Un juez condena al marido de Esperanza Aguirre a pagar 853.000 euros a su hermano por el cuadro de Goya
La sentencia, todavía recurrible, considera que Fernando Ramírez de Haro vendió la obra de arte familiar por más de cinco millones de euros al constructor Villar Mir para salvarse de la ruina y nunca devolvió su parte a su hermano Íñigo
El marido de Esperanza Aguirre justifica la venta del Goya para pagar deudas: “Y todavía debo un pico al banco”
Un juez ha condenado al marido de Esperanza Aguirre a pagar 853.732,83 euros a uno de sus hermanos por el cuadro familiar de Goya que vendió en 2012 para salvarse de la ruina. La sentencia, a la que ha tenido acceso elDiario.es y que todavía es recurrible, explica que Fernando Ramírez de Haro vendió la obra inédita de arte al empresario Juan Miguel Villar Mir por más de cinco millones de euros y que nunca cumplió su promesa de devolver a sus hermanos la parte que correspondía a cada uno por ser un cuadro de la familia. La sentencia obliga al conde de Bornos y marido de la expresidenta de la Comunidad de Madrid a pagar ese dinero, así como unos intereses que acercan al millón de euros el dinero que el aristócrata debe pagar a su hermano Íñigo.
El caso del Goya de Esperanza Aguirre quedó visto para sentencia el pasado mes de septiembre en un juzgado de Madrid. Un cuadro que la familia política de Esperanza Aguirre almacenó durante años en su palacete del centro de Madrid hasta que en 2012 acudieron a la galería Sotheby’s para que un experto confirmara lo que todos sospechaban: ese retrato de Valentín Belvís de Moncada Pizarro, aristócrata fallecido a principios del siglo XIX, era una obra inédita de Francisco de Goya. El cuadro, con un potencial valor millonario, formaba parte de la masa hereditaria de Ignacio Ramírez de Haro, fallecido dos años antes, sin que la herencia se hubiera partido entre sus hijos.
Ahogado por deudas millonarias, Fernando Ramírez de Haro –casado en gananciales con Esperanza Aguirre– llegó a un acuerdo con sus hermanos: vendería el cuadro para hacer frente al agujero económico y, con el tiempo y cuando pudiera, devolvería su parte a cada uno de sus hermanos, a razón de algo más de 850.000 euros por cabeza. Lo dejó por escrito, incluso, en un documento: “Don Fernando ha adoptado la decisión de entregar a cada uno de sus cuatro hermanos y a su sobrina” esa cantidad. El cuadro fue vendido al constructor Juan Miguel Villar Mir por 5,8 millones de euros en el verano de 2012, con su empresa OHL sumergida en la operación urbanística ‘Canalejas’ dirigida por la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre.
La transacción millonaria que salvó de la ruina al marido de Esperanza Aguirre se pudo llevar a cabo porque las autoridades no conocían la existencia del cuadro atribuido a Francisco de Goya, lo que podría haber llevado a su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), lo que habría complicado su venta. No instaron ese proceso ni los Ramírez de Haro ni Villar Mir ni tampoco Esperanza Aguirre, cuya administración regional es la encargada de proteger estas obras de arte. “No creo que debamos decir nada por el momento, es muy peligroso desde el punto de vista mediático y político”, escribió Aguirre sobre el cuadro en un correo 2012.
Las acusaciones del diplomático y dramaturgo Íñigo Ramírez de Haro contra su hermano Fernando –que heredó el título de conde de Bornos de su padre– se dirigieron por la vía civil después de que los tribunales rechazaran una causa penal. Un juicio que quedó visto para sentencia el pasado mes de septiembre en un juzgado de la calle Rosario Pino de Madrid y que ha terminado en condena para el marido de Esperanza Aguirre: está obligado a pagar 853.732,83 euros a su hermano Íñigo por la parte del Goya que le corresponde y que nunca le devolvió tras vendérselo a Villar Mir para saldar sus deudas. Una cantidad a la que habrá que sumar los intereses en caso de ser firme y llegar a ejecutarse.
Los hermanos de Íñigo Ramírez de Haro que comparecieron en el juicio, entre ellos el marido de Aguirre, se esforzaron por convencer al magistrado de que el demandante era “conflictivo” y que el actual conde de Bornos, incluso, renunció a la herencia de su madre para pagar una deuda que, en cualquier caso, nunca se había comprometido a devolver. La sentencia rechaza ese argumento y explica que se comprometió de forma clara en febrero de 2014, cuando firmó un documento: “Don Fernando ha tomado la decisión de entregar a cada uno de sus cuatro hermanos y su sobrina la cantidad de 853.732,83 euros”.
No era una “mera declaración de intenciones”
“Queda excluido que se trate de una mera declaración de intenciones sin efectos obligatorios e ineficaz jurídicamente”, dice la sentencia para tumbar la principal línea de defensa del marido de la expresidenta de la Comunidad de Madrid: que ese compromiso firmado en 2014 no era una simple expresión de buena voluntad. “El documento expresa una verdadera voluntad” y su obligación de devolver el dinero es “patente y manifiesta”. “Resulta clara y exteriorizada la voluntad real de obligarse”.
La sentencia rechaza los argumentos que desplegó la defensa del marido de Esperanza Aguirre durante el juicio. Que ese cuadro fuera herencia exclusiva de Fernando Ramírez de Haro como primogénito del padre o que la herencia de la madre a la que renunció pudiera neutralizar esa deuda. Tampoco le exime de pagar que ese reconocimiento de deuda no incluyera detalles como el tiempo que tenía para devolver el dinero: “No impide la exigibilidad de la deuda al considerarse que ha transcurrido un tiempo prudencial que no admite más dilaciones en el cumplimiento de lo acordado, pues han existido propuestas diversas para hacerla efectiva”. Así lo atestiguan, dice el juez, los correos cruzados entre los hermanos para intentar buscar una solución.
La sentencia, dictada por un juzgado de primera instancia de la capital, todavía es recurrible ante la Audiencia Provincial y después lo será ante el Tribunal Supremo, pero establece la condena de Fernando Ramírez de Haro, marido de Esperanza Aguirre: pagar 853.732,83 euros a su hermano Íñigo, además de unos intereses y unas costas procesales que acercan esa cantidad al millón de euros.
El caso se tramitó durante años en la jurisdicción penal hasta que la Audiencia Provincial de Madrid echó el cierre definitivo a la causa a principios de 2023. La querella del cuñado de Esperanza Aguirre relataba que su hermano le había engañado: en el seno de la familia se urdió la simulación de la donación para facilitar el proceso. El tribunal, después de una abrupta investigación con archivos, reaperturas y recusaciones, entendió que había pruebas de que el marido de Esperanza Aguirre había “inventado” esa donación, pero no suficientes elementos para llevar el caso a juicio con varios delitos encima de la mesa. La eximente de parentesco entre los hermanos, la falta de indicios, la negativa de la Fiscalía a acusar por fraude fiscal y la veracidad de los documentos, aunque nacieran de un invento consensuado y perpetuado con una nota de voz, cortaron el paso a la vía penal.
“Debo un pico al banco”, dijo Fernando Ramírez de Haro en el juicio mientras explicaba que vendió un cuadro, dijo, “que era mío”. Una comparecencia en la que aseguró que se puso en manos de sus abogados –“está todo hecho correctamente, de esos temas jurídicos se ocupan otras personas”– y en la que recibió el apoyo de su hermana Beatriz. “No somos juristas, repetimos como papagayos lo que nos decían los profesionales”, dijo antes de afirmar algo que el juez descarta: “Es una donación, es indiscutible, lo sabe toda mi familia, lejana o cercana”. Fuentes de su defensa han rechazado hacer comentarios.