Madrid veta que voluntarios repartan comida en la calle a los necesitados: “No entendemos que se prohíba ayudar”
El distrito Centro persigue la distribución de alimentos en vía pública a dos asociaciones que lo hacían en la plaza de Ópera. Aducen que el reparto incumple distintas normativas y debe hacerse en un local. Hablamos con una de las afectadas, Granito a Granito, que muestra su desacuerdo con la medida
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El Ayuntamiento de Madrid ha dicho no a los voluntarios de las asociaciones Granito a Granito y Bokatas, que los lunes y los jueves venían haciendo reparto de alimentos y productos de higiene a personas sin hogar en la céntrica plaza de Ópera. Las ONG han denunciado que, después de años llevando a cabo la labor de asistencia a los más necesitados, han recibido una notificación del Distrito Centro para que cesen de hacer los repartos.
Bokatas lleva actuando desde 1996 –aunque se formalizó como asociación en 2004–. Nació en el ámbito de la parroquia de los Sagrados Corazones y se define como “un proyecto de acción directa” que acompaña a personas sin hogar utilizando los bocadillos como medio. En su caso, cuentan con un centro de día llamado Tándem donde complementan sus acciones de acompañamiento a las personas sin hogar que atienden.
Granito a Granito, una ONG similar pero más pequeña –Bokatas está en varias ciudades y cubre distintas zonas de la ciudad– celebró en 2022 su primera década de existencia. Han seguido repartiendo bocadillos y llevando a cabo su labor solidaria desde entonces, pero ahora ven peligrar la continuidad de su voluntariado.
Aunque antes habían trabajado en otras partes de la ciudad, después de la pandemia se centraron en la Plaza Mayor y en Ópera. “De la parte de la Plaza Mayor nos echaron ya en su momento argumentando el tema del Covid y llevamos cinco años en la Plaza de Ópera. Nunca ha habido ningún problema. ¿Qué ocurre? Que con la gentrificación de la ciudad de Madrid no interesa que se vea que todos los días hay gente repartiendo comida”, cuentan.
Al principio, recibían sus repartos treinta o cuarenta personas, pero con el paso del tiempo, el aumento empobrecimiento de la ciudad y por haber más gente sin plaza en albergues, detallan, la afluencia fue subiendo. “Nosotros íbamos a las ocho y media y Bokatas un poco más tarde, éramos su salvaguarda para que se llevaran un poco de fruta y de comida”.
Fuentes municipales han indicado a este medio que el concejal el distrito Centro –Carlos Segura– ha mantenido varias reuniones con las asociaciones “ante la imposibilidad de mantener el reparto de comida en la vía pública sin ningún tipo de control por suponer un riesgo para la salud y el orden público en la ciudad”.
No dudan en calificar de encomiable su labor, pero aducen que entran con vehículos no autorizados al distrito y efectúan una ocupación no autorizada de la vía pública, propiciando aglomeraciones durante el reparto de unos alimentos que, se quejan, carecen de trazabilidad.
Añaden que, simplemente, está prohibido el reparto de comida en la calle sin autorización y que la falta de control sobre las personas que reciben los alimentos impide comprobar si son receptoras de ayuda de los servicios municipales. Sus repartos, dicen, imposibilitan el anonimato de la gente sin hogar, “pudiendo suponer esto un señalamiento hacia ellos”. Esta última situación también sucede en la calle Corredera de San Pablo con el reparto de la Hermandad del Refugio, presidida por el marido de Esperanza Aguirre, sin que se tenga constancia del reproche municipal por estos hechos.
El propio alcalde, Martínez Almeida, ha declarado este martes (nombrando específicamente a la asociación Bokatas) que “hacen una extraordinaria labor”. Pero a continuación ha explicado que necesitan tener un local donde repartir los bocadillos y filiar a las personas que acuden a ellos para que puedan ser atendidos por los servicios municipales. Desde el consistorio insisten en remitir a los propios servicios del ayuntamiento a las personas sin hogar.
Lo que menos entienden desde Granito a Granito es la forma taxativa de echarlos. “Nos reunieron a ambas asociaciones, advirtiéndonos de que podrían aplicar multas muy elevadas e incluso la Ley Antiterrorista –aunque esto luego lo desmintieron en declaraciones a Onda Cero–. Nos dicen que hay que tener un local, como si tener un local en Madrid fuera sencillo”.
Explican que, ellos en concreto, no entraban con el coche. “Uno llevaba fruta, otros zumos, sándwiches… en los últimos tiempos, por unas donaciones recibidas y para mantener una buena calidad, los bocadillos, que es lo más delicado, nos lo preparaba un bar y nos los traía un taxi. De todas formas, si la trazabilidad de los alimentos es el problema lo podemos demostrar con el ticket y también podemos sacarnos el carné de manipulación de alimentos (muchos de nuestros voluntarios lo tienen y yo mismo también)”, declara el representante de la ONG. Sobre el asunto del señalamiento, comentan que el argumento les produce perplejidad.
Según los datos publicados por la Dirección General de Inclusión Social y Cooperación al Desarrollo, Centro es el distrito donde más personas en situación de calle hay, con más del diez por ciento de la población contabilizada por los equipos de calle del Ayuntamiento. Cáritas, por su parte, manifiesta que el sinhogarismo está aumentando, a tenor de las personas atendidas en sus centros de atención. Cifra la subida en un 55% desde 2022 para la Comunidad Autónoma de Madrid.
Tanto Granito a Granito como Bokatas explican que su actividad no se limita a repartir comida, bebida caliente o productos de higiene. “Colaboramos con el SAMUR Social y la Mesa de Entidades, tenemos reuniones mensuales donde comentamos la situación de cada persona, derivamos a la gente a los servicios sociales, les damos información…No es solo dar un plato de comida o una pieza de fruta a una persona, es que se sienta acompañada y que, si necesita información, la tenga. Todavía no entedemos que se le prohíba a la sociedad civil ayudar a las personas que lo necesitan”, claman desde Granito a Granito, pidiendo que la gente transmita el mensaje para poder seguir echando una mano a las personas que viven en la calle.
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