Cincuenta años de libertad… y de corrupción

Cincuenta años de libertad… y de corrupción

La historia de estos cincuenta años la han escrito los nombres memorables que estos días protagonizan los actos oficiales, pero también los muchos nombres de ingrato recuerdo vinculados a decenas de casos de corrupción desde la Transición hasta hoy mismo. La historia reciente de España es también una historia de corrupción política y empresarial

Cincuenta años sin Franco, cincuenta años de España en libertad, cincuenta años de democracia, cincuenta años de la restauración monárquica, cincuenta años de la reconquista de las libertades, los mejores cincuenta años de nuestra historia… A los lemas que estos días circulan por la prensa para conmemorar el 20-N, yo añado otro más: “cincuenta años de corrupción”. Ya sé que como lema es un poco bajonero, pero las celebraciones de estos días coinciden con el bochornoso informe de la UCO sobre Cerdán y compañía, y con la última trama destapada en el PP de Almería. Así que puestos a hacer balance y memoria de estas cinco décadas, digámoslo todo: son también cincuenta años de corrupción.

Cincuenta años de corrupción en democracia, se entiende. Porque corrupción ya había antes, no la inventó la democracia: el franquismo fue una dictadura podrida, donde muchos levantaron fortunas e imperios empresariales, primero al calor de la represión y el expolio de posguerra, y después colaborando con el régimen durante cuatro décadas. Ahí está sin ir más lejos la empresa Acciona, que hizo buenos negocios con el franquismo, y medio siglo después seguía haciendo buenos negocios con la democracia –pagando comisiones a Santos Cerdán a cambio de contratos de obra pública-.

En el repaso a los últimos cincuenta años no hay que dejar fuera los casos Flick, Rumasa, Filesa, Guerra, Casinos, Ibercorp, KIO, Fondos reservados, Urbanor, Funeraria, Gran Tibidabo, BOE, Roldán, Naseiro, PSV, Sóller, Pallerols, Lino, Malaya, Pretoria, EREs, Campeón, Guateque, Palau, Palma Arena, ITV, Millet, Nóos, 3 per cent, Tótem, Brugal, Emarsa, Campus de la Justicia, Pokémon, Cooperación, Lezo, Bárcenas, Gürtel, Bankia, CAM, Tarjetas Black, Púnica, Taula, Koldo, Montoro…

Solo he cogido los casos más grandes y recordados, pues podría seguir durante varios párrafos añadiendo casos menores en ciudades y pueblos, en obras públicas grandes y pequeñas, ladrillazos, mascarillas… Y habría que añadir también los casos de corrupción puramente empresarial, sin políticos por medio: Banesto, Banca Catalana, Ibercorp, Tabacalera, Telefónica, Gescartera, Martinsa, Marsans, Afinsa, Forum Filatélico, Preferentes, Vitaldent, Pescanova, Abengoa…, entre otras que ya ni recordamos.

La historia de estos cincuenta años la han escrito los nombres memorables que estos días protagonizan los actos oficiales, pero también Javier de la Rosa, Ruiz-Mateos, Mario Conde, Galeote, Juan Guerra, Mariano Rubio, Urralburu, Prado y Colón de Carvajal, Estevill, Luis Roldán, Naseiro, Hormaechea, Villalonga, Jesús Gil, Julián Muñoz, Jaume Matas, Fabra, Baltar, Urdangarín, Bárcenas, Correa, Ignacio González, Granados, Pujol, Blesa, Rato, Díaz Ferrán, Villarejo, Koldo, Ábalos, Cerdán… Por citar solo algunos.

Ah, y el rey Juan Carlos, claro. Protagonista por igual de los cincuenta años de libertades y de los cincuenta años de corrupción. No hay otro nombre que resuma mejor este medio siglo, con sus luces y sombras: el “padre de la democracia” que cobró comisiones desde que subió al trono hasta que lo dejó.

Cincuenta años de corrupción, cincuenta años sorprendiéndonos e indignándonos hasta hoy mismo: ¿cómo es posible que vuelva a pasar? Cincuenta años escuchando a los partidos implicados decir eso de “tolerancia cero contra la corrupción”. Cincuenta años prometiendo mecanismos de control y cambios legales para que no vuelva a suceder. Al paso que vamos, conmemoraremos un siglo de democracia, un siglo de libertades y un siglo de corrupción.