Las claves del éxito de ‘Los siete maridos de Evelyn Hugo’, la novela viral de 2017 que conquista ya a medio millón de lectores
El libro de Taylor Jenkins Reid se publicó hace ocho años y desde entonces no ha dejado de sumar lectores alrededor del mundo
Las novelas que ocupan las listas de más vendidos no son, por lo general, paradigma de excelencia literaria. Ahora bien, resulta interesante analizarlas como fenómeno social, la radiografía del momento en el que un determinado contenido ha resonado especialmente bien con un gran número de lectores, incluso con lectores no habituales (los best-sellers son, precisamente, el tipo de libro que lee quien solo lee uno durante las vacaciones). Y, si bien muchos de ellos vienen programados de antemano (hola, Premio Planeta), de vez en cuando surge uno con el que no se contaba; es a esos a los que hay que poner el foco.
Taylor Jenkins Reid (Maryland, 1983) no irrumpió en el mercado español coronando el top de ventas, sino que su éxito se fue cociendo poco a poco, fruto del boca a boca entre lectores, que hoy en día se pone en práctica en BookTok, BookTube y Bookstagram, las comunidades online que pueden convertir una novela en tendencia por puro contagio de entusiasmo. Los siete maridos de Evelyn Hugo (2017), la quinta novela de la autora, fue la que marcó un antes y un después en su carrera, con un éxito internacional arrollador y una posible adaptación audiovisual en manos de Netflix.
En España, la novela vio la luz por primera vez en 2020 (Umbriel, trad. Nora Escoms), el año de lo impredecible, también en el ámbito literario. Mientras que muchos libros se sumieron rápido en el olvido por el cierre de librerías, otros, no necesariamente los más recientes, se beneficiaron de la intensa actividad en las redes sociales. Además, en unas circunstancias en las que no solo leyeron los lectores habituales, sino que hasta los más reacios tomaron algún libro, resultaba fundamental que los títulos elegidos tuvieran una gran capacidad de evasión, de entretener sin hacer pensar en nada demasiado pesimista.
Un paso más allá del esquema de sus primeras novelas
Primaba la distracción sobre la calidad literaria; y ahí, una autora de comedia romántica tiene las de ganar. Claro que con Los siete maridos de Evelyn Hugo Taylor Jenkins Reid va un paso más allá del esquema simple de sus primeras obras: narra la historia de una actriz (ficticia, aunque con rasgos que recuerdan a Elizabeth Taylor) de la era dorada de Hollywood., Evelyn Hugo, de ascendencia cubana, ganadora de un Oscar y mito sexual. Por si fuera poco, es conocida, además, por haberse casado siete veces.
Este 2025, Umbriel ha publicado una nueva edición para celebrar los 500.000 lectores que atesora la traducción al castellano. Es el tipo de novela que jamás aparecerá en los suplementos literarios, no es “material” para un crítico literario; pero llamar la atención de tanta gente es más que suficiente para analizar el fenómeno. Para empezar, tiene algo que comparte con la mayoría de éxitos comerciales: la creación de grandes personajes, con atributos que, aunque respondan a clichés, están bien trabajados, lo suficiente para que los lectores jueguen a montar #teams en torno a ellos (grupos que simpatizan por un mismo personaje, frecuentes para expresar preferencia en marcos de triángulo amoroso).
Aquí, el personaje carismático no es un hombre, sino una mujer, y esto también es signo de los tiempos: después del #MeToo, las lectoras han pedido más protagonistas fuertes, en detrimento de las damiselas en apuros de las novelas románticas de antaño. Y Evelyn Hugo no solo es una diva de armas tomar, sino que lleva al extremo el concepto de “empoderamiento femenino”: de origen humilde, es una mujer “hecha a sí misma” que desde muy joven tuvo claro adónde quería llegar y no dudó en usar todos sus recursos para lograrlo, aunque más de una vez pusieran en jaque su sentido ético.
La gran pregunta que abre el libro
Ese es otro de sus atractivos: Evelyn Hugo no es una heroína políticamente correcta. Al contrario: ella misma se reconoce manipuladora e interesada, admite que usa su cuerpo para obtener algo a cambio (el favor de un hombre poderoso, por regla general) y que, a pesar de su historial, solo ha amado, en el sentido romántico, a una persona. ¿Quién, de los siete maridos, ha sido el gran amor de esta estrella de Hollywood? Esa es la pregunta que abre el libro (un planteamiento con una incógnita que capta el interés: otro acierto).
La situación es esta: una periodista treintañera, en plena crisis personal y profesional (se acaba de divorciar y tiene la sensación de que no progresa en su carrera) recibe, para su sorpresa, el jugoso encargo de entrevistar a una anciana Evelyn Hugo, la antigua mujer fatal del cine, que lleva años retirada en su mansión y ahora de pronto quiere hablar. En realidad, no se limitará a entrevistarla: la actriz le pide que escriba su biografía; antes de morir, quiere contar la verdad al mundo. Y ha escogido a esta periodista en particular a propósito, algo que la beneficiada, porque esto la hará despegar, no termina de entender.
El grueso de la novela es el relato en primera persona de Evelyn Hugo, dividido en tantas partes como maridos tuvo, desde sus inicios en la industria hasta la actualidad, en un siempre cómodo orden cronológico (ponérselo fácil al lector, al tiempo que se le invita a jugar a las adivinanzas, es otra clave), con las ocasionales intervenciones de su interlocutora, que le hace preguntas y a la vez se interroga a sí misma; las vivencias de la actriz le hacen pensar en su propia vida, la ayudan a tomar decisiones y quererse más.
Taylor Jenkins Reid en Los Ángeles
Esta interacción entre la mujer de poder y la joven aprendiz (aunque ni sea tan joven ni pueda considerarse una principiante; esto también es sintomático de estos tiempos, de la eterna precarización e inestabilidad de quienes entraron en el mercado laboral durante la crisis económica) es deudora de otra relación literaria, la de Miranda Prestly y la novata Andrea, o lo que es lo mismo, el sucedáneo de Anna Wintour y el alter ego de sí misma que ideó Lauren Weisberger en El diablo viste de Prada (2003).
Taylor Jenkins Reid, como otras escritoras actuales, aprendió mucho de aquella chick-lit que triunfó entre finales de los años noventa y el comienzo de este siglo. La chick-lit es ese género, concebido por y para mujeres, que narra con desparpajo las (des)venturas de una mujer treintañera moderna en el amor (sobre todo), el trabajo (un poco) y la imagen (bastante: abundan en alusiones a firmas de moda). Busca, en teoría, la identificación de las lectoras, aunque lo cierto es que, trifulcas románticas aparte, las protagonistas solían llevar un nivel de vida más alto y en un entorno más glamuroso que la lectora promedio. Además de El diablo viste de Prada, tiene como exponentes El diario de Bridget Jones (Helen Fielding, 1996), Sexo en Nueva York (Candance Bushnell, 1997). Rachel se va de viaje (Marian Keyes, 1998) y Loca por las compras (Sophie Kinsella, 2000).
La desmitificación de la edad dorada de Hollywood
Los siete maridos de Evelyn Hugo comparte con estos la fascinación por el lujo, que en este caso se concreta no en una revista de moda, sino en el Hollywood dorado, con sus divas y sus vestidos y sus romances y sus rivalidades legendarias. Todavía hoy, existe en el público una atracción por determinados ambientes, como se refleja en las páginas de tendencias que los medios dedican a las monarquías y a las alfombras rojas. Los libros, al menos, permiten explorarlos desde dentro, con una mirada crítica.
Esa es otra clave de la novela: la desmitificación de la edad dorada de Hollywood. Nada mejor que la primera persona de una de sus protagonistas para derribar la ilusión que ha prevalecido a lo largo de las generaciones. Y aquí hay que traer a colación de nuevo el #MeToo: la confesión de Evelyn Hugo no se podría haber hecho en otras circunstancias. De hecho, si el cine clásico desprende esa aura de esplendor es, en buena medida, por lo que se silenció. Sí, aquí hay abusos sexuales, representación LGTBIQA+ y de minorías étnicas, montajes mediáticos, premios calculados y tejemanejes sucios entre bambalinas. Se habla asimismo de sexualidad, se da voz al entonces tabú del deseo femenino.
No todo es turbio: detrás de las cámaras también existe una sororidad que no interesaba mostrar porque vendía más la historia de dos divas enfrentadas. Otro vínculo importante es el de la actriz con su productor de confianza, algo más que una amistad a lo largo del tiempo; o con determinados directores en determinados periodos; la unión profesional puede ser el origen de un afecto sincero, y en un ambiente tan exclusivo y codiciado el mundo del cine pocas veces se puede contar con alguien de plena confianza.
Un apunte: no habrá que esperar al final para conocer el secreto de Evelyn Hugo. La identidad de su amor verdadero se revela antes, y aquí la autora vuelve a brillar por su inteligencia: en lugar de jugar todo a una carta, suscita nuevas incógnitas a medida que la historia se desarrolla. La estructura está muy bien trabajada: sin hacer nada que pueda rechinar o dificultar la lectura, añade los giros argumentales precisos para mantener a la periodista, y por extensión al lector, pendiente de la confesión de la actriz. El carácter, la determinación de la protagonista también se manifiesta en su modus operandi: lejos de ser una anciana entrañable, ella es quien tiene la sartén por el mango todo el rato y quien decide cómo y cuándo se va a contar su verdad a los medios.
La novela de Taylor Jenkins Reid se ha granjeado este éxito extraordinario por muchos motivos, entre ellos una deconstrucción con perspectiva de género de un periodo de la historia del cine cuyo imaginario lo alimentó la mirada del hombre blanco heterosexual. El lector ya no mira a las divas desde fuera, admirando su porte y sus galas, sino que las escucha, escucha cómo viven, qué callan, qué padecen, cómo afrontan la madurez en un sector que busca constantemente a actrices jóvenes, qué sacrificios hacen para conseguir la fama, el dinero, el prestigio.
He ahí otra clave: la realización amorosa no lo es todo para la protagonista, a diferencia de la narrativa romántica. Se habla de aspiraciones profesionales, de desclasamiento, de la obligación de mantenerse en primera fila para no quedarse atrás. Esto es un mensaje inspirador para los lectores, aunque va unido a un debate más espinosos: la protagonista consigue (casi) todo lo que se propone, pero ¿a qué precio? ¿Mereció la pena? Sea como sea, Evelyn Hugo es un personaje cautivador, y lo es gracias a sus muchos claroscuros y perversiones; ella por sí sola explica en buena medida el fenómeno del libro.
Si se llega a rodar la película, la actriz que le dé vida tendrá en sus manos un caramelo con el que podría, ella también, aspirar a la estatuilla más pretendida de Hollywood. El equipo de vestuario, también. Solo cabe esperar que, por el camino, no tenga que ser tan artera como Evelyn Hugo, ni sufrir tantos golpes. Su biografía será menos emocionante, pero ella vivirá más tranquila. Después de todo, el pasado no siempre fue mejor. Ni siquiera en el mejor cine.