‘Christmas Market’, el mercadillo que indigna a los vecinos de Palma: «Nos quitan un parque público para un negocio privado»

‘Christmas Market’, el mercadillo que indigna a los vecinos de Palma: «Nos quitan un parque público para un negocio privado»

Los residentes critican la cesión de uno de los pocos espacios verdes de la ciudad para la celebración del evento, organizado por dos patronales del comercio y promovido por un empresario de origen alemán. Los mercaderes tradicionales lamentan que no se haya contado con ellos y que no se potencie el producto local

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“Van a crear mercados de primera y mercados de segunda”. Es parte de la crítica lanzada por los artesanos que tradicionalmente organizan los mercadillos navideños en Palma ante la autorización, por parte del Ayuntamiento de Palma, un mercado de inspitación nórdica —gestionado íntegramente por una empresa privada— en Sa Feixina, uno de los pocos parques públicos del centro de la capital balear. El anuncio del evento Christmas in Palma ha encendido las alarmas entre los mercaderes y los vecinos de la zona: los primeros lamentan haberse enterado de forma sorpresiva de la propuesta a pesar de que llevan años organizando los puestos y reclamando al Consistorio mejoras básicas en sus casetas, una petición para la que, recriminan, no han recibido respuesta. Los residentes, por su parte, denuncian la cesión del parque durante varias semanas “para que unos promotores privados hagan un negociazo”, un hecho que suscita un debate que va más allá de la Navidad: hasta qué punto el espacio público, concebido como un bien común pensado para el uso libre y diario de la ciudadanía, se está transformando en un escenario sujeto a la explotación comercial.

La instalación del nuevo mercadillo, que contará con 61 casetas, una pista de hielo y otras atracciones que estarán en marcha durante 45 días, equivale a ojos de los vecinos ceder un parque público durante más de un mes para que una empresa privada obtenga beneficios. “Van a usar un parque que es de los pocos públicos que hay en esta zona y prácticamente el único espacio donde se puede caminar, estar al sol en un banco, pasear al perro o traer a los niños a jugar”, comenta Esperanza. Junto a ella, otros numerosos miembros de la Associació Barri Cívic de Santa Catalina i Es Jonquet han alzado su voz contra esta iniciativa y atienden a elDiario.es en el mismo punto en el que hace semanas comenzó la instalación de la infraestructura. Rodeados de estructuras y bloques de madera a pesar de que el evento aún no ha sido inaugurado, los residentes lamentan que el mercadillo se llevará a cabo sin haberse realizado un proceso participacivo previo y “sin ningún tipo de consenso ni información”.

En concreto, el proyecto ha sido puesto en marcha por las patronales del pequeño comercio de Palma, Afedeco y Pimeco, aunque el promotor es un empresario de origen alemán. Hasta hace unas semanas, el mercadillo se publicitaba a través de la web https://www.christmasinpalma.com/es, cuyo menú contenía secciones como El mercadillo, Patinaje sobre hielo y pista de trineo y Expositores. Tras la polémica suscitada, la página figura ahora ‘en construcción’. Tanto Afedeco como Pimeco enmarcan la iniciativa en su campaña ‘Palma, tot un centre de diversió’, dirigida a dinamizar la ciudad y las compras en el pequeño comercio durante las fiestas en aras a consolidar la capital como un punto de referencia activo y atractivo para realizar las compras navideñas.


Parte de las instalaciones que se están montando para acoger el nuevo mercadillo

Los residentes, sin embargo, recriminan sentirse “excluidos” de la decisión de celebrar el evento en Sa Feixina, la “falta de transparencia” del proceso y las “molestias” que implica un mercado de estas características, con los consiguientes impactos medioambientales, de sostenibilidad y en el disfrute de uno de los pocos espacios verdes del barrio. Nada más conocer la propuesta, la Associació Barri Cívic se movilizó para protestar por la “fuerte repercusión” de la iniciativa y de su montaje sobre la vida cotidiana del barrio, especialmente por el ruido: uno de los aspectos sobre los que hicieron mayor hincapié fue el hecho de que el Christmas in Palma contemplase reproducir música navideña unas diez horas diarias en días laborables y hasta doce en fines de semana y festivos -“más de 500 horas de música navideña en pleno entorno residencial”-.

La presión vecinal llevó finalmente al Ayuntamiento a limitar la música ambiental a los viernes y sábados de 19.30 a 2.00 horas. Sin embargo, la entidad mantiene su descontento: “Han intentado rectificar, pero ya no es solo la música y el ruido, sino también la cantidad de personas que se concentrará y el gasto energético de los generadores necesarios para mantener la pista de hielo en un lugar tan cálido como este”, asevera Espezanza, quien recrimina, además, el impacto que está provocando la instalación de un gran tobogán sobre uno de los árboles de la plaza.

Los residentes recriminan sentirse «excluidos» de la decisión de celebrar el evento en Sa Feixina, la «falta de transparencia» del proceso y las «molestias» que vaticinan que provocará, con los consiguientes efectos medioambientales, de sostenibilidad y de privación del uso de uno de los pocos espacios verdes de la zona


Rampa instalada en Sa Feixina para dar acceso a una de las atracciones

elDiario.es se ha puesto en contacto con Pimeco y Afedeco para recabar su voz al respecto, pero en el caso de la primera asociación eluden hacer declaraciones, mientras que desde Afedeco señalan que se pronunciarán cuando el mercadillo se inaugure, previsiblemente el próximo fin de semana -inicialmente la apertura estaba prevista el pasado viernes-. Con todo, desde esta última asociación defienden que ya se han resuelto los inconvenientes “que se plantearon de ruido y horarios” y que, “una vez concedidos todos los permisos”, se está trabajando en la inauguración en la confianza que será un “éxito” que “agradecerá la mayoría de los ciudadanos y comerciantes”. Mientras tanto, desde el Ayuntamiento señalan a este medio que la apertura ha tenido que aplazarse “por una cuestion administrativa” y que la prioridad del Consistorio es “el descanso de los vecinos y que se ofrezcan productos de proximidad”.  

Santa Catalina, un barrio castigado por la presión turística y la especulación

Más allá del aspecto técnico, los vecinos inciden en que se trata de un acontecimiento “de larga duración” y previsiblemente “masivo” en un barrio ya castigado por la presión turística y la concentración de bares y terrazas. No en vano, Santa Catalina, una barriada que nació a finales del siglo XIX a las afueras de las murallas renacentistas que rodeaban la ciudad a partir del primer asentamiento de pescadores de Es Jonquet y que comenzó a crecer fruto de la actividad portuaria y de las pequeñas industrias que fueron instalándose en sus calles, es una de las zonas de Palma que más sufren las consecuencias la turistificación, la especulación inmobiliaria y la consiguiente expulsión de los vecinos, que, incapaces de hacer frente a las desorbitados precios de la vivienda, han acabado siendo expulsados y reemplazados por extranjeros de elevado poder adquisitivo, mientras grandes grupos inversores se expanden a la búsqueda del máximo rendimiento.

Junto a ello, espacios antes destinados al uso cotidiano —plazas, calles y pequeños comercios— se han reconvertido en polos de consumo orientados a los visitantes y a una población flotante que no para de crecer. En este contexto, los vecinos temen que el mercadillo no solo agrave los problemas de saturación y ruido que ya arrastra Santa Catalina, sino que consolide una tendencia que consideran preocupante, la de reforzar la privatización y explotación económica del espacio público y que eventos de este tipo alejen a los barrios de su identidad original y de las necesidades de quienes lo habitan.

Santa Catalina, una barriada que nació a finales del siglo XIX a partir de un asentamiento de pescadores, es una de las zonas de Palma que más sufren las consecuencias la turistización, el encarecimiento del alquiler y el desplazamiento progresivo de los vecinos, que ven cómo espacios antes destinados al uso cotidiano se reconvierten en polos de consumo orientados a visitantes y a una población flotante


Parte de las casetas del ‘Christmas in Palma’


El parque de sa Feixina lleva días ocupado por una marea de estructuras y bloques de madera para la instalación del mercadillo

Los artesanos: “Mallorca merece un mercado bonito e inclusivo”

Mientras tanto, los mercaderes tradicionales recriminan haberse enterado de la celebración de este evento a través de los medios de comunicación: “Fue algo totalmente inesperado porque nadie nos había dicho nada, cuando llevamos varios años participando en en los mercados navideños de Palma”, comenta, en declaraciones a elDiario.es, Maite Ramiro, presidenta del Gremi d’Oficis Artesans i Artistes, integrada en la Pequeña y Mediana Empresa de Mallorca (Pimem). Se refiere, en concreto, a las celebraciones que tradicionalmente tienen lugar en Plaça Major, las Ramblas y la Plaça d’Espanya -éstas últimas desplazadas al Parc de ses Estacions-, para las que, además, llevan años reclamando al Ayuntamiento “un mercado acorde con lo que es la isla, con unas casetas de calidad y bien engalanadas para que tanto comerciantes como viandantes se sientan incluidos”.

Por este motivo, Ramiro expresa su malestar ante el hecho de que el nuevo evento haya sido anunciado como un mercado “típico nórdico”, con casetas de madera, música y atracciones. En su opinión, desde el Ayuntamiento están creado un “mercado de primera” y han relegado a los artesanos locales a “un mercado de segunda”. Ramiro insiste en que los artesanos llevan años solicitando mejoras básicas en los mercadillos municipales: casetas dignas, adecuadas a un entorno navideño, que no afeen el espacio público ni generen molestias a los comercios colindantes. Al respecto, lamenta que el Consistorio ha mantenido instalaciones “rudimentarias, antiguas y de baja calidad” y que apenas resisten el viento y la lluvia.

La presidenta del Gremi subraya que el conflicto no solo es estético o organizativo, sino económico: para muchos artesanos, el mercado navideño es su principal fuente de ingresos en invierno. En esta línea, asevera que la “mala planificación” por parte del Consistorio ha perjudicado tanto a los artesanos como a los propios promotores privados, a quienes ahora se les está instando a realizar cambios de última hora -como limitar la música o incorporar productos locales. “Mallorca merece un mercado navideño bonito e inclusivo, con producto local, casetas adecuadas y actividades para dinamizar el espacio público, pero no a costa de desplazar a quienes llevan años sosteniendo la tradición artesanal de la ciudad”, señala Ramiro, quien concluye que “lo lógico habría sido que el Ayuntamiento reuniera a todas las partes —gremios, asociaciones y la empresa privada— para buscar un proyecto unificado que no perjudicara a nadie”.


Mercadillo navideño instalado en las Ramblas de Palma


Imagen de una de las tradicionales casetas que se instalan año tras año en el centro de Palma

Mallorca merece un mercado navideño bonito e inclusivo, con producto local, casetas adecuadas y actividades para dinamizar el espacio público, pero no a costa de desplazar a quienes llevan años sosteniendo la tradición artesanal de la ciudad»

Maite Ramiro
Presidenta del Gremi d’Artesans

Un repaso a los comentarios vertidos por residentes y turistas germanos en varias páginas de Facebook donde se anuncia el evento refleja la disparidad de opiniones generadas por la puesta en marcha, en Palma, de un mercadillo de carácter nórdico. Algunos turistas se muestran críticos con la iniciativa: “Como turista, me gustaría ir a un mercado tradicional de Navidad y no a un mercado comercial. Prefiero los mercados en lugares más pequeños”, señala una usuaria, mientras otra se pregunta: “¿Por qué tenemos que forzar nuestra tradición a los españoles? Deberíamos disfrutar de sus fiestas y celebrarlas juntos”. Por el contrario, otros consideran que se trata de un intercambio cultural o que “un mercado de estas características no hace daño a nadie”: “¿De qué hay de qué quejarse? ¡Aléjate si no te gusta!”. “Nadie nos ha preguntado tampoco si hay demasiado ruido en el mercado de Navidad de Nuremberg”, sentencian.

Estos comentarios, sumados a la controversia que ha suscitado Christmas in Palma, evidencian la tensión entre la percepción de los visitantes y la vida cotidiana de los vecinos: mientras para algunos el mercadillo es atractivo y exótico, para quienes habitan el barrio representa un cambio en su entorno inmediato, y un ejemplo más de cómo el espacio público puede verse ocupado y transformado según intereses ajenos a la comunidad, principalmente en barrios ya tensionados por la turistificación y la presión comercial. El Ayuntamiento y las patronales defienden que el proyecto dinamizará el pequeño comercio. Frente a ello, residentes y mercaderes temen que se consolide un sistema de “mercados de primera y mercados de segunda” en el que las iniciativas privadas accedan a mejores espacios, mejores condiciones y a una mayor proyección, relegando a quienes llevan décadas sosteniendo la vida social y comercial de la ciudad.