Las tortugas ‘bailarinas’ revelan cómo usan un ‘GPS magnético’ para su épico regreso a casa

Las tortugas ‘bailarinas’ revelan cómo usan un ‘GPS magnético’ para su épico regreso a casa

Un experimento con crías de tortuga boba demuestra que sienten el campo magnético terrestre para orientarse hacia localizaciones muy precisas y regresar a las remotas playas en que nacieron, sin necesidad de usar su “brújula visual”

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El misterioso mecanismo que permite a las tortugas encontrar el camino de regreso hasta las remotas playas en que nacieron está un poco más cerca de ser resuelto. Un equipo de investigadoras de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (UNC) ha realizado una serie de experimentos con crías de tortugas bobas (Caretta caretta) a las que han enseñado a bailar y con los que prueban que estos animales se sirven de un mapa magnético que les permite identificar una localización precisa, sin necesidad de pistas visuales.

La hipótesis de partida es que las tortugas bobas, como otros animales, se sirven de un mapa y una brújula para orientarse en la inmensidad del océano y encontrar, con una precisión asombrosa, la playa en la que sus madres desovaron después de muchas décadas y tras recorrer miles de kilómetros. La brújula es el sentido, probablemente visual, que utilizan para navegar y les indica la dirección en la que viajan, y el mapa es una especie de GPS interno, basado aparentemente en magnetitas situadas en diferentes partes del cuerpo, que les permite saber en qué lugar del planeta están gracias al campo magnético terrestre.

Todos estos mecanismos son muy difíciles de poner a prueba y los investigadores no están muy seguros de cuál de estos sentidos utilizan las tortugas para navegar y usar el mapa magnético con el que nacen. Ahora, el equipo de Alayna Mackiewicz, publica una serie de resultados en la revista Journal of Experimental Biology que permite aclarar algunos aspectos y ver los efectos que se producen al perturbar temporalmente el GPS interno de las crías de tortuga.

Tortugas bailarinas

En un trabajo anterior, publicado a principios de año en la revista Nature, este mismo equipo demostró que las crías de tortuga boba pueden aprender a asociar el campo magnético de un lugar mediante condicionamiento pavloviano. Durante semanas, las autoras alimentaban a las tortugas solo cuando eran sometidas a un campo magnético asociado a una localización concreta, de modo que estas aprendieron a anticipar la llegada de comida con una serie de movimientos cuando sentían el estímulo. Pero en lugar de salivar, como los perros de Pavlov, las tortugas ejecutaban una especie de “baile”, inclinado el cuerpo fuera del agua, abriendo la boca y moviendo las aletas delanteras.

“Son adorables. Cuando reconocen el campo magnético, bailan”, dice Mackiewicz a elDiario.es. El siguiente paso ha sido probar a ver qué sucede cuando se perturba ese mapa interno mediante un potente y breve pulso magnético, con la hipótesis de que desconfiguraría temporalmente ese GPS. “Queríamos ver si las tortugas estaban usando magnetita para detectar el mapa aplicándoles ese pulso magnético fuerte”, explica la investigadora. “Tras el condicionamiento, aplicamos el pulso y comprobamos que dejaban de bailar o bailaban mucho menos. Eso significa que no podían reconocer dónde estaban, lo que indica que usan esas partículas magnéticas para percibir la información del mapa”.

Aplicamos el pulso y comprobamos que después dejaban de bailar. Eso significa que usan esas partículas magnéticas para percibir la información del mapa

Alayna Mackiewicz
Investigadoras de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel y primera autora del estudio 

Según las autoras del estudio, el resultado sugiere que las tortugas estaban sintiendo el campo magnético y no viéndolo, como sucedería si fuera la “brújula” el sentido que primara en su sistema de orientación. Y, aunque admiten que las crías también pueden usar otros sentidos para saber dónde se encuentran, consideran que sentir el campo magnético es un componente esencial de su capacidad.

Las autoras también descartan que el pulso pudiera alterar la “brújula visual” de las tortugas, puesto que los efectos se producen a velocidades muy diferentes. “Las reacciones químicas de la magnetorrecepción de la brújula ocurren muy rápido, demasiado para que las afecte un pulso magnético, que aunque es breve sigue siendo lento comparado con esas reacciones”, señala Mackiewicz.  

La magnetorrecepción es un sentido muy extraño del que sabemos muy poco, insiste la primera firmante del estudio. “Es muy diferente de otros sistemas sensoriales, porque ignoramos realmente los mecanismos que lo sustentan”, asegura. “No conocemos los receptores ni dónde podrían localizarse”. Sin embargo, este estudio nos ayuda a desentrañar parcialmente este misterio, al ser el primero que aísla experimentalmente el sentido del mapa de la brújula. “Antes, los pulsos magnéticos se habían usado en aves, tortugas y peces, pero siempre en pruebas que requerían ambos sentidos a la vez, y no estaba claro qué mecanismo se estaba interrumpiendo”, concluye.

Una capacidad asombrosa

Yoni Vortman, biólogo evolutivo especialista en orientación animal que no ha participado en el estudio, considera que el trabajo es muy interesante y confirma que el sentido del mapa de las tortugas está basado en partículas de magnetita. “La capacidad de orientación de estos animales es asombrosa, pueden identificar la firma magnética de un lugar”, señala. “Esto significa que no solo distinguen entre norte y sur, sino que también encuentran las diferencias en el ángulo de inclinación del campo magnético. Si nosotros pudiéramos percibir esto, podríamos saber con exactitud dónde nos encontramos en la Tierra”. 

Si nosotros pudiéramos percibir el ángulo de inclinación del campo magnético, podríamos saber con exactitud dónde nos encontramos en la Tierra

Yoni Vortman
Biólogo evolutivo especialista en orientación animal

Cuando aplican el potente pulso magnético, lo que sucede es que se altera este sistema de magnetitas, de cuya existencia solo tenemos evidencias indirectas, y los animales pierden la referencia en el espacio. “Es como poner un imán en la aguja de una brújula”, dice el experto. “Eso anula la capacidad magnética de las tortugas para reconocer la señal. En otras palabras, implica que probablemente haya algunas partículas de metal o magnetita relacionadas con el campo magnético, aunque aún estamos muy lejos de saber cómo funciona”.

Ana Liria Loza, investigadora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) experta en tortugas, cree que es un trabajo muy interesante. Ya se sabía que son capaces de fijar una referencia “magnética” de su lugar de origen y que son capaces de orientarse en base a los campos magnéticos para saber dónde están, apunta. “Lo nuevo es que son capaces de marcar puntos en el mapa, es decir, registrar en su mapa magnético un punto de interés para poder volver a él”, asegura. “Es impresionante”.