“Intenté ser tu esposa moderna”: qué nos dice el nuevo disco de Lily Allen sobre las exigencias en las relaciones
En ‘West End Girl’, la artista británica revela los pormenores de su matrimonio con el actor David Harbour, con quien mantuvo una relación abierta; ¿se han convertido estas en un nuevo requisito contemporáneo para vivir al máximo y ‘de verdad’?
Por qué algunas parejas están agendando el sexo
Lily Allen está en Londres cuando recibe la llamada: “Vale. Bueno. Quiero decir, no me hace sentir muy bien. Bueno, si eso es lo que tienes que hacer, entonces…”. Es el final de la primera canción de su último disco, West End Girl, y nosotros solo la escuchamos hablar a ella: no sabemos qué le dice su interlocutor. “Bueno, ¿cómo… cómo funcionará? […] Quiero decir, me pone muy triste, pero… No, estoy… estoy bien, de verdad, solo quiero… quiero que seas feliz”.
Ya en la siguiente canción empezamos a entender de qué trata la conversación: Allen dice no poder dormir, está rumiando en su habitación. En mitad de la noche, no dejan de asaltarle imágenes de su pareja con otra persona en la cama. Conforme avanza el disco, entendemos que lo que él le ha propuesto es abrir la relación.
El resto de los temas va desgranando, con honestidad y claridad, cómo se siente la cantante británica conforme los pactos que estableció con su pareja no se cumplen. Y cómo ella va dándose cuenta de que su marido es, en realidad, un indeseable.
Más allá de toda la cobertura mediática que ha tenido el disco debido al alto perfil de la pareja (aunque no se mencione en las letras explícitamente, se entiende que el LP habla de la relación con su exmarido David Harbour, el sheriff de la serie Stranger Things; recientemente denunciado por su compañera de rodaje Millie Bobby Brown por acoso e intimidación laboral), hay algo en él que llama la atención. Y está en esa primera llamada, en la que Allen se siente impelida a decir que sí a abrir la relación, algo que, por lo que oímos, no le apetece en absoluto.
Pero ella quiere que él sea feliz. Y, cuando él le pide que dejen de ser monógamos, se sorprende volviendo a adquirir ese comportamiento complaciente del que creía haberse librado hace años, tal y como relata en sus memorias My thoughts exactly (Blink Publishing, 2018).
“Intenté ser tu esposa moderna”
No obstante, más allá de sus razones personales, hay un componente social en su aceptación, y Allen lo detalla en varias de las canciones del álbum: “Intenté ser tu esposa moderna, pero la niña que hay en mí se rebela”, dice en Relapse. Y en Nonmonogamummy, declara: “He estado intentando ser abierta / Solo quiero cubrir tus necesidades / […] Seré tu mami no monógama. / Solo estoy intentando ser abierta”.
Hay cierto ambiente social que hace que ella entienda que aceptar lo que él le pide es algo ‘moderno’, algo de personas ‘abiertas’ de mente
Hay cierto ambiente social, pues, que hace que ella entienda que aceptar lo que él le pide es algo ‘moderno’, algo de personas ‘abiertas’ de mente. Si le hubieran propuesto lo mismo hace 25 años, por ejemplo, su respuesta quizá hubiese sido diferente: hasta hace muy poco, tener una relación como la que quiere su pareja era algo que estaba lejos de ser visto como una elección comúnmente aceptada, más allá de pequeños círculos ‘alternativos’. Hoy, sin embargo, se considera algo así como una forma evolucionada de relacionarse, que deja atrás viejas constricciones y prejuicios.
¿Son las relaciones abiertas un nuevo requisito contemporáneo para vivir al máximo y de verdad? Con lo que eso implica: estar siempre disponibles para conocer a otras personas; mantenerse sexualmente deseable –y estéticamente joven, que es el paradigma aceptado de la deseabilidad– e incluso volver a la ‘ansiedad de Tinder’. Lo resume Allen en Dallas Major, tema en el que cuenta su incursión en el mundo de las citas online: “Busco a alguien con quien divertirme mientras mi marido está fuera por trabajo. Tengo casi 40 años y mido poco menos de metro sesenta / Soy madre de hijas adolescentes, ¿te suena bien?”.
Pero la no monogamia no es solo una realidad de la que se hable con normalidad en redes sociales y productos de entretenimiento. En la encuesta del CIS Relaciones sociales y afectivas pospandemia, llevada a cabo en 2023, el 48% de los encuestados aseguraba que es posible mantener “dos o más relaciones afectivo-sexuales a la vez”, y más de cuatro de cada diez defendía que una pareja puede acordar tener relaciones con otras personas “sin que haya vínculo sentimental con ellos”.
Tener novio es de perdedoras
¿Está la monogamia pasada de moda, es algo propio de gente aburrida? Es lo que se deduce de la viralidad con la que se ha acogido uno de los últimos artículos de la edición británica de Vogue: Is Having a Boyfriend Embarrassing Now? (¿Es vergonzoso tener novio hoy en día?).
“Estar obsesionada con tener novio te hace parecer, culturalmente, un poco perdedora”, escribe Chanté Joseph. El contexto en el que se hace esta afirmación tiene que ver con lo que se ha denominado mating gap, o ‘brecha de apareamiento’. El concepto describe la distancia que hay entre las aspiraciones relacionales de las mujeres y la disponibilidad de hombres considerados ‘adecuados’, algo que ejemplifica perfectamente el movimiento coreano 4B. Las mujeres que lo siguen viven “sin citas, sin matrimonio, sin hijos y sin sexo con hombres”.
“Estar con un hombre se ha convertido casi en algo que provoca culpa”, se lee en el artículo de Vogue. “En esencia, ‘tener novio suele restarle aura a una mujer”. Joseph entrevista a Sophie Milner, una creadora de contenido a la que mucha gente dejó de seguir cuando compartió que tenía una relación romántica: “Estar soltera te da una libertad absoluta para decir y hacer lo que quieras. No le pasa a todas las mujeres, desde luego, pero sí noto que cuando estamos en una relación tendemos a volvernos más neutras y descafeinadas en Internet, yo incluida”, cuenta.
¿Son las relaciones abiertas un nuevo requisito contemporáneo para vivir al máximo y ‘de verdad’?
Un nuevo mandato relacional
Así las cosas, parece que estar en una relación heterosexual monógama es… un rollo. Algo que te hace perder capital social, por no mencionar su coste de oportunidad: estando con una sola persona, nos perdemos vivir aventuras con todas las demás. En la sociedad de la experiencia, del consumo, del FOMO, ¿quién quiere estancarse, aburrirse? ¿Cómo conformarse con un solo producto, teniendo disponibles miles de otros productos en el scroll infinito de nuestras pantallas? ¿Cómo aferrarse a una sola persona para siempre?
El capitalismo es todo movimiento, una ilusión de vida eterna. Por eso, “jurar fidelidad es como morir”, tal y como escribe la autora sueca Liv Strömquist en No siento nada (Reservoir Books, 2021). “Pero no soportamos morir. Y por eso seguimos en esta confusión, en la que todo se esfuma y nada, en ningún lugar, empieza o acaba, sino que la vida es, por el contrario, un largo, largo e infinito ciclo con diferentes personas”.
En este escenario, la pareja de Allen solo está performando hasta sus últimas consecuencias la teoría del amor líquido, que propuso Zygmunt Bauman en 2003. Quiere lo que se considera preferible: una relación flexible, en la que se priorice su independencia y su bienestar personal sobre la entrega al otro.
Es un marco contextual en el que, en mayor o menor medida, nos movemos todos (y por eso la cantante siente que debe aceptarlo), solo que él lo lleva hasta el extremo saltándose las normas que ambos habían puesto: que las relaciones fuera de su matrimonio no se aireasen, que fuesen solo sexuales y con pago de por medio.
¿Nos encontramos ante un nuevo mandato moderno? El de mantenernos deseables, jóvenes y sexualmente hambrientos incluso aunque estemos en pareja. Pero también deconstruidos, desapegados y ‘generosos’, pues solo así podremos compartir a nuestros amantes, escapando de esa manera de ‘la trampa del amor romántico’ que tanto daño nos ha hecho.
Eso sí, dado el heterofatalismo imperante (que describe la sensación de desilusión y frustración en mujeres heterosexuales respecto a las relaciones con hombres), parece que seguir este nuevo mandato nos va a resultar a nosotras todo un reto: si es tan difícil encontrar ‘un buen novio’, y mantenerlo es aburrido, ¿cómo vamos a conseguirnos varios a la vez…?