Medical Open World y su incubadora de 350 euros: de un trabajo de fin de grado a salvar miles de vidas por todo el mundo

Medical Open World y su incubadora de 350 euros: de un trabajo de fin de grado a salvar miles de vidas por todo el mundo

Esta ONG, apoyada por entidades aragonesas, minimiza el precio de unos dispositivos fundamentales para salvar bebés prematuros

La historia de Medical Open World no empezó como una gran organización, sino como un trabajo de fin de grado. En 2014, a un estudiante de Madrid le propusieron el reto de investigar qué se necesitaría para crear una incubadora accesible. Y, desde entonces, cada idea evolucionó hasta convertirse en un proyecto a futuro.

En 2017, el pamplonés Pablo Sánchez Bergasa, recién incorporado como voluntario, se encontró con que los responsables originales del proyecto se retiraban por motivos personales. Es entonces cuando Pablo heredó la tecnología y, durante tres años, trabajó en mejorar el diseño, cambiar los materiales, rediseñar la estructura y desarrollar la parte eléctrica, convencido de que la innovación debía llegar a quienes más la necesitaban.

Unos años más tarde, con el ánimo de llevar a una situación real estas incubadoras, fundó Medical Open World, una ONG pensada para buscar alianzas, sostener la producción y asegurar que la tecnología llegara a destino.

Para fabricar las incubadoras estableció una alianza con los Salesianos y otra con Ayuda Contenedores, una asociación navarra que coordina envíos humanitarios. En 2020 comenzaron a distribuirlas y, aunque la pandemia retrasó todo, en 2021 ya habían entregado unas veinte. Hoy, suman 235 incubadoras enviadas a 37 países, lo que permite calcular que han salvado al menos 4.500 vidas.

“Es difícil saber con exactitud a cuántos niños y niñas recién nacidos hemos ayudado porque no estamos allí día a día—explica Mónica Nobl Grau, integrante de Medical Open World—, pero esa es la estimación razonable”.

La incubadora IncuNest, con un coste de materiales de apenas 350 euros, representa una reducción de más del 96 % frente a modelos comerciales, que cuestan entre 30.000 y 50.000 euros. No obstante, pese a reducir el coste, permite su uso en hospitales rurales, centros de salud y misiones humanitarias. Su diseño compacto y ligero, de 12,5 kilos, permite que se transporten en maleta facturable de 23 kilos.

Además, las incubadoras, reconocidas con el Premio Princesa de Girona Social en 2025, son de su bajo consumo, con 130 W, lo que las convierte en opciones ideales para contextos precarios.

La primera vida salvada: Zoe, 500 gramos

Entre esas primeras vidas estaba Zoe, una bebé de apenas 500 gramos que logró sobrevivir en Camerún gracias a una IncuNest.

“Le decían que esa bebé no iba a sobrevivir. Si un bebé de 500 gramos en Europa está entre la vida y la muerte, en África es prácticamente imposible que sobreviva. Para Pablo fue una confirmación de que valía la pena, de que esto funcionaba y había que hacer más”, recuerda Mónica.

La incubadora que salvó a Zoe llegó a Camerún por un voluntariado navarro, donde el equipo descubrió que los bebés estaban en cajas de zapatos y, a pesar de ser recién nacidos, eran calentados con radiadores de plata. Esto, tal y como sostiene, presenta un abismo respecto a la atención neonatal española.

“Uno sabe que las condiciones son distintas, pero otra cosa es tomar conciencia de la grave diferencia”, añade Mónica.

En distintos viajes, Pablo comprobó que hasta el 70 % del material médico donado desde Europa queda inutilizado en los pasillos por ser demasiado complejo para los hospitales que lo reciben. Por ello, se propuso todavía más crear tecnología sencilla, realista y usable en entornos precarios.

El apoyo de Aragón, pieza clave

Aunque Medical Open World es una iniciativa global, Aragón ha jugado un papel destacado. La asociación Araprem y el Banco Sabadell han financiado materiales para seis incubadoras, mientras que los centros salesianos de la región han participado en la formación y construcción de las unidades, integrando aprendizaje técnico con solidaridad.

“Gracias a ellos ya tenemos seis incubadoras listas, aunque aún necesitamos completar financiación y logística para que más bebés puedan ser atendidos”, apunta Mónica, quien añade que “es imprescindible cualquier ayuda” porque “poco a poco conseguimos el objetivo común de ayudar a los que llegan al mundo”.

Cada incubadora se fabrica en centros de Formación Profesional Salesianos de toda España, donde más de 2.000 estudiantes desarrollan habilidades técnicas y valores de compromiso social. Así, IncuNest no solo salva vidas, sino que también forma personas y fortalece comunidades.

“Hemos visto niños donar su propina, familias y empresas colaborar con lo que pueden. Todo suma. Cada euro se traduce en vida”, subraya Mónica.

Medical Open World ha funcionado diez años solo con voluntariado. Sin embargo, ese modelo ya no es suficiente para fabricar más incubadoras y llegar a más países.

En este sentido, Mónica destaca que el objetivo es “pasar a un modelo donde podamos dedicarnos a esto tiempo completo” y, para ello, “la financiación es fundamental”. “Si seguimos solo como voluntarios, mandaremos unas pocas. Pero hay un millón y medio de bebés que mueren cada año”, explica Mónica.

Por todo esto, buscan patrocinios corporativos y apoyo estable. No obstante, aunque incluso cuenten con estructura profesional, su incubadora seguiría siendo un 96 % más barata que la comercial más económica.

El privilegio que cuesta ver

Respecto a la sensibilización, Mónica Nobl admite que “falta mucha” porque “es difícil darse cuenta de la diferencia entre España y otros países cuando no la has visto ni la has tocado”. “Pero podemos hacer un gran cambio con poca ayuda”, añade.

En los lugares donde han llegado, la mortalidad infantil “se ha reducido considerablemente”, y han comprobado cómo hospitales que nunca habían tenido una incubadora funcional ahora pueden salvar vidas.

Cuando se les pregunta qué decir a quienes creen que una sola organización no puede transformar realidades completas, Mónica responde con mirada amplia: “Hemos visto niños donar su propina, señores donar su herencia, empresas pequeñas dar un poquito y empresas grandes dar un montón. Todo se hace uno. Que nadie sienta que lo suyo es poco”.

Asimismo, remarca que “juntos podemos hacer una gran diferencia” y que, para ellos, “cada euro hace la diferencia y se traduce en más vida”.