La fisioterapeuta Rebeca Fernández, sobre cómo elegir colchón: “El mayor error es fiarte de las reseñas y no probarlo”
Ni el más caro ni el más popular: el colchón adecuado depende de tu cuerpo, tus hábitos y tus lesiones, según la especialista
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¿Y si el descanso no dependiera solo de las horas que duermes, sino de dónde lo haces? La rutina de sueño empieza eligiendo el colchón adecuado y una mala elección no solo afecta al descanso, sino que también puede repercutir en dolores de espalda, articulares e incluso en nuestro ánimo. Sin embargo, la variedad de opciones puede complicar la toma de decisión si no se cuenta con toda la información.
“No hay un colchón específico que vaya bien en general, al final depende muchísimo del tipo de cuerpo de cada persona y de las lesiones que pueda tener”, comenta Rebeca Fernández Cubero, fisioterapeuta de Azos Fisioterapia, que reconoce que es una cuestión recurrente entre sus pacientes.
“Es fundamental tumbarse en el colchón y estar allí 15 minutos: el error más común es fiarte de las cien mil reseñas positivas porque la tuya puede ser negativa, es mejor probarlo que tener que devolverlo”, subraya.
Un colchón para cada lesión
Para la fisioterapeuta, lo primero a tener en cuenta son las patologías o dolencias que podamos tener porque es importante que el colchón se adapte a las necesidades específicas de nuestro cuerpo.
“Si una persona sufre de patologías lumbares, debe buscar un colchón un poco duro porque en colchones blandos se forma una hiperlordosis mucho más grande en la zona lumbar, sobre todo si duermes boca abajo”, explica Fernández Cubero.
“Para quienes tienen problemas cervicales o de brazos, de cadera… seguramente vaya mejor un colchón un poquito más blando porque las articulaciones en los colchones duros sufren un poquito más”, recomienda.
“En cuanto a gente mayor que tiene problemas de artrosis, problemas de huesos, que tiene la piel más frágil, que se pasa mucho tiempo en la cama, ahora están saliendo los colchones híbridos, que son muelles y viscolatex, esa gente lo que necesita es un reparto de fuerzas”, añade la experta. “No necesita ni un colchón duro ni un colchón blando”.
El factor de la envergadura corporal
Además de posibles lesiones específicas, la fisioterapeuta apunta que la corpulencia de cada persona también es determinante a la hora de decantarse por una firmeza u otra: “La gente que es muy delgadita y muy huesuda, muchas veces no aguantan los colchones duros porque tienen mucho roce con con articulación y con relieves óseos, y les van muy bien los viscoelásticos con muelles”.
En el sentido opuesto, “a las personas que tienen más peso o más envergadura no se les recomienda un colchón blando porque lo deforman y no se respetaría la curvatura natural de la espalda, que al final es de lo que se trata”, valora Fernández Cubero. “Incluso un híbrido podría ser demasiado blando para este tipo de personas, pero para quienes no son ni muy pequeños ni muy grandes vemos que van muy bien porque reparten las presiones y tienen una firmeza media”, añade.
Colchón para dos
Todas estas recomendaciones se complican a la hora de dormir en pareja, la fisioterapeuta reconoce que es difícil encontrar el colchón ideal para dos cuerpos y formas de dormir diferentes. “De hecho es el problema que me cuentan todas las parejas, y que tengo hasta yo, porque al final tratando de llegar a un punto medio, no descansa bien ni uno ni el otro”, confiesa.
“Muchas parejas, cuando uno está lesionado o cuando tiene brotes de de artrosis, me comentan que se cambian de cama para dormir solos, porque cuando duermes tu musculatura está completamente relajada y si tu pareja se mueve, te está moviendo y puede dejarte en una mala postura”, comenta la experta. “Existen colchones con una separación intermedia o un bloque central que funcionan como dos camitas en una, que pueden ser de ayuda en ciertos casos, aunque tampoco son milagrosos e igualmente notas si la otra persona se mueve”, apunta.
¿Cuándo hay que cambiar el colchón?
Sobre el criterio de cambio, Fernández Cubero asegura que la vieja máxima de renovarlo cada diez años ya no puede aplicarse a los tejidos viscoelásticos actuales, que pueden deformarse mucho antes. La decisión debe basarse en el estado físico del colchón y la comodidad: “Si empiezas a notar los muelles descompensados o, si es viscoelástico, que hay partes de la cama en las que te hundes o que mantiene tu forma”.
“Realmente no puede calcularse en tiempo, porque dependen del desgaste y las calidades del colchón, hay que calcular en comodidad”, aconseja.