Ser y parecer feminista

Ser y parecer feminista

En un partido feminista como el PSOE debiera haber pocas dudas sobre cómo actuar ante comportamientos machistas, inadecuados, de abuso de poder y de acoso sexual. Que Ferraz haya tratado de sepultar el escándalo Salazar y algunos de sus dirigentes hayan blanqueado su comportamiento pone en duda, como pasó con Sumar ante el caso Errejón, el verdadero compromiso con las políticas de igualdad

El PSOE cortocircuita la investigación a Francisco Salazar tras la desaparición de dos denuncias por acoso sexual

La frase la habrán escuchado cientos de veces en las intervenciones de los dirigentes del PSOE, leído en sus documentos estratégicos y ojeado en todos sus programas electorales: Socialismo y feminismo comparten un mismo ADN. Igual que la referencia a María Cambrils (Valencia, 1878), autodidacta y pionera del feminismo en España, es una constante entre aquellos que militan en el partido de Pablo Iglesias.

Desde la llegada de Pedro Sánchez al gobierno, en efecto, se ha aprobado la ley de paridad, impulsado políticas transformadoras que han reducido la brecha de género, ampliado los permisos de maternidad y paternidad, garantizado la interrupción voluntaria del embarazo con una ley de plazos o renovado el pacto de Estado contra la violencia machista. Pero como en todo, en materia de igualdad y feminismo, una cosa es el hacer y el ser y otra muy distinta el parecer. 

Cuando el ser y el parecer se corresponden, no hay impostura ni hipocresía mientras que cuando las palabras y los actos no coinciden asoma la incoherencia. De ahí la frase de Julio César que inmortalizó Plutarco, según la cual, la mujer del César no solo debe ser honrada sino también parecerlo.

Y todo esto viene a cuento de la controvertida actuación del PSOE con el ex asesor de Pedro Sánchez, Francisco Salazar, desde que elDiario.es hizo públicas las primeras denuncias de mujeres socialistas sobre “comportamientos inadecuados” cuando era su jefe. ¿Recuerdan? Fue el pasado julio y dos trabajadoras de Moncloa relataron los comentarios obscenos del ex alto cargo y los mensajes intempestivos con invitaciones para cenar a solas fuera del horario laboral e incluso ofrecimientos de quedarse a dormir en casa. Ambas lo describieron como lo que era: “acoso sexual y abuso de poder”.

Las reacciones en el PSOE, al conocer la noticia, fueron muy distintas. Entre los que dijeron no haber tenido nunca constancia de hechos parecidos -igual que esgrimió Sumar ante el caso Errejón-, los que dudaron de la palabra de las mujeres porque no habían denunciado previamente y los que achacaron la publicación a un “ajuste de cuentas”, hubo un grupo de mujeres socialistas indignadas que exigieron una respuesta inequívoca y fulminante que apartara a Salazar de todas sus responsabilidades en el PSOE y en el Gobierno.

Solo la presión de estas últimas, llevó a Pedro Sánchez a cesar a su asesor de su puesto en Moncloa y apartarlo de la dirección socialista. Y es que en un partido feminista como el PSOE debiera haber pocas dudas sobre cómo actuar ante comportamientos machistas, inadecuados, de abuso de poder y de acoso sexual. La dirección federal, no obstante, decidió abrir una investigación al respecto y habilitar un canal antiacoso en la página web del partido para recibir denuncias con garantía de preservar el anonimato.

Lejos de avanzar en las indagaciones, en la Moncloa y en el PSOE, durante semanas se desató una caza de brujas para conocer la identidad de las denunciantes. Y cinco meses después, Ferraz cortocircuita la investigación, tras la desaparición de al menos otras dos denuncias por acoso sexual en el canal interno. La repentina solicitud hace unos días de Salazar para cursar baja como militante en el partido ha servido de excusa para finiquitar el asunto, mientras las denunciantes siguen sin obtener respuesta. Nadie se ha puesto en contacto con ellas y nadie les ha pedido perdón por la falta de diligencia o la llamada ofuscación del sistema a la que el PSOE achacó la desaparición de sus escritos. Tras las indagaciones de este diario, la dirección reactiva ahora las denuncias, las recupera en el sistema infromático y anuncia que el procedimiento seguirá vivo hasta emitir un informe con las conclusiones que no ha sido capaz de redactar en cinco meses.

Fue Sánchez, precisamente, quien exhortó el pasado julio a las miembros y dirigentes de su partido a utilizar los sistemas de denuncia anónima en situaciones de ‘casos de agresión o acoso sexual’ cuando se conocieron los primeros testimonios contra Salazar. Fue Sánchez quien ofrecio protrección a las víctimas. Y fue Sánchez quien prometió coherencia, respeto y dignidad para con las mujeres. 

Es a Sánchez, por tanto, a quien corresponde hoy, tras las últimas informaciones de elDIario.es, pedir explicaciones a quienes han mirado para otro lado ante los comportamientos de quien fuera uno de sus más estrechos colaboradores. Es Sánchez quien tiene que despejar cualquier duda sobre si Salazar sigue haciendo de asesor en la sombra. Es Sánchez quien debe exigir a ministras y dirigentes el fin de cualquier relación profesional con quien a punto estuvo de nombrar adjunto a la secretaría de Organización del PSOE. Y es Sánchez quien debe trasladar a sus dirigentes que se dejen de excusas y de explicaciones peregirnas.

Con el acoso sexual no caben medias tintas ni componendas. O se está a favor o se está en contra. Y si se está en contra, no caben ni trampas, ni blanqueamientos, ni vendas en los ojos.