Guía para sobrevivir a la cena de empresa: «El error más común es olvidar que seguimos en un ambiente laboral»

Guía para sobrevivir a la cena de empresa: «El error más común es olvidar que seguimos en un ambiente laboral»

Qué dicen los expertos sobre el protocolo para moverse entre jefes, compañeros y conversaciones peligrosas

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Seguramente también has estado ahí: intentando parecer relajado y espontáneo mientras piensas si esa broma que acabas de decir no tenía gracia o de qué hablar con un compañero al que acabas de conocer. Como el encendido de luces o los turrones, la sensación es que las cenas de empresa llegan cada año un poco antes. Entre conversaciones forzadas y copas que sobran, ¿cómo mantener el equilibrio entre disfrutar y dar buena imagen?

“Hay que darse cuenta de que es una situación anómala, infrecuente, donde se distorsionan los roles. Esa mezcla entre lo privado y lo profesional es una fuente de incomodidad importante en algunos casos, sobre todo para personas que tienen alguna predisposición a la ansiedad social puede ser una experiencia estresante”, señala la psicóloga Isabel Aranda, especializada en el ámbito laboral. 

Un 72% de los españoles tiene prevista alguna comida o cena de grupo en un restaurante durante estas fiestas, según el estudio Planes Gastronómicos para estas Navidades, de la app de reservas de TheFork. La mayoría se reunirán con amigos y familia, pero un 49% también lo hará con compañeros de trabajo. Aunque no todas las cenas de empresa tienen lugar en restaurantes, sí son el lugar predilecto para la celebración de estas reuniones (27%), por delante de hoteles, fincas y otros lugares, según datos de 2023 de la organizadora de eventos VenuesPlace.

Esa mezcla entre lo privado y lo profesional es una fuente de incomodidad importante en algunos casos, sobre todo para personas que tienen alguna predisposición a la ansiedad social

Isabel Aranda
psicóloga especializada en el ámbito laboral

Como elemento típico del folklore empresarial, las cenas navideñas también han ido evolucionando hacia la productividad y, en algunos casos, los organizadores se esfuerzan por otorgarles un sentido. “Hay cenas que están enfocadas a reforzar valores, a reforzar el equipo o el objetivo del año siguiente, pero no hay que olvidar que las cenas también pueden ser únicamente lúdicas”, comenta Belén Claver, consultora de RRHH y desarrollo profesional. 

Los expertos coinciden en la prudencia como clave principal para triunfar en este tipo de eventos: tanto en lo que decimos como en nuestro tono de voz, vestuario, comportamiento y, por supuesto, lo que bebemos. “La primera recomendación es moderar el consumo de alcohol, porque ahí es donde se pierde la moderación y el control”, opina Aranda, que recomienda intercalar las copas con agua si se opta por beber.

“Hay una tendencia a hacer cada vez menos cenas y más comidas o incluso otro tipo de actividades debido a la incorporación de otra generación al mundo laboral y a que los hábitos también están cambiando”, apunta Claver. “Al final las cenas podían desvirtuarse en algunos casos y en las comidas suele ser diferente. También es verdad que todo ha cambiado muchísimo y la empresa ahora cuida todos los detalles, ya no es una cena y ya está, es muy diferente a lo que se hacía hace, por ejemplo, 15 años”, estima.

Los expertos coinciden en la prudencia como clave principal para triunfar en este tipo de eventos

“El error más habitual es olvidar que, aunque el entorno sea distendido, seguimos en un contexto profesional”, señala María José Gómez Verdú, experta en protocolo y etiqueta. “Una cena de empresa no es un encuentro social entre amigos, es una extensión del espacio laboral donde se observa nuestra capacidad de autocontrol, diplomacia y respeto por la imagen corporativa”, añade.

Para Gómez Verdú, la vestimenta y el lenguaje no verbal actúan como nuestra carta de presentación. “La forma de vestir debe transmitir coherencia con el estilo de la empresa y respeto por el evento. Vestir de manera adecuada demuestra criterio, adaptación y consideración hacia los demás”, valora la experta en protocolo. “En cuanto al lenguaje no verbal, comunica más que cualquier discurso: la postura, la forma de saludar, la gestión del espacio personal y la expresión facial reflejan profesionalidad, seguridad y apertura”, asegura.

Pero si hay un terreno especialmente pantanoso es el de la conversación. La psicóloga Isabel Aranda establece límites claros a este aspecto: “Hay que evitar bromas de mal gusto, temas muy personales, la política, la religión o a veces incluso el fútbol también puede ser un tema de conflicto”. Y propone: “Tampoco se habla de salarios, ni se critica a compañeros o jefes, ni se tocan problemas internos, no es el sitio apropiado para ello”.

El error más habitual es olvidar que, aunque el entorno sea distendido, seguimos en un contexto profesional

Maria José Gómez Verdú
experta en protocolo y etiqueta

En caso de encontrarse incómodo en una mesa enzarzada en alguno de estos temas, la experta en protocolo apuesta por desviar el tema de la conversación o ausentarse. “La elegancia en protocolo se mide especialmente por la capacidad de gestionar con discreción las situaciones incómodas. Lo recomendable es mantener la calma, evitar confrontaciones y reconducir la conversación hacia temas neutros. Si la incomodidad persiste, siempre es posible excusarse momentáneamente, por ejemplo, levantándose a hacer una breve llamada o acercándose a otro grupo, sin dramatizar”, aconseja. “La prioridad es preservar un ambiente armónico y proteger nuestra imagen profesional”.


“La prioridad es preservar un ambiente armónico y proteger nuestra imagen profesional”.

“¿De qué se puede hablar? De la comida, los españoles somos felices hablando de comida: recetas, restaurantes… También se puede hablar de viajes, de vacaciones, de cine o series”, ejemplifica Aranda, que apuesta por charlas divertidas e interesantes pero que no profundicen demasiado. “Y si no sabes de qué hablar, pregunta y que hable otro. Interésate por qué opinan los demás sobre la comida o el lugar, eso siempre funciona y, además, transmite que te interesas, que escuchas y te da valor”, añade. 

La cena no es el momento para evaluaciones ni reproches; es una ocasión para reforzar vínculos desde la cordialidad y la equidad

Maria José Gómez Verdú

Como en cualquier acto social, la base es el respeto, por lo que la psicóloga insiste en no hacer gestos despectivos hacia los demás ni hacia la comida o la organización. “No valoremos la dieta o los modales de nadie”, resume. 

Si el objetivo de la noche es confraternizar con los compañeros y conocerse mejor, ¿qué hacemos con los papeles que interpretamos de lunes a viernes? “Con los superiores, el trato debe ser respetuoso pero natural, evitando el exceso de formalidad que pueda generar distancia”, opina Gómez Verdú. De nuevo, es más importante escuchar que hablar.

Por otro lado, cuando tenemos equipos a cargo, “debemos mostrarnos accesibles, cercanos y coherentes con el rol de liderazgo. La cena no es el momento para evaluaciones ni reproches; es una ocasión para reforzar vínculos desde la cordialidad y la equidad”, destaca la experta en protocolo. 

Por último, Aranda recomienda marcharse pronto. “Lo que ocurre en la cena será motivo de comentario posterior. Hay que ir mentalizado de que es un acto social donde el comportamiento es observado y puede afectar la imagen profesional, tanto positiva como negativamente”, aclara. “Hay personas para las que el esfuerzo es tan desmedido que no deberían ir, porque afecta a su salud. Si te va a provocar una crisis de ansiedad o vas a estar tres días sin dormir, lo mejor es que no vayas. No es un acto obligatorio. Eso sí, si decides excusarte, hazlo amablemente y con anticipación”, recuerda. “Y si al final decides ir, apóyate en un compañero con quien tengas confianza, trata de no sentarte en el centro de la mesa y evita el alcohol, la situación ya es lo suficientemente compleja”, concluye.