¡Anotop!: el nuevo grito de guerra de Feijóo

¡Anotop!: el nuevo grito de guerra de Feijóo

En la primera sesión de control desde la condena del fiscal general, Feijóo tropieza consigo mismo y deja escapar la oportunidad que llevaba meses esperando. Los socialistas empiezan a pensar que deben tener más miedo a Ábalos y Koldo que al líder del PP

Un juez del Supremo que condenó al fiscal general codirigió en 2024 la tesis doctoral del abogado de la pareja de Ayuso

Toda la semana con la sesión de control en mente. Esperando a ver cuál es la próxima noticia procedente de los juzgados que se puede utilizar para atacar al Gobierno. Con la vista puesta en las informaciones que sacan los medios, da igual que sean sólidas o llenas de agujeros. Adivinando con qué saldrá Pedro Sánchez para tener listo un contraataque rápido. Y pensando con qué golpe de humor o sarcasmo se puede cerrar la intervención y dejar al adversario noqueado en la lona.

La cuenta atrás del tiempo de intervención aprieta y puede ponerte nervioso. Ya se sabe que los políticos tienden a hablar demasiado. Cuentas con dos minutos y medio para dos intervenciones. Todo lo llevas escrito. Cerrar por todo lo alto exige tener tiempo para la frase final. Un orador torpe no es capaz de eliminar párrafos intermedios sobre la marcha para no pasarse de tiempo. Llega el momento cumbre. Te han preparado un broche final perfecto parodiando el nombre de una serie de televisión. No vas sobrado de tiempo, pero tampoco te va a faltar. Esto está hecho. Va a funcionar como un tiro. Con suerte, aparecerá en algunos titulares. Carlos Herrera la repetirá varias veces en la COPE. Todos elogiarán tu ingenio.

Alberto Núñez Feijóo va a dar el nombre de la serie de televisión que rodarán “sobre sus años de presidente”. A ver cómo sales de esta, PerroSanxe. Y el nombre de la serie es… (qué tensión, qué nervios): “¡Anotop!”.

¿Anotop? ¿Andor? ¿Anacardo? ¿Anafiláctico? ¿Un faraón egipcio? No, no hay que buscar una palabra similar para entender el error de Feijóo. Lo que tenía que decir era: “Anatomía de un farsante”. Le salió Anotop. Algún tornillo se aflojó. Las piernas flojearon. ¿Tan difícil era empezar con la palabra ‘anatomía’? Cuando dio el nombre correcto, había acabado su tiempo y el micrófono estaba ya desconectado. Se sentó con un rictus tenso en la cara. Sus diputados le aplaudieron. La verdad es que le aplauden con ganas todo lo que dice. Es un público entregado, como el de los festivales de cine.

Era la primera sesión de control después del juicio y condena, casi simultáneos, del fiscal general. Un día para que el PP se pusiera las botas y recordara a Sánchez que había dicho que estaba seguro de la inocencia de Álvaro García Ortiz. Por eso, Feijóo le preguntó si iba a “pedir perdón a los españoles”, una frase un poco gastada por exceso de uso. El presidente tenía claro lo que debía responder. Se puso del lado de los periodistas que declararon en el juicio como testigos y contra Miguel Ángel Rodríguez por sus mentiras.

El aviso llegó después: “Hay mucha gente, entre la que yo me incluyo, que estamos convencidos de que el tiempo pondrá las cosas en su sitio”. Para entendernos, veo tu Tribunal Supremo y subo con mi Tribunal Constitucional. Aquí hay tribunales para todos.

Como es habitual, Miguel Tellado fue más directo que su jefe. Todo es más fácil si puedes manejar los hechos conocidos a tu antojo y luego dar rienda suelta a tu imaginación. El fallo del Supremo le dio pie para un primer hecho: “El fiscal general es un delincuente”.

No era suficiente. Había que rodearlo de una escolta de cosas que no están probadas o que ni siquiera se tocaron en el juicio. “Y delinquió siguiendo instrucciones de Moncloa”, continuó. Eso es lo que aparecía en el auto de procesamiento confeccionado por el juez instructor, Ángel Hurtado, presa del entusiasmo por implicar al Gobierno. Tras un recurso, el Supremo dictaminó que esas palabras estaban fuera de lugar al no estar respaldadas por pruebas o indicios. Tellado no iba a dejar que esas curiosidades legales le privaran de una buena frase.

No importa cuántas veces tropiece Feijóo con el guion. En el PSOE, tienen motivos para estar más preocupados con José Luis Ábalos y Koldo García. Ambos comparecen el jueves en el Tribunal Supremo para la vistilla en la que la Fiscalía podría pedir su ingreso en prisión preventiva a causa de las elevadas penas que pide para ellos en el caso de las comisiones por la compra de mascarillas. Veinticuatro años de cárcel para el exministro y diecinueve para su antiguo chófer y luego asesor de asuntos poco claros.

Sólo hace unos días Koldo movió una de esas fichas con las que cree que puede poner nerviosos a los socialistas, aunque a estas alturas ya es tarde para que su antiguo partido haga algo por ellos. Si aspiran a que les ayuden a pagar el gasto en abogados, andan muy despistados. El PSOE se aleja de ambos como si fueran material radiactivo. Cada vez que les ponen cerca un contador Geiger, la aguja salta por los aires. “Usted es el único de la cuadrilla que está fuera de la cárcel”, dijo Feijóo a Sánchez para que no se le olvidara y adelantando acontecimientos.

Koldo se ocupó de contar a El Español que él conducía el coche que llevó a Sánchez y Santos Cerdán a una reunión con Arnaldo Otegi en Euskadi para pactar la moción de censura a Rajoy en 2018. Tanto el PSOE como Otegi lo negaron por completo. El líder de Bildu dijo que no hubiera tenido problema en confirmarlo si fuera cierto. EH Bildu tenía sólo dos diputados en ese Congreso. Era más decisivo el apoyo del PNV a la moción, que fue el último en llegar. En términos de imagen, era demasiado arriesgado un contacto directo con Otegi que al final no iba a resultar decisivo. Se supo entonces que Pablo Iglesias se ocupó de los contactos con los partidos nacionalistas para convencerles de que votaran a favor de la moción.

La noticia de una reunión de Sánchez y Otegi habría causado un gran impacto en esos momentos. Siete años de apoyo de EH Bildu al Gobierno de Sánchez le restan ahora mucho valor. A menos que uno crea lo que repite Isabel Díaz Ayuso con frecuencia, eso de que ETA aún existe, lo que ha vuelto a provocar el enfado de Consuelo Ordóñez, harta de que la presidenta madrileña utilice a las víctimas del terrorismo como si fueran las fichas del casino.

El caso es que, aunque nadie le había preguntado, Ábalos salió el miércoles a defender la versión de Koldo. “Sólo puedo decir lo que me contaron fuentes presenciales, y es que esa entrevista existió”, afirmó en Twitter. Esas fuentes podrían ser el propio Koldo, aunque él no intervino en las supuestas negociaciones. El exministro estaba caliente y pasó a cargar contra Yolanda Díaz por llamarle “golfo”. El PP celebró alborozado sus comentarios y el PSOE puso cara de no darles importancia.

Ni Feijóo ni Sánchez ni Ábalos llegaron al nivel de la mejor frase del día. Dos días antes de que la Sala Segunda del Tribunal Supremo comunicara la condena de García Ortiz, su presidente, Andrés Martínez Arrieta, cerró la conferencia que estaba dando en un curso organizado por el Colegio de la Abogacía de Madrid, que fue una de las acusaciones en el juicio. “Concluyo, que tengo que poner la sentencia al fiscal general”.

Hubo grandes risas en la sala. Habrían sido mayores si los asistentes hubieran deducido que si era Arrieta quien se ocupaba de la sentencia, era muy probable que el veredicto fuera de culpabilidad. La ponente original era la progresista Susana Polo, una de las dos integrantes del tribunal que apostaban por la absolución y que habían quedado en minoría.

Mientras los demás pensaban que el tribunal estaba deliberando sobre el juicio, resultaba que su máximo responsable estaba haciendo chistes sobre una sentencia que ya estaba decidida. Mucho más divertido que Feijóo. Para partirse de risa y decir a los jueces del Supremo que tienen un futuro en la comedia costumbrista.