El veterinario Samuel Alonso explica cuándo es necesario abrigar al perro en invierno: «Solemos asumir que su pelaje es suficiente»
¿Es necesario abrigar a los perros cuando hace frío? El veterinario Samuel Alonso nos explica en qué casos es necesario hacerlo, por qué y cómo debemos hacerlo
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A medida que las temperaturas han ido bajando, muchos de nosotros ya hemos sacado de nuestros armarios los abrigos y complementos como guantes y bufandas. Y, si tenemos un perro, es posible que nos cuestionemos si tenemos que hacer lo mismo con ellos. Una pregunta que surge a menudo entre las personas preocupadas por la capacidad de sus animales de soportar el frío, el viento y la humedad. Con la salud y la comodidad de nuestros perros en juego, exploramos esta cuestión a fondo con la ayuda de Samuel Alonso Herrero, veterinario de la red de asistencia de Mascota y Salud.
Para el experto, hay numerosos contextos rutinarios en los que “tendemos a plantear paralelismos rápidos entre nuestras mascotas y su supuesta naturaleza salvaje”. Hablamos sobre todo de aspectos sobre la alimentación, la actividad física, la higiene o los cuidados básicos. Y también lo es, ahora que hace frío, la protección a las bajas temperaturas.
“Cuando llega esta época del año, las personas necesitamos abrigarnos; sin embargo, cuando pensamos en los perros, solemos asumir que su pelaje es suficiente para protegerlos. Pero cada vez es más habitual verlos con alguna prenda de abrigo”, afirma Alonso.
¿No tienen suficiente con el pelaje?
Antes de dar una respuesta, Alonso destaca que se trata de una observación que “responde a una realidad fisiológica y evolutiva que conviene comprender”. Es decir, la convivencia de años y años de los perros con los humanos ha hecho que hayan evolucionado para adaptarse a “las condiciones de vida que les ofrecemos”. ¿Qué significa esto? Para Alonso, esta evolución significa que “no solo ha influido en su comportamiento, sino también en su fisiología y en su forma de enfrentar las temperaturas extremas”.
Todo ello sin olvidar que la intervención humana ha hecho que, a lo largo de generaciones, se han seleccionado y reproducido animales “con características físicas que, en un pasado salvaje, habrían sido poco funcionales o incluso comprometedoras para su supervivencia”, admite Alonso. Y es que los perros se han hecho cada vez más comunes como compañeros y miembros de una familia, lo que significa que algunos ahora pueden vivir en entornos muy distintos de su hábitat original.
Esto nos ha llevado a lo que tenemos actualmente: perros que no tienen la misma capacidad de resistir al frío que la que tenían sus ancestros. “Su protección natural, el pelaje, no siempre es suficiente para evitar pérdidas de calor significativas, de ahí que en algunos casos sí sea necesario reforzarlo con prendas de abrigo, sobre todo cuando las temperaturas descienden de forma notable o durante días muy húmedos o ventosos, dos factores que aumentan la sensación térmica de frío”, admite Alonso.
Cómo saber si nuestro perro necesita abrigo
Si bien se suele hablar de razas, para Alonso lo importante son “las características físicas individuales y el grado de adaptación del perro a su entorno habitual”. Esto explicaría por qué en el caso de algunas razas como los nórdicos, que tienen un pelaje el doble de denso, no todos los perros de esta categoría siempre están preparados para el frío, o no siempre un “perro mestizo pequeño o de pelo corto puede necesitar protección independientemente de su origen”, afirma el experto.
Pero sí existen ciertos aspectos que debemos tener en cuenta para saber si nuestro perro necesita un abrigo. Como detalla Alonso, estos parámetros son, además de factores como la humedad, el viento o el tiempo que estemos de paseo, los siguientes:
Perros con pelaje muy corto y fino, ya que no poseen una capa aislante suficiente, “lo que facilita la pérdida de calor corporal”.
Perros de constitución delgada: en este caso, se trata de perros “con menos grasa corporal y una mayor proporción de superficie respecto a su peso, lo que incrementa la disipación del calor”.
Perros de tamaño pequeño: si bien se trata de perros con un metabolismo más rápido, “su capacidad para distribuir ese calor por todo el cuerpo puede ser limitada, especialmente en cachorros y perros seniors porque, en este último caso, la regulación del calor disminuye con la edad. Esto los hace más propensos a sentir frío, incluso a temperaturas moderadas”, afirma Alonso.
Cómo podemos saber que un perro tiene frío
Una de las mejores maneras de saber si un perro necesita abrigo es observarlos. A pesar de que suelen temblar como nosotros, se trata de un signo menos fiable, ya que también lo hacen cuando están ansiosas. En lugar de fijarnos solo en esto, es importante reconocer otras señales. Estas son, según Alonso:
Un comportamiento apagado o retraído, con menos ganas de caminar, correr o jugar.
Patas frías al tacto en días muy fríos. En las extremidades no hay tanta irrigación sanguínea central, por tanto, son las partes más difíciles de regular. De ahí que si un perro tiene frío y dificultad para regular su temperatura corporal, estas partes se pueden notar más frías de lo habitual.
Búsqueda insistente de refugio o intención de volver a casa rápidamente. Si un perro tiene frío, seguramente no querrá salir a la calle y pasará más tiempo en algún rincón de la casa, descansando o durmiendo, para regular su temperatura corporal.
“Si un perro muestra varios de estos comportamientos durante el invierno, es posible que esté experimentando frío y que una prenda de abrigo pueda mejorar su bienestar en el exterior”, aclara Alonso.
Cómo elegir la ropa de abrigo para nuestro perro
Si somos propietarios de algún perro seguramente habremos visto que tenemos a nuestra disposición todo tipo de ropa de invierno. Porque lo que antes se consideraba un accesorio más de moda, ahora sirve para varios propósitos e, incluso, como hemos visto, puede llegar a ser esencial para ciertas razas de perros o para los que tienen problemas de salud. ¿En qué debemos fijarnos a la hora de comprar uno de estos accesorios?
Como nos explica Alonso, “las prendas tienen que ser, ante todo, funcionales, cómodas y que se adapten a la actividad del perro. Los materiales deben proporcionar aislamiento sin añadir un peso excesivo y que permitan libertad de movimiento en cuello, extremidades y torso”.
En cambio, hay ciertos aspectos que deberemos evitar, como “accesorios voluminosos, capuchas, bolsillos añadidos o elementos decorativos que puedan molestar al animal, engancharse durante el paseo o dificultar la interacción con otros perros”, advierte el especialista, que indica además que es muy importante “no cubrir las orejas ni el rabo porque son dos zonas fundamentales en el lenguaje corporal canino. Si las tapamos podemos interferir en su capacidad de comunicarse correctamente con otros perros o, incluso, generarles estrés”.
En el caso de un día lluvioso, debemos asegurarnos que la prenda “no acumula humedad, ya que esto podría aumentar la sensación térmica de frío”, matiza Alonso.