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Mientras en otros lugares florecen debates sobre la abundancia, el Reino Unido abraza la escasez. Las cifras publicadas este jueves son un éxito según la visión local: la migración neta ha bajado, en parte porque más residentes en el Reino Unido han abandonado el país en el último año

El Gobierno británico sube impuestos para sostener el gasto público de una economía lastrada por el Brexit

Las llegadas de refugiados a través del canal de la Mancha centran el debate político en el Reino Unido. También las de los trabajadores extranjeros contratados con visados y las de los estudiantes de fuera que, pagando más que los locales, financian las grandes universidades del país. 

El Gobierno laborista, con un consenso de izquierda a derecha bastante general, quiere reducir los números de todos, o al menos el dato convertido en tótem: la migración neta, es decir la diferencia entre las personas que llegan y las que se van. 

Mientras en otros lugares florecen debates sobre la abundancia, el Reino Unido abraza la escasez. Las cifras publicadas este jueves son un éxito según la visión local: la migración neta ha bajado, en parte porque más residentes en el Reino Unido han abandonado el país en el último año. 

Entre junio de 2024 y junio de 2025, la migración neta fue de 204.000 personas, el número más bajo desde 2021 y un 69% menos que el año anterior, según la oficina nacional de estadística. Algo menos de 900.000 emigraron al Reino Unido en ese tiempo, 400.000 menos que el año anterior, y casi 700.000 salieron del país, unas 43.000 personas más en comparación con los 12 meses previos. Se fueron de un país que apenas crece, sigue con precios récord, adolece de la escasez de trabajadores en sanidad, transporte y construcción, y comercia menos con el resto del mundo.

En este contexto, el nuevo presupuesto del Gobierno británico sube impuestos para mantener el gasto público en un ejemplo de equilibrismo con la escasez disponible. La Oficina para la Responsabilidad Presupuestaria, la agencia independiente que asesora al Gobierno, asegura que ninguna de las medidas anunciadas este miércoles contribuirá al crecimiento. Entre un seis y un ocho por ciento de la riqueza de la última década se ha perdido por el Brexit, según el último gran estudio sobre el tema.

Pocos políticos defienden que la presencia de menos migrantes lleva a peores servicios públicos, que a su vez implica más enfado ciudadano y ascenso de populistas que culpan a los extranjeros y empujan restricciones que acaban empeorando el país, como explica en un gráfico elocuente el economista Jonathan Portes.

Hace unas semanas, Diego Rubio, el jefe de gabinete del presidente Pedro Sánchez, explicó en un escenario en Londres un rato antes de que hablara el presidente español cuál es la elección relacionada con la inmigración, el comercio y las conexiones internacionales de las democracias en este momento: la disyuntiva entre aquellos países que eligen “permanecer cerrados” y muy probablemente se quedarán “estancados” y con problemas para controlar el déficit y mantener el Estado del Bienestar, y las “economías abiertas que crecen”.

El Reino Unido ya ha hecho su elección. Y no tiene buena pinta.