Las hermanas Caparrós y su lucha por la verdad del asesinato del mártir andalucista: «Todos miraban a otro lado»

Las hermanas Caparrós y su lucha por la verdad del asesinato del mártir andalucista: «Todos miraban a otro lado»

Purificación, Dolores y Francisca recogen en el Congreso la documentación secreta donde se recoge la investigación sobre el asesinato de su hermano, muerto de un disparo de la Policía Armada durante las manifestaciones por la autonomía andaluza del 4 de diciembre de 1977

Las hermanas García Caparrós logran acceder tras 40 años al fichero del asesinato de su hermano: “Parecía que no iba a llegar nunca”

Una tarde del 4 de diciembre de hace 48 años, alguien que dijo ser celador se personó en el hogar de la familia García Caparrós. “Papá, te buscan por Manolito”, avisó Loli, que entonces tenía 13 años. “Ahí empezó nuestro calvario”, cuenta tanto tiempo después.

Ni ella, ni sus padres ni sus hermanas han sabido jamás, hasta hoy, quién fue aquel hombre misterioso vestido con bata blanca que dio a su padre la fatal noticia de que su hijo Manuel José había muerto en un accidente de tráfico, ni quién fue el que apretó el gatillo de la pistola de la que salió la bala que mató a su hermano muy cerca de la Alameda de Colón, en Málaga. Primero les engañaron, y luego se lo ocultaron todo. Y eso las ha martirizado, añadiendo pena a la pena. “De aquel día recordamos muy poco, es como si me lo hubiesen borrado. Pero nos queda el sufrimiento”, dice Puri camino de Madrid.

Cuando llegó al hospital, a su padre le vetaron el acceso al lugar donde reposaba el cuerpo de hijo. Fue al dar la vuelta al cadáver cuando vio el orificio de la bala, a la altura de la axila, que mató a Manuel José cuando tenía 19 años. El proyectil desapareció para siempre, y el padre regresó a casa con la ropa que el muchacho vistió en su último día de vida.

Casi medio siglo después, las hermanas Purificación, Dolores y Francisca (Puri, Loli y Paqui) García Caparrós se personaron este martes en el Congreso para recibir al fin dos cajas con más de 2.000 documentos, audios y un pendrive en los que esperan encontrar la verdad de lo que pasó aquel día de 1977 que marcó a Andalucía y a su familia para siempre: cuando cientos de miles de andaluces salieron a la calle pidiendo autonomía plena, y una bala disparada por el arma reglamentaria de un agente de la policía armada acabó con la vida de su hermana Manuel José. “La bala fue para Andalucía entera, pero el que no llegó a casa fue él”, dice Loli.  

A las puertas del Congreso las esperaba el vicepresidente de la cámara, Alfonso Rodríguez de Celis, y los diputados de Sumar Toni Valero y Esther Gil de Reboleño, que ha impulsado la modificación normativa que ha permitido la consulta de la documentación: “Es un honor como andaluza haber colaborado. Se abre un momento nuevo respecto a la apertura de expedientes aún cerrados”. Para Valero, el caso evidencia el “mito de la Transición”: “La lucha de las hermanas es la lucha de Andalucía por la verdad, la justicia y la reparación”.

“Para cerrar el duelo tenemos que saber la verdad”

Las hermanas llevan días nerviosas y emocionadas, avistando el final de un capítulo que no cierra la historia. “Parecía que esto no iba a llegar nunca”, exclama Loli en el patio del Congreso, aliviada cuando ya sujeta entre sus manos lo que llevan tanto tiempo anhelando: los documentos secretos de la Comisión de Encuesta que investigó los sucesos en el Congreso.


Las hermanas, a su llegada al Congreso.

En esos papeles esperan encontrar nombres, culpables, responsables de la cadena de actos que acabó con la bala en el cuerpo de su hermano: quién dio la orden de evitar a toda costa que ondeara la bandera andaluza; quién dio órdenes a la Policía; quién disparó. Pero aún queda camino para conseguir la reparación total de su memoria. Quieren que sea declarado víctima del terrorismo, algo que ya estudia el Ministerio del Interior. Creen que lo sucedido con su hermano y con tantos otros en los años de la Transición entra en la categoría de “terrorismo de Estado”, lo que ha facilitado la impunidad durante tantos años. “Todo el mundo miraba a otro lado”, dicen las hermanas. “Pero para cerrar el duelo tenemos que saber la verdad”.

En el Congreso las han preparado para ver y oír cosas muy emotivas. El Departamento de Documentación y Archivos ha digitalizado los audios registrados por aquella Comisión de Encuesta. Cuentan con escuchar la voz de su padre o la declaración de Carlos Carmona, que acompañó a su hermano a bordo del misterioso vehículo que lo depositó en el hospital, y que quizá recordó ante los diputados las últimas palabras de Manuel José.

También están los documentos. Más de 2.000, que algunos diputados han podido consultar en los últimos años, pero siempre anonimizados. La reforma de la norma que regula el acceso a los archivos del Congreso, gracias al acuerdo entre Sumar y PSOE, ha permitido que también las hermanas puedan verlos, ya sin tachones. Ahí está el informe de la Policía Armada, donde se da cuenta de la acción represiva de aquella tarde.

“Yo no quiero que sea un secreto para toda la vida”

Puri, Loli y Paqui se mueven como una sola, pero cada una lleva el trance a su manera. Se despertaron a las 5:30 tras pasar la noche sin dormir, y se plantaron en el Congreso de los Diputados, donde las recibió el responsable de sus archivos, cuyo informe ha dado el visto bueno final al acceso a unos documentos bajo el aviso de que su contenido sigue siendo secreto, y solo ellas pueden consultarlo. Allí les han recomendado que busquen el consejo de un abogado para cerciorarse de qué pueden decir y qué no.   

“El pendrive no lo vamos a poner en un cuadro…”, avisa Puri: “Aunque sea secreto, no lo vamos a guardar otros 50 años. Yo lo que quiero es saber los culpables, no que sea un secreto para toda la vida”.

Ellas recogieron el testigo de sus padres. La madre de Manuel José murió a los tres años del asesinato del joven, “de pena”. Su padre en 1986, dejando la investigación de lo que pasó en manos de sus hijas. “Creo que hoy mis padres estarían felices”, dice Loli: “Hemos tenido días de decir que lo dejamos, pero te levantas y dices ”¡qué porras!“, él se lo merecía y vamos a llegar hasta el final”. “Hoy nos hemos acordado de mis padres, y de él”, dice Puri antes de emocionarse. 

Ellas se encontraron con todas las puertas cerradas y, en particular, la del Congreso. En esos años sólo tenían el apoyo de algunos diputados malagueños del PC, Tomás García y luego Antonio Romero, y la figura de García Caparrós seguía siendo semi-desconocida. Por aquel entonces, ni siquiera su nombre se recogía correctamente: para la prensa fue inicialmente José Manuel García Caparrós, un error magnificado luego por una copla carnavalera, hasta acabar en una placa conmemorativa oficial. En todos estos años el reconocimiento es disperso e irregular. IU y algunos andalucistas toman el 4 de diciembre como fecha alternativa al 28 de diciembre y a García Caparrós como símbolo, pero no hay empuje institucional por parte de la Junta de Andalucía.

Entre 2016 y 2017 todo cambia. En diciembre de 2016 se estrena en el cine Albéniz de Málaga ‘García Caparrós, memoria de nuestra lucha’ dirigida por Hazeina Rodríguez. De la mano de la cooperativa Atrapasueños, las hermanas comienzan una gira por Andalucía y España para lograr su reconocimiento como víctima. En 2018 abanderan la creación de una asociación estatal de víctimas de la Transición, que organiza sendos encuentros en Málaga y en el Parlamento Europeo al que acuden más de 80 personas de toda España.

La concejala de IU Remedios Ramos logra que cambien la placa; el Ayuntamiento de Málaga sufraga los gastos de exhumación, traslado, incineración y entierro de los restos al Jardín del Recuerdo del cementerio de Málaga; y la Junta de Andalucía, gobernada por Susana Díaz, da el paso de reconocerlo Hijo Predilecto, el primer reconocimiento no en vida de este tipo. Un emotivo discurso de Antonio Banderas hace el resto. “Es el momento en que culmina el reconocimiento civil de la figura de García Caparrós”, señala Joaquín Recio, vocal de la asociación y editor de Atrapasueños, que las ha acompañado en este camino.

Desde entonces, la figura de García Caparrós ha crecido hasta convertirse en una especie de mártir del andalucismo. Eso sí, con una historia incompleta, en tanto que su muerte sigue hasta hoy cubierta por la sombra de la Ley de Secretos Oficiales, y con la espina clavada de que Andalucía aún no lo reconoce oficialmente como víctima, algo que sí han logrado de los parlamentos de Catalunya (como víctima del “terrorismo de Estado”) y Navarra (como víctima de la “violencia política”).

Este martes, algo de eso empezó a cambiar. Es la tercera vez que entran al Congreso, pero en esta ocasión las puertas se les abrieron de par en par. La agenda del día estaba cargada: diputados, la presidenta de la Mesa del Congreso Francina Armengol, cámaras de televisión, decenas de periodistas. Por la tarde, a la televisión y después, a una cita con la vicepresidenta del Gobierno María Jesús Montero.

Les queda una tarea dura por delante. Revisar la documentación en torno a la que ha girado su vida durante tanto tiempo. “¿Expectativas? Todas. Si no, ¿para qué estamos luchando tanto?”, se pregunta Puri: “Mis padres se fueron muy jóvenes y no pudieron terminar la lucha, pero nosotros la hemos seguido. Hasta que no se sepa la verdad no vamos a parar”.