Fernando Franco: “Soy alérgico a las películas que dan una tesis sobre un tema. Me gusta dar espacio al espectador”
El director incomoda con su nueva película, ‘Subsuelo’, un thriller que adapta la novela del mismo nombre y donde aborda temas como la violencia, la culpa y la mentira
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Fernando Franco debutó como director con una película tan contundente como La herida (2013). Una ópera prima que sacudió en el Festival de San Sebastián, donde compitió por la Concha de Oro y por la que ganó el Goya a la Mejor dirección novel. Pero antes ya se había convertido en uno de los montadores más importantes del cine español. Desde entonces no ha abandonado ninguna de las dos labores, pero no las mezcla. Él no monta sus largometrajes, pero sí lo hace para nombres como Isaki Lacuesta o Pablo Berger.
Ahora estrena su nueva película, Subsuelo, en la que, sin renunciar a sus señas de autor, se introduce en el thriller oscuro adaptando la novela del mismo nombre de Marcelo Luján. Un filme incómodo sobre la relación enfermiza de dos hermanos gemelos y la relación de poder que uno ejerce sobre la otra tras una tragedia que les involucra a ambos. Un caballo de Troya, como lo describe, para hablar de temas como la familia, la culpa o la mentira.
La película es una adaptación de la novela de Marcelo Luján, ¿propuso adaptarla o le llegó como encargo?
Yo soy un lector bastante ávido en general, y leí sobre la novela porque había ganado el premio Dashiell Hammett en la Semana Negra de Gijón. No es que yo esté todo el rato leyendo novelas de género, ni muchísimo menos, pero el género negro siempre me ha interesado. Leí una breve sinopsis, pero no con el ánimo particular de adaptarla. De repente me encontré con una serie de elementos interesantes. Hablaba de la familia como la punta del iceberg de algo. Y llevaba tiempo queriendo hacer alguna incursión en el género. Había otros factores que me resultan atractivos, como la fragmentación temporal, que era algo en lo que nunca había trabajado… Había una serie de elementos que me resultaron interesantes para trabajar a partir de ellos.
¿Esta incursión en el género era un reto, una forma de probar cosas nuevas intentando ser personal?
Sí, hay algo de reto siempre. En cada película siempre intento adentrarme en algo que no haya hecho antes y probar. El género, desde siempre, es como un vehículo que se presta mucho a utilizarlo como un caballo de Troya para hablar de otras cosas. Ya en mi película anterior La consagración de la primavera, que no es que fuese una película de género, ni mucho menos, pero sí que me preocupé por introducir algunos elementos que quizá iban en la órbita de, digamos, una comedia romántica o un drama romántico. Un envoltorio asumible por el público, pero que te permite hablar, como en aquel caso, de cuestiones que tenían que ver con la sexualidad de una persona que tiene una discapacidad.
La familia es la unidad para hablar de la sociedad, de los grandes temas que hay fuera. En Subsuelo laten temas como la culpa.
El tema de la culpa, por supuesto, está presente en la película. El tema de la mentira también. Yo intento concentrarme en el retrato de cosas muy específicas. Desde mi primera peli. En La herida yo no quería hacer una película sobre el trastorno límite de la personalidad, sino sobre un personaje concreto que vive con ello. Y en este caso también, para mí, es el retrato de una familia muy concreta. No estoy queriendo decir, ni mucho menos, que la familia en general como institución sea como esta, pero sí que creo que hay algo extrapolable. La familia es una institución que, casi todos nos relacionamos desde ella, pero que al final solo se ve la punta del iceberg y debajo hay muchas más cosas, y eso me interesaba.
Esos conceptos de mentira, de culpa… son muy actuales, y políticos incluso.
No hay a priori una idea de hacer una tesis sobre la culpa. Yo soy muy alérgico a las películas que presentan una tesis. Me gusta que me dejen cierto espacio como espectador para relacionarme con ella. Entonces intento no hacerlo yo cuando hago cine. Al final, obviamente, la película hace su vida. Cada uno ve cosas, pero no tenía esa ambición, digamos, más grande, de construir una tesis sobre la culpa, ni mucho menos.
Hay también una pregunta flotando, cómo se corta la espiral de violencia, que en este caso puede ser sexual. ¿Solo se puede acabar con otro acto de violencia?
Eso fue una cosa que nos planteamos mucho y es diferente a lo planteado en la novela y surge bastante del trabajo con los propios intérpretes, porque yo consideraba que el final que tenía la novela, que ahí funcionaba muy bien, no lo iba a hacer en la película. A base de hablar y de intentar entender la situación del personaje y la olla a presión en la que vive, pensamos en cómo salir de ahí. Hubo mucho diálogo, tanto con Julia Martínez, por supuesto, como con Diego Garisa, con Nacho Sánchez y también con Bego (Begoña Arostegui), que firma el guion conmigo. De hecho fue de ella la idea de que el final vaya con el personaje de ella.
Momento del rodaje de ‘Subsuelo’, la nueva película de Fernando Franco
¿Diría que es su película más turbia?
No hay una intención deliberada de hacer una película turbia. La novela ya tiene algo de eso, es innegable. Incluso va más allá. Aunque igual no lo pueda parecer, hay un trabajo de contención.
Imagino que ha tenido que pensar en cómo plasmar en escena esos abusos. Cómo trasladar esa turbiedad con su puesta en escena o hasta qué punto hacerlo o no.
Es algo que me he planteado mucho, y es algo que siempre me planteo en mis películas. Siempre me encuentro en esa tesitura. Por ejemplo, en La herida tenía un personaje que se autolesionaba, ¿cómo ruedas esto, cómo lo retratas? Porque si lo dejas completamente fuera de campo parece que estás queriendo obviar algo que es muy importante, como que estás mirando hacia otro lado, pero tampoco quieres estetizarlo, espectacularizarlo ni explotarlo, ¿dónde está la línea?
En La consagración tenía que decidir si mostrar una erección de un personaje con parálisis cerebral. Pero si no lo muestras, ¿lo van a creer? En esta película la pregunta era, ¿hasta dónde muestro? Es una cosa que hablamos mucho. Hay que desplegar algo para que la gente entienda lo que está pasando, y quizás luego recurrir al fuera de campo, al sonido, a otra serie de cosas. Otra cosa es que luego haya gente que considere que me quedo corto o que me excedo. Pero, desde luego, sí que hay una reflexión de intentar estar en un punto en el que te mueves como un funambulista, intentando no caerte en ninguno de los dos lados.
Los dos hermanos protagonistas los interpretan dos actores, a priori, desconocidos, ¿era una decisión deliberada?
No. Cuando trabajo con Arantxa Vélez y con Paula Cámara, que son las directoras de casting, yo siempre les digo: que sean buenos. Me da igual que sean más famosos o menos. Entonces el casting que hacemos es completamente abierto. Vemos tanto a gente profesional más conocida como a gente que no lo son, y al final pasa que tienes un match de repente con cada uno de ellos por separado y luego, cuando los imaginas juntos y los juntas realmente, ves que funcionan. Si encuentras a dos intérpretes tan buenos como ellos, y encima son caras nuevas para el público, eso es como un win win.
El año pasado Variety sacó una noticia sobre un proyecto suyo sobre Lorca, ¿sigue en pie?
Sí. Yo después de esta peli he hecho otra película y estamos con su postproducción. Se titula La luz y la protagoniza Alberto San Juan, pero lo que mencionas es un proyecto real que está en marcha y que tiene ya la ayuda del ICAA. La idea es que vamos a rodar el año que viene.