De infamias, tal que Mazón, y de hipótesis, tal que los jueces

De infamias, tal que Mazón, y de hipótesis, tal que los jueces

Cada día que pasa está más claro que la verdadera oposición, la dura, la que muerde los calcañales, es la Justicia. Pónganse de pie, que ya han visto que la palabra solemne se ha escrito con mayúsculas. Ahora resulta que los jueces gustan de las hipótesis, mire usted por dónde qué hallazgo tan extraordinario

La actualidad, el maldito día a día nos atrapa como esas envolventes telas de araña lo hacen con los incautos insectos que osan acercarse en demasía a la trampa pegajosa. Así que esta semana pasada la hemos vivido entre dos felones y un émulo de Tom Hanks en Náufrago, que en lugar del balón de voleibol Wilson, hubiera sido un puntazo, bote y bote desde el estrado, optó por las gafas de marca, vean y admiren este aire a Arthur Miller o Clark Kent, un suponer. Si la mosca no puede huir de aquella red, ¿cómo podemos hacerlo nosotros de esa viscosa trama urdida por ese tipo despreciable que es Carlos Mazón, miserable hasta en la retorcida despedida de ayer, un asco de dimisión, asesino y rata cobarde le llamaron a gritos los familiares de las víctimas de la terrible DANA? ¿Y qué hacer con la otra red pringosa de pura mugre que desprenden las insultantes maniobras del emérito Juan Carlos I, más conocido por el Comisionista Infame, que no supo rechazar –pobrecito- llevarse a la buchaca cien millones de dólares, repetimos, cien millones, de los sátrapas saudíes? ¡Cuántos favores, cuántas morisquetas habrá que hacer, suponemos los indoctos, para que te suelten tal panocha de billetes! Nos ocuparemos un poco del primero y despreciaremos totalmente al segundo, al que ya ha hecho un buen traje a medida en estas mismas páginas Ignacio Escolar. Para qué gastar más palabras. 

Mala semana para el PP en su conjunto, porque como era de esperar, hasta el analista más necio o más fanático del PP, bien sea pagado o simplemente abducido, ya lo veía venir: el caso Mazón es el caso Feijóo. Y ya da igual la última fuga anunciada por el susodicho en una comparecencia indecente. Ni para abandonar el barco, aunque se queda de aforado, por si las moscas judiciales, ha tenido una mínima dignidad este deleznable personaje, la culpa es de los demás, sobre todo del gobierno de Pedro Sánchez, indecencia ratificada a los pocos minutos por un Feijóo descompuesto y ya definitivamente echado al monte. Añadamos al aquelarre la ridícula baja médica del huido. Qué importa ya lo que haya decidido o le hayan obligado a decidir al desahogado comilón de El Ventorro. Horrible Mazón, tremendo Feijóo, un año entero de inacción, de absoluta falta de autoridad, toda una demostración de incompetencia que en este caso concreto, 229 familias destrozadas por el horror, se ha convertido, además, en pura crueldad y saña inhumana. Cuántos halagos públicos para el personaje, cuántos abrazos, cuántos enfervorizados aplausos. Un año, doce meses ha permitido esa presencia insultante al frente de la Generalitat, me llaman canalla pero aquí sigo en la poltrona porque ustedes y sus muertos me importan una higa. Es más difícil reconstruir el perfil de Mazón –incluso el de Feijóo- que adecentar el barranco del Poyo. Y sobre todo, no nos engañemos, su total y vergonzosa incapacidad de sortear el elefante en la habitación, la presencia apabullante de Vox, ahora dueña la formación de Abascal de los destinos de la Comunidad Valenciana, este candidato me gusta, éste no, que pongo a quien yo quiera. Cuerda corta al gaznate de Feijóo, tengo los hilos de la marioneta, que el propio Mazón lo ha dejado bien claro: que PP y Vox acuerden el nombre de mi sucesor. ¿Alguna duda? 

Y no se engañen, que si al final se va el caimán, camino de la barranquilla, es porque le han echado los valencianos, no porque los políticos del PP, locales, provinciales, autonómicos o nacionales, hayan movido un dedo para sacar del despacho presidencial a un tipo que todavía oculta qué hizo y dónde estaba en la tarde de la tragedia, sus vecinos luchando contra toneladas de lodo. ¡Qué vergüenza, y cuántos cómplices del delito!

El tipo de las gafas que citábamos al comienzo es, como ya habrán adivinado, Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno protagonista de la delirante jornada campestre de cacería que se vivió el jueves pasado en el Senado. Cálmense payasos, equilibristas, forzudos o amaestradores de cuadrúpedos más o menos fieros, porque la Real Academia tiene una acepción exacta de la palabra circo para describir lo que allí ocurrió: “m. coloq. Confusión, desorden, caos”. O sea, un bochinche, una olla de grillos. Qué maquiavélica jugada la de la polímata Isabel Díaz Ayuso que logró colarle al inane Feijóo, matamoscas en mano buscando dípteros, al colaborador más insignificante de su equipo, el senador Alejo Miranda de Larra, cuyo mayor logro hasta la fecha había sido conseguir que la factura de ese estúpido y carísimo proyecto que es el hospital Zendal pasara de los 50 millones presupuestados a un coste real de 200 millones. Ridículo Miranda, no, peor. ¿Es ese senador lo mejor que puede mostrar el partido que aspira a gobernar España? ¿Con esos mimbres quería Feijóo acabar con Pedro Sánchez? Es de suponer que esa intervención fue consensuada con la dirección del partido, porque de no ser así ya rondaría lo grotesco. ¿Y esa performance fue el resultado final de todas las cabezas pensantes del partido -Feijóo, Tellado, Álvarez de Toledo como en la Lección de Anatomía de Rembrandt- elaborando la mortal estrategia que acabaría con el Perrosanxe? Gran éxito de tanto genio, vive dios.

Ya les vale, que hasta Félix María de Samaniego (1745-1801) lo veía venir hace dos siglos: “Con varios ademanes horrorosos/los montes de parir dieron señales;/consintieron los hombres temerosos/ver nacer los abortos más fatales/después que con bramidos espantosos/infundieron pavor a los mortales/estos montes, que al mundo estremecieron/un ratoncillo fue lo que parieron”. Recuerden: Alejo Miranda de Larra, el mejor cerebro de la escudería de la reina del vermú. La polímata también cuenta en lugar destacado con Miguel Ángel Rodríguez. Podían actuar en salas de fiesta: ¡Rodríguez y Miranda, el nuevo dúo Sacapuntas!

Son muchos, y variados, los enemigos de Sánchez y el Gobierno de la nación. La salvaje oposición de PP y Vox, la prensa reaccionaria reconvertida en comandos de asalto, kalashnikov AK-47 y lanzallamas incluidos, o la insólita actuación de Junts, que ahora sí luego que no y más tarde todo lo contrario, un prodigio de insensatez política e ideológica. Sí, también es verdad que por una esquina asoma Podemos, presenta proyectos que te los vamos a destrozar, porque así asaltaremos los cielos. Y luego tenemos a los propios sinvergüenzas con el carné socialista que han ocupado puestos de mucho relieve, sin olvidarnos de los numerosos errores cometidos por el mismísimo Gobierno, que no hay empresa humana que se libre de cometerlos, torpes los hay hasta en el santoral, así como la ineficacia demostrada para solucionar problemas que afectan a los ciudadanos, ya saben ustedes que el Ojo va a citar la vivienda.  

Pero cada día que pasa está más claro que la verdadera oposición, la dura, la que muerde los calcañales, es la Justicia. Pónganse de pie, que ya han visto que la palabra solemne se ha escrito con mayúsculas. Ahora resulta que los jueces gustan de las hipótesis, mire usted por dónde qué hallazgo tan extraordinario. Porque antes, en tiempos oscuros, los señores magistrados se ajustaban a los hechos para procesar o meter mano a presuntos delincuentes. Un atraso, que lo moderno, ahí tienen al juez Leopoldo Puente, es extender hipótesis, porque a lo mejor, vaya usted a mirar, haga el favor de escudriñarme eso, en estos dineros hay gato encerrado y lo mismo podemos emplumar a alguien. ¿Se trata de una miseria ridícula, que nadie ve dónde está el descuadre ni la financiación irregular? Usted no me conteste y baraje hipótesis, no pierda el tiempo. Remueva, remueva, que si no sale nada por lo menos hemos estirado el chicle. 

Este lunes, por ejemplo, comenzó el juicio en el Tribunal contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Y comenzó fuerte, con el acusado firme y decidido a rebatir falacias. Pasarán por la Sala 29 testigos y doce guardias civiles de la UCO para ver, por fin, si cometió un delito de revelación de secretos por filtrar un correo electrónico del abogado de Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso, la frutera de Madrid, el señor del pelotazo con las mascarillas, fiel colaborador de la empresa Quirón y que tiene un pleito con Hacienda por fraude y presentar unas facturas del monopoly. Siete magistrados del Tribunal Supremo analizarán todas las pruebas. Entre ellos, el muy imparcial Manuel Marchena, ustedes ya le conocen, aquél que el PP quería que manejara la Sala Segunda de Supremo “por detrás”. Todo un reto para funámbulos expertos. La Vanguardia, un periódico que ni en los sueños más delirantes de Cuca Gamarra podría incluirse en el círculo afín al gobierno de coalición, titulaba así este domingo la información previa al juicio: “Sin prueba de cargo en la causa contra el fiscal general del Estado”. Y qué más da. Lo importante era sentarle en el banquillo, que éste se va a enterar de lo que vale un peine y así le soltamos un sopapo al Gobierno de no te menees. ¿Pruebas? Hipótesis, amigos míos, hipótesis. 

Y si no, que se lo pregunten al juez Peinado, en plena cruzada hipotética contra este Diario. 

Adenda. Bastaría con saber que en una reciente encuesta del CIS, entre un 17% y un 19% de los jóvenes españoles de 18 a 24 años consideran que la dictadura franquista fue un período ‘bueno’ o ‘muy bueno’ para saber que nos hemos vuelto tarumbas, y más concretamente nuestra sana juventud, tan preparada, añaden siempre. Pues ahora hay otra moda, que es decirnos que esos y esas jóvenes que viven de los influencer, músculo y tatuaje aquí, morrito y posturita allá, resulta que además se nos han vuelto chupacirios y meapilas. Han encontrado el camino de la espiritualidad y les interesa mucho la Iglesia, intentan convencernos. No se crean ni la mitad. Es la misma bazofia reaccionaria que nos venden desde los aledaños tecnológicos de la ultraderecha yanqui, multiplicada hasta el infinito por corporaciones milmillonarias, otra propaganda más de la batalla cultural. Porque unos jóvenes y otros son los mismos, no los sumen. En la Fundación Francisco Franco, por ejemplo, se rezaba mucho. Pero que mucho. Que la juventud de ultraderecha que se envuelve en la bandera patria enarbole además una enseña con un sagrado corazón forma parte de la misma necesidad de uniformarse que en tiempos lucían, con otros disfraces, los rockers o los mods. Pero qué tipos tan listos y tan potentes, cómo nos introducen cualquier basura que se les ocurre en el mismísimo cerebro a base de repeticiones infinitas en redes sociales, películas o músicas. Son implacables y el dinero, el que nos roban a los ciudadanos, les sale por las orejas de Spock. 

Ustedes, fríos como el hielo. Rojos, republicanos y comecuras. No se crean ni lo que tocan con sus propias manos, que Google anunció recientemente que ya había logrado la “supremacía cuántica”, miedo me da, signifique eso lo que signifique.