‘Valor sentimental’, una de las mejores películas del año es una disección salvaje de la familia que «invita a la empatía»

‘Valor sentimental’, una de las mejores películas del año es una disección salvaje de la familia que «invita a la empatía»

Joachim Trier, director de ‘La peor persona del mundo’ estrena nueva película protagonizada por Renate Reinsve y Stellan Skarsgard, que parte sobre la muerte de una madre para hablar con toda la profundidad posible de la vida

Mucho más que el destape y la folclórica: cómo las actrices contaron la Transición con sus interpretaciones

Una actriz está a punto de salir al escenario, con el patio de butacas completamente lleno, vestida de negro. Respira entrecortado, le dice a su compañero de reparto que se acerque. Le propone sexo, entre bambalinas. Todo en un intento desesperado que en ese momento aún no se entiende de qué, si de relajarse, de dejar de estar en pánico, de superar el ataque de ansiedad que parece estar padeciendo, hasta que sale corriendo. Sin más rumbo que el de una huida, no se sabe si hacia detrás o hacia adelante. Esta es la carta de presentación de Nora (Renate Reinsve), la protagonista de Valor sentimental, una de las mejores películas del año que llega este viernes a las salas tras triunfar en Cannes donde fue reconocida con el Gran Premio del Jurado, y colocada como una de las favoritas para los Oscar. Su director es Joachim Trier, que repite con la intérprete que también fue su mejor aliada en la brillante La peor persona del mundo (2021).

Su filme vuelve a ser crudo, a inyectarse en la entraña, doler y abofetear con su incómoda propuesta, aunque aquí se abre a una luminosidad y unas cotas de ternura que consiguen inundarlo todo. No es que de repente se vuelva complaciente o incluso idealista, pero sí que deja espacio al abrazo como forma de enfrentar los traumas familiares, a las miradas que sonríen como oportunidad de estrechar los lazos imposibles con palabras; y los intentos de empatía, hasta cuando solamente consiguen quedarse en intentos, como píldoras de redención, compañía y confianza.

Nora es hija de un director de cine que, tras quince años retirado, ha escrito una nueva película que quiere que ella protagonice. Un padre absolutamente ausente encarnado por un Stellan Skarsgard que también suena en las quinielas de galardones. También brillan Inga Ibsdotter Lilleaas, que interpreta a su otra hija, Agnes; y Elle Fanning, la famosa actriz que el cineasta ficha para liderar su filme ante la negativa de su hija.

El hogar familiar como personaje

“Entendimos que la película iba a tratar sobre la reconciliación y la experiencia de los hijos, ya siendo adultos, que ni han dispuesto ni disponen de tiempo infinito con sus padres”, comenta el director Joaquim Trier. El tiempo funciona como eje angular de la vida, y también del filme, en el que la casa familiar es presentada como un personaje más, que atestigua el paso de las generaciones de la familia por sus habitaciones, salones y escaleras.


Stellan Skargard y Elle Fanning, en una de las escenas más bellas de ‘Valor sentimental’

Un hogar testigo de discusiones, de conversaciones, de portazos, de besos, de abrazos, de lágrimas, de escondites; a través de unas paredes que poco a poco se van agrietando, pero sin dejar de proteger, de cobijar, de estar. “Se observa la vida humana desde el punto de vista de la casa, para quien el de las personas pasa rápidamente. Pensé que poner eso en juego desde el principio le daba una especie de presión dramática a la historia familiar, sobre cómo hay límites”, explica el responsable de otros títulos como El amor es más fuerte que las bombas (2015) y Oslo, 31 de agosto (2011).

La ternura como resistencia

La dureza de la realidad que expone Valor sentimental se compensa con una ternura y compasión que ejercen de armas para contrarrestar la posible frialdad, enfrentamientos y polarización actual. “Da miedo ver lo rápido que cambia el mundo y se convierte en odio, venganza y sentimientos muy poco constructivos”, lamenta Stellan Skarsgard. Trier reflexiona sobre lo mucho que se habla sobre la “libertad que existe en la narración y en las películas para observar la vida humana con sus imperfecciones, pero con la esperanza de crear un espacio para la identificación y la empatía”.

El director defiende que el arte es algo que “necesitamos para sobrevivir, para reflejarnos a nosotros mismos, para comprendernos”. De ahí a que subraye las posibilidades que ofrecen las películas de “escuchar y sentir al otro”. Aunque para ello haya que preguntarse cómo hacerlo: “La curiosidad es la esencia de lo que hacemos y, para mí, eso es una oposición radical a demonizar al otro y polarizar, que es lo que estamos viviendo mucho a nivel social”. Trier sostiene que no han rodado un filme “con un mensaje político”, pero sí que su espíritu al hacerla fueron “la curiosidad y la ternura humana por encima de atacar a nadie, algo de lo que hay demasiado ahora”.

Otro de los temas que se aborda en la película es el suicidio, que está latente por atravesar a dos de sus personajes principales. Pero se trata con sumo respeto, sin obviedades, sin por supuesto ser explícito, ni invasivo. Joachim Trier eligió este tratamiento porque para él las películas “no deben dar todas las respuestas”. “En el fondo de una herida como esta [el suicidio de una madre] en una familia, hay un misterio que nunca se resolverá. Por eso creo que es valioso debatirlo, pero no tengo la respuesta. La película es lo mejor que puedo hacer”, comparte.


El director Joachim Trier, en una lectura de guion de la película

Stellan Skarsgard opina en la misma línea, y critica la tendencia a que haya “demasiadas respuestas” en los largometrajes, “y no son especialmente buenas”. “Valor sentimental tiene un final perfecto porque no cae en lo que los estadounidenses hablan del ‘cierre’, que es el malentendido más vulgar que he oído sobre la vida. En la vida no hay cierre de nada, pero es una apertura para algo, un diálogo o que suceda algo hermoso”, expone.

Los escenarios de la vida y la ficción

En la película hay otros dos edificios/hogares relevantes. Están el Teatro Nacional de Noruega, en el que actúa Nora, y el Archivo donde trabaja su hermana Agnes. “Los veo casi como una división social de los dos lados del cerebro, ambos necesarios para mantener un sentido de la decencia, la humanidad y continuidad social”, indica Trier, ya que, por un lado, argumenta que tenemos que “aceptar el recuerdo de los hechos” como algo que debemos “al pasado”. Por eso la relevancia de los Archivos, que a su vez albergan “la historia de la II Guerra Mundial en Noruega, que fue muy tormentosa, destructiva”: “La necesitábamos para rendir cuentas”. Igual de imprescindible es el lado izquierdo del cerebro que representa el Teatro Nacional, “esa puesta en escena de lo imaginario para comprender el lenguaje alternativo a lo racional, lleno de fantasía, imaginación y compasión”.

Estos dos elementos se combinan igualmente en la diferencia entre las dos hermanas. “Una de ellas interpreta una vida imaginaria de personajes para evitarse a sí misma. La otra intenta conseguir una sensación de constancia y continuidad de la esperanza de lo que podría ser una familia”, explica el cineasta.

Dardos a la industria y a los periodistas

Valor sentimental es una película tan inteligente que se permite una reflexión –con dardos incluida– sobre la industria del cine. Tanto por cómo la entrada de una actriz famosa se torna en reclamo asegurado para captar la atención, sea o no la idónea para el papel, y cómo ella representa a las actrices que acaban viéndose abocadas a fundar sus propias productoras para poder hacer las películas que querrían hacer; y también por cómo la irrupción de las plataformas, en concreto Netflix, ha afectado a la distribución.


Stellan Skarsgard y Renate Reinsve, padre e hija en ‘Valor sentimental’

Trier plantea una pregunta al gigante del streaming, que ha trabajado con “muchos grandes directores”: “¿Por qué no puede simplemente promover la experiencia cinematográfica en la gran pantalla?”. “Espero que Ted Sarandos [actual CEO de la compañía] y su talentoso grupo de amigos sean más inteligentes y se den cuenta de que la mejor forma de ver las películas es experimentarlas juntos en el cine”, apunta. El director es, ante todo, optimista y opta por dejar patente que la industria goza de buena salud: “Tengo como principio no hablar mal de las películas. Hay como un proceso que se perpetúa a sí mismo en el que parece que todo el mundo dice: ‘Oh, el cine se está muriendo’. Y no, no lo está. Estamos teniendo un gran año, la gente va a las salas, quizás vean menos películas, pero esas pocas películas se ven”.

Los medios también son mencionados, con una entrevista que sale truncada porque el director al que encarna Stellan Skarsgard considera que no le están haciendo las preguntas adecuadas a la protagonista de su filme. El actor indica sobre la escena que él, por su parte, siente “gran respeto” hacia los periodistas: “El problema es que no tenemos tiempo suficiente. Por lo general, son más inteligentes que yo, lo que significa que podríamos mantener buenas conversaciones, pero las ruedas de prensa no lo permiten”.