Carlos Mazón en el laberinto: dimite pero no dimite
Al todavía president le ha convenido meter a la Comunitat en un laberinto sin dar su fecha de salida y sin un plan trazado, porque así sigue teniendo la sartén por el mango y Feijóo se desesperará y cederá más fácilmente a dejar la transición en manos del alicantino con tal de que se vaya
Mazón dimite en diferido como presidente de la Generalitat hasta cerrar un sucesor con Vox
La comparecencia del president Carlos Mazón este lunes estuvo totalmente alineada con su estrambótica manera de hacer y entender la política. Fue el epílogo a la película –que protagoniza, guioniza y dirige– en la que vive desde el 29 de octubre de 2024: él no tuvo la culpa de nada porque nada era previsible, aunque se estuviera retransmitiendo por la televisión autonómica de la comunidad que dirige (o dirigía o hubiese dirigido). Nada hacía esperar que el hombre que califica como “hecho fáctico” que las 20.28 es más tarde que las 19 horas hubiera hecho una verdadera reflexión tras encontrarse con los insultos de las víctimas en el funeral. El resultado, una comparecencia política, soberbia e insistente en bulos y argumentarios que han quedado desmentidos en la instrucción judicial. Una alocución de la que ha habido que suponer que dimitía, porque no lo dijo, sin convocar elecciones. En la que hubo que confiar en la pericia del oyente ante la opacidad del hablante. Tampoco reveló en esa comparecencia si se queda de diputado, o sea, aforado, aunque luego se confirmó que sí.
El aún president considera que es víctima de una operación del gobierno de España, que ha conseguido que las víctimas se alineen contra él y a las que considera politizadas. Piensa que le han roto injustamente. De hecho, les ha dedicado cinco segundos en una intervención en la que no ha acabado de desvelar los plazos concretos de su futuro. Mucho más tiempo ha dedicado al rey de España, de quien ha querido sugerir que está de su parte. Por si alguien tiene dudas sobre el apoyo de la Casa Real a Mazón, puede revisar la cara de la reina en el homenaje de la Ciutat de les Ciències.
Mazón se va. Pero no se va, se queda un rato. No ha pronunciado la palabra “dimito”, ni siquiera conjugada en el futuro ni enganchada a un calendario. No ha puesto fecha al “acto primigenio” que daría lugar a que el reloj de su sustitución el frente del Palau de la Generalitat se ponga en marcha. A partir de que su adiós sea real y publicado, los grupos parlamentarios deben proponer a su sustituto, “el futuro president”, que ha dicho él, en masculino. Su opción es Juan Francisco Pérez-Llorca, frente a la alcaldesa de València (la opción de Feijóo). A partir de ahí, debates de investidura y votaciones. Con mayoría absoluta en el primer pleno pero, si no se consigue, con mayoría simple, es decir más síes que noes. La única certeza es que Mazón se va a ir en algún momento. Puede ser hoy, en un mes o en 15 días. Y hasta que llegue este momento, se va a quedar de president, o real o en funciones. El reloj del cambio lo sigue llevando Mazón atado a su muñeca y nos lo irá desvelando.
El reglamento obliga y con el actual hemiciclo solo habrá sustituto si Dios (o sea, Vox) quiere. Si Vox no quiere, en dos meses desde la primera sesión de investidura que lo haya intentado se deberían convocar elecciones anticipadas, un escenario que Feijóo no quiere para nada. Ahora empieza la búsqueda de consenso con los ultras valencianos, con los que Mazón tiene más mano que Génova, después de haberles regalado todo lo que han pedido. Lo último, que se dé conocimientos de caza en los colegios.
Ha sido una dimisión peculiar, porque no ha cerrado el ciclo ni ha devuelto el poder a Les Corts de manera real e inmediata. Lo que hará Mazón es lo que a Mazón más convenga después de consultar con Mazón y los tres mazonistas que copan el Palau “a hores d’ara” y no se sabe por cuánto tiempo. De momento, le ha convenido meter a la Comunitat en un laberinto sin fecha de salida y sin un plan claro, porque así Feijóo se desesperará y cederá más fácilmente a dejar la transición en manos del alicantino. ¿Cuándo dimitirá de manera efectiva? ¿Cuándo habrá un sustituto pactado? ¿Cuántos meses pueden pasar hasta entonces? ¿Se quedará desde hoy en funciones presentando hoy mismo la dimisión o se guardará esa carta para alargar la agonía? ¿Llegará a dimitir? ¿Forzará una convocatoria electoral y se llevará los 90.000 euros por 15 años que le permite la ley?
Si el pasado miércoles se vio a un presidente aturdido y solo en un funeral que le confrontó un año de ineptitudes y mentiras, este lunes se vio el rencor de un animal herido, sabedor de que no es querido pero que busca fuera, y no dentro, los motivos. Un político que admitió como error no cambiar su agenda para pasar a justificarlo con mentiras. Que no está dispuesto a la humildad y a apartarse para dar paso a otro tiempo admitiendo lo evidente. Un president todavía sordo y ciego. Quizás, como desea, se le recuerde como “un hombre que se ha equivocado”, en lugar ser recordado como “una mala persona”. Lo que es seguro es que no se le recordará como un hombre generoso, empático o con sentido de Estado.