111 personas desalojadas de un instituto abandonado en Donostia buscan techo: «La ley de Extranjería les deja en la calle»
Desde el Ayuntamiento sostienen que han puesto en marcha un programa individualizado de ayuda para la inserción «social y laboral» de las personas desalojadas y que la mitad está ya en un albergue, pero los colectivos sociales niegan esta versión y han convocado una manifestación de denuncia
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Más de cien personas sin hogar han vuelto a las calles tras ser desalojadas de antiguo instituto de los Agustinos del barrio de Martutene de Donostia. Vivían allí desde hace meses y, en algunos casos, hasta más de dos años. La orden de desalojo se producía este jueves a primera hora, pero la mayoría de las personas que dormían en el edificio, tomaron todas sus pertenencias y lo abandonaron durante la tarde del miércoles al ver que no había vuelta atrás.
El alcalde de Donostia, Jon Insausti, del PNV, ha explicado en Euskadi Irratia que alrededor de medio centenar de estas personas serán realojadas en el albergue La Sirena, que permanece cerrado y solo se abre para personas sin hogar cuando las condiciones meteorológicas son especialmente adversas y cuando hay temperaturas extremas. El pasado martes, a la vista de que las más de cien personas volverían a las calles, desde el Ayuntamiento pusieron en marcha a través de los servicios sociales un programa individualizado de ayuda para su inserción “social y laboral”. Sin embargo, esta versión ha sido negada por el colectivo social Harrera Sarea, quien ha seguido de cerca la situación de las personas que vivían hasta ahora en el antiguo instituto y asegura que la ayuda no ha sido individualizada y ha llegado “demasiado tarde”.
En una rueda de prensa tras la Junta de Gobierno local, Insausti señaló que con este caso “no hay que caer ni en el buenismo, ni en el populismo”. “Ni en un extremo, ni en el otro. Hay que mirar de frente y mantener una posición centrada, mientras se buscan soluciones concretas”, manifestó. Según detalló el alcalde, los servicios sociales han visitado en varias ocasiones las instalaciones del edificio cerrado y han evaluado a las personas que dormían allí. “En esas visitas los educadores sociales se han encontrado diversos perfiles, personas que están estudiando la EPA, que están en una Formación Profesional, que quieren empezar un itinerario con la red de servicios sociales de este Ayuntamiento, pero también con quienes no quieren saber nada de nosotros, no quiere entrar en el sistema y que además también delinquen. Esa es la foto que tenemos, sin ningún tipo de complejos eso es lo que nos hemos encontrado y nosotros por supuesto vamos a poner recursos y vamos a hacer todo el esfuerzo para la inclusión social y laboral de las personas que quieren entrar en el itinerario siempre que se comprometan a tener una convivencia sana también con el resto de personas de su entorno y de su comunidad”, afirmó.
Manifestantes con carteles de «Inor ez kale gorrian» («Nadie en la calle») durante el desalojo de 111 personas que vivían en la antigua escuela de Martutene, en Donostia
No obstante, desde Harrera Sarea Donostia, la red de acogida, niegan que haya habido “visitas individualizadas y una salida escalonada como aseguró el alcalde” y han convocado una manifestación a las 19.00 horas en el centro de Donostia para denunciar lo ocurrido. Según sostienen, el recurso habitacional de La Sirena se abrió este miércoles “muy tarde” pese a que sabían que el desalojo masivo se iba a producir el jueves por la mañana y que el traslado se hizo “gracias a los movimientos sociales”. Además alertan de que no todas las personas que acudieron a La Sirena pudieron dormir en el albergue. “Hemos confirmado que son 111 personas, cuatro de ellas mujeres. Muchas llevan meses en el edificio, otras más de dos años. Esto no es un caso aislado, son una parte de las más de 500 personas que tienen que sobrevivir en Donostia en situación de calle a día de hoy”, lamentan.
“Estas 111 personas no son un simple número: son personas con nombre y apellidos de entre 20 y 40 años, provenientes de diferentes países del norte de África. Cada quien con su historia y con la esperanza de poder llevar a cabo proyectos de vida y futuro en Donostia. Estas personas viven en la escuela de Martutene, ante todo porque se han encontrado con los obstáculos que supone la ley de Extranjería. Esta ley les obliga a vivir de forma irregular durante mínimo dos años, sin las condiciones de vida básicas aseguradas, sin acceso a la vivienda, sin permiso de trabajo, y por tanto, sin fuentes de ingreso. Durante mucho tiempo, tanto los medios de comunicación, las redes sociales, como muchos de los debates públicos han presentado la escuela de Martutene como un epicentro de inseguridad, buscando criminalizar a las personas que residen aquí y señalándolo como un espacio a desalojar con urgencia. Siempre son señaladas las personas migradas y, en este sentido, el foco mediático se aleja de la problemática real y de sus responsables”, critican desde Harrera Sarea.
Agentes de la Ertzaintza con una de las personas desalojadas este jueves de la antigua escuela de Martutene, en Donostia
El desalojo se ha producido después de que en 2024 y, tras dos décadas cerrado, el Centro Educativo Ortzadar comprara el edificio al Gobierno vasco con el proyecto de crear un instituto de Formación Profesional. Ortzadar es un centro privado que ofrece ciclos formativos con el objetivo de “normalizar la situación de personas en riesgo de exclusión social”. “Se acompaña al alumno en su proceso de aprendizaje orientándolo hacia la iniciación profesional, ya sea en un ámbito protegido o en una empresa para culminar el proceso de integración”, informan desde el centro.