencias, así como de la Policía Municipal que vigila los cementerios, aseguró que el diálogo seguía abierto. “Vamos a seguir negociando”, constató Inmaculada Sanz en aras de impedir los paros en el Día de Todos los Santos. No hizo mención a los robos de bronce junto a las tumbas, pero sí lo hizo una semana antes el propio gerente de la Empresa Municipal de Servicios Funerarios y Cementerios, Javier Ruiz Santiago. “Nuestra labor de vigilancia es solo disuasoria”, se excusó.


Varias tumbas en el cementerio de la Almudena

El responsable de los servicios funerarios explicó ante la comisión municipal, a la pregunta sobre hurtos del concejal socialista, que su plantilla cuenta con unos 30 empleados de seguridad repartidos entre los 14 cementerios públicos que coordinan. Añadió al paquete las 40 cámaras de seguridad que mantienen desplegadas para filmar esos espacios las 24 horas del día. A fecha de publicar este artículo, la Policía Municipal no ha respondido a las preguntas de este periódico sobre el número de intervenciones en cementerios del último año o los perfiles de detenidos más habituales.

Según los estatutos de la empresa pública, sobre ellos recaen las “funciones de vigilancia” en torno a las lápidas mientras que la compañía, por su parte, manejará todo lo relacionado con obras, servicios o trabajos necesarios para la conservación, ornato y limpieza de los cementerios o, en particular, de sus elementos urbanísticos, jardinería, edificios e instalaciones, así como para el funcionamiento de estas“. Es lo que se dictamina en su artículo 2.3.d, que menciona uno de los servicios que han de ocupar a la entidad.

Casi el 70% de las denuncias son por robos en las tumbas

El gerente de la EMSF, en su intervención frente a los grupos municipales, cifró en 34 las incidencias denunciadas por ciudadanos entre octubre de este año y el de 2024. Sin embargo, para la oposición es claro que “muchas familias ni siquiera denuncian porque no lo consideran una gran pérdida económica, pero sí sufren un gran daño emocional con un tema muy sensible”, detalla el socialista Ignacio Benito en una conversación con Somos Madrid. Es más, Ruiz Santiago también reconoció durante su intervención que no podían descartar más robos de los que había registrados.


Uno de los monolitos en recuerdo a los difuntos, en el cementerio de La Almudena

Del total anual, un 68% se centraba en sustracciones de ornamento, mientras que el 17% tenía que ver con algún acto vandálico y otro porcentaje, mucho más pequeño, con incidencias de distinto tipo. Ante estas cifras, el gerente de los servicios funerarios municipales destacó la labor de vigilancia de la Policía Municipal y sopesó que se correspondían con unas “tres alertas por mes”, siempre según la estimación que a ellos les ha llegado. “Aquí sí encuentras adornos de bronce, pero cuando te vas al fondo no hay nada”, señaló, de vuelta en la calle, otro de los visitantes del cementerio de la Almudena.

Se refería a los nichos de las primeras mesetas, aún repletas con símbolos celestiales, jarrones dorados para las flores o palomas, cristos y vírgenes incrustados. No era del todo cierto eso de que al final no encontrabas ninguna figura de bronce, pero sí se notaba cómo descendían en número. En algunos casos, los crucifijos aparecían con fragmentos cortados o desaparecían varias letras de metal en el nombre del difunto. El 1 de noviembre, más allá del amago de huelga laboral en los cementerios, algunas familias tendrán que afrontar otro posible contratiempo: el de no encontrar el recuerdo con el que quisieron despedir a los suyos.

Suscríbete al boletín de noticias de Madrid