¿Por qué las mujeres viven más que los hombres? Los secretos de la longevidad femenina

¿Por qué las mujeres viven más que los hombres? Los secretos de la longevidad femenina

Se sabe que, de forma general, las mujeres viven más años, pero solo una pequeña parte de esta diferencia puede explicarse por causas biológicas

Actúa como alguien de tu edad, al menos respecto al ejercicio: te explicamos por qué

Es algo que seguramente has experimentado en tu propia familia. En todo el mundo, las mujeres viven más años que los hombres. Este fenómeno se ha mantenido a lo largo de la historia y lo corroboran tanto las estadísticas demográficas como los estudios científicos. 

En España, según datos del INE, la esperanza de vida al nacer ha aumentado notablemente entre 2003 y 2023, pero no igual para todo el mundo. La de los hombres ha pasado de 76,4 a 81,1 años y la de las mujeres de 83,0 a 86,3 años. Esto quiere decir que hay una brecha de género de 5,5 años, no muy lejos de los 5,3 de la media de la UE. Además, esta brecha se ha mantenido más o menos constante, incluso a medida que aumentaba la esperanza de vida en general. 

¿Por qué viven más tiempo las mujeres? La diferencia en la longevidad entre los sexos es compleja, y depende de factores biológicos, genéticos, sociales y económicos. Si bien las mujeres suelen vivir más que los hombres, la forma en que envejecen revela mucho sobre la salud humana y nuestra sociedad. De hecho, es probable que en el futuro esta diferencia se reduzca o incluso desaparezca, sobre todo debido al descenso de la mortalidad debida a enfermedades cardiovasculares entre los hombres, como indican los datos de la OMS.

Pero los estudios de población de todo el mundo muestran que, para prácticamente todas las edades y causas principales de muerte, las tasas de mortalidad masculina superan a las de las mujeres. En la mayoría de los países desarrollados esto se traduce en una diferencia de longevidad de entre cuatro y siete años a favor de las mujeres.

Las mujeres viven más, pero con peor salud

Ainhoa Esteve Arríen
geriatra

Curiosamente, esta diferencia de longevidad no se debe a que las mujeres envejezcan más lentamente. Hay investigaciones que muestran que las mujeres tienen mayores índices de enfermedades físicas y discapacidades en la vejez. La doctora Ainhoa Esteve Arríen, especialista en geriatría, afirma que “las mujeres viven más, pero con peor salud”. Según la geriatra, “las mujeres que ahora tienen 80 y 90 viven más tiempo porque no han estado expuestas al tabaco y al alcohol como los varones de su edad, pero han tenido menos acceso a la educación, cosa que está relacionada con un peor estado de salud, menor nivel socioeconómico y trabajos que tenían más carga física, como por ejemplo limpiar, lo que las expone a más artrosis y mayor discapacidad”.

Entre los centenarios la ventaja femenina se hace aún más evidente. A nivel mundial, las mujeres constituyen entre el 85% y el 90% de los centenarios. Pero en determinadas poblaciones excepcionales, como las de algunas zonas de Italia y Cerdeña, esta proporción se reduce, lo que sugiere la posible influencia de factores genéticos y ambientales. Aunque los supercentenarios, personas de 110 años o más, son casi en su totalidad mujeres

La longevidad no es tan hereditaria como se piensa

Según el investigador Eloy Santos Pujol, del Instituto Josep Carreras, “a lo largo de la vida, la genética dice muy poco acerca de la longevidad de una persona. El porcentaje que explicaría la genética, que se conoce como heredabilidad, sería bastante bajo hasta los 100 años. El envejecimiento en sí, si es saludable o no, depende muchísimo de los hábitos de cada uno”.

Eloy Santos Pujol es el autor principal de un estudio muy reciente basado en el análisis del ADN de María Branyas, una supercentenaria hispanoestadounidense, nacida en 1907, que vivió gran parte de su vida en Catalunya. Branyas se convirtió en la persona viva más longeva del mundo en 2023 y falleció en 2024 con 117 años.

El análisis genético de Branyas muestra que tenía una función inmune, cardiovascular y cerebral de una persona mucho más joven. Además, sus relojes epigenéticos iban más lentos. Esto quiere decir que, a medida que envejecemos hay genes que se ‘apagan’ y dejan de cumplir su función por un proceso llamado metilación, pero en el caso de Branyas, este proceso ocurría más lentamente.

El envejecimiento en sí, si es saludable o no, depende muchísimo de los hábitos de cada uno

Eloy Santos Pujol
investigador Instituto Josep Carreras

Otro de los factores importantes que pueden explicar la longevidad en las mujeres son las hormonas, en concreto los estrógenos. Se ha visto que estas hormonas sexuales tienen un papel protector de la salud cardiovascular, refuerzan las defensas antioxidantes del propio organismo y mantiene en funcionamiento a los genes asociados a la longevidad

Estos efectos no solo se han registrado en ratones de laboratorio, sino que se han podido comprobar en mujeres que reciben terapia hormonal para la menopausia, que presentan menores tasas de mortalidad y un aumento de la esperanza de vida de hasta dos años adicionales en comparación con las que no la utilizan, con estimaciones de hasta dos años adicionales de vida después de una década de terapia a partir de los cincuenta años.

Además, las mujeres tienen dos cromosomas X, y eso ofrece una ofrece protección genética contra las mutaciones perjudiciales en ese cromosoma, ya que tienen dos copias de los genes y, aunque uno se silencie, el otro puede seguir activo. “Los hombres solo tenemos un cromosoma X y, a la larga, perder la función de los genes codificados allí puede llegar a mermar nuestra calidad y esperanza de vida”, aclara Santos.

La longevidad y el estilo de vida

“Históricamente los hombres éramos los que fumábamos más y los que íbamos a la guerra”, explica Santos. “Por eso los hombres tenían una esperanza de vida disminuida, pero por los riesgos a los que a los que se enfrentaban. Hoy en día estas cosas se igualan bastante”, añade.

Según la doctora Esteve, “en generaciones como la mía, las mujeres han fumado y han bebido lo mismo que los hombres”. La geriatra pone el siguiente ejemplo: “Si tomamos un señor que no fuma ni bebe y una señora que ni fuma ni bebe, los dos tienen una vida activa y los dos comen supersano, la mujer tendría un cierto factor protector por los estrógenos. Lo que vemos en la práctica es que los factores genéticos determinan un 25%, mientras que la parte socioeconómica, cultural y de estilo de vida es el 75%”.

Según los estudios, en el caso de los hombres, la situación socioeconómica durante la infancia es un indicador más fiable de la salud en la vejez; en el caso de las mujeres son más importantes las circunstancias presentes, como el empleo y los ingresos del hogar. Los patrones históricos de desigualdad de género, oportunidades de empleo y seguridad financiera hacen que, aunque las mujeres vivan más que los hombres, a menudo lleguen a la vejez con menos recursos y mayor discapacidad

Aquí se manifiesta el llamado sesgo del superviviente. Si bien hay menos hombres de edades más avanzadas, a menudo se encuentran en mejores condiciones físicas, ya que solo los hombres con mejor salud por haber llevado un estilo de vida más activo alcanzan esa edad (los que tenían peor salud ya fallecieron). 

Las estadísticas también apuntan a que el estilo de vida es determinante. Como explica la doctora Esteve, “el cáncer de pulmón está aumentando entre las mujeres. Las generaciones que ahora tienen 60 o 70 eran jóvenes en los años 70, en los cuales de repente las mujeres empezaron a fumar”. 

Las recomendaciones para vivir más y mejor no tienen por tanto mucho que ver con el sexo: la actividad física, cultivar fuertes lazos sociales, consumir una dieta equilibrada, evitar el tabaco y el alcohol, valorar el aprendizaje permanente y gestionar activamente el estrés, son cosas que están más o menos bajo nuestro control, al contrario que los genes.

Darío Pescador es editor y director de la Revista Quo y autor del libro Tu mejor yo.