Han pasado casi diez años desde que aparecieron los 600 kilos de monedas de Tomares y ahora los arqueólogos creen haber descubierto quién guardó el mayor tesoro romano de España
Economía imperial – Los talleres de Cartago, Treveri y Roma destacan en la fabricación de las piezas, mostrando una intensa relación entre la Baetica y las rutas marítimas que unían África, Italia y las regiones galas del imperio
El mensaje del emperador Caracalla que sobrevivió 1.800 años camuflado en una casa levantada con piedras de una ciudad romana
Las carreteras, los puentes y los restos urbanos que aún recorren el territorio español confirman que el legado del Imperio Romano continúa presente en la vida diaria. Sus trazados se integraron en la red moderna y sus modelos de administración inspiraron estructuras posteriores de gobierno. Las divisiones territoriales, los nombres de muchas ciudades y la organización del suelo agrícola conservan esa herencia que persiste más allá de los siglos.
El sistema tetrárquico, ideado para asegurar el control de un imperio tan extenso, dejó también su impronta en la circulación de la moneda y en la gestión económica. Esa división del poder entre varios emperadores generó una producción monetaria uniforme que alcanzó todas las provincias occidentales y que sigue siendo objeto de estudio por su eficacia. El flujo de esas monedas explica parte de los hallazgos arqueológicos que hoy permiten reconstruir las conexiones del antiguo territorio hispano con el resto del Mediterráneo.
El hallazgo de Tomares desveló una reserva extraordinaria de monedas romanas
El tesoro de Tomares, descubierto en 2016, representa el mayor conjunto monetario romano hallado en España. Su peso total, próximo a los 600 kilos de bronce y plata, y su composición de más de 53.000 piezas lo convierten en una referencia para entender la economía de la Antigüedad tardía. Las ánforas, alineadas bajo un pavimento de opus signinum, formaban un depósito único sellado con tierra compacta. La regularidad en el número de monedas por recipiente sugiere una ocultación planificada por personas con acceso a grandes cantidades de numerario. Las excavaciones, realizadas bajo supervisión arqueológica, revelaron un procedimiento sistemático en el enterramiento que apunta a una operación cuidadosamente ejecutada.
El estudio de los tipos representados en las monedas ha aportado información esencial sobre la política monetaria del periodo tetrárquico. Maximiano, Diocleciano y Constancio son los emperadores más frecuentes en el conjunto, lo que confirma la predominancia de las primeras emisiones tras la reforma de 294. La escasez de piezas de Majencio y la presencia testimonial de Licinio, con solo tres ejemplares, indican que el depósito se cerró antes de las reformas de Constantino.
El conjunto de más de 53.000 piezas de bronce y plata apareció cuidadosamente enterrado en ánforas
La proporción entre los retratos de cada autoridad ofrece una radiografía precisa de la circulación monetaria en la provincia de Baetica y de su conexión con los grandes centros emisores del Mediterráneo occidental. Los especialistas interpretan esa composición como reflejo de un mercado estable, abastecido por rutas seguras y sin interferencias militares.
Las monedas son, en su inmensa mayoría, nummi de bronce correspondientes al periodo comprendido entre la reforma de Diocleciano y los primeros años del siglo IV. Las piezas más tardías se asocian con Majencio y fueron acuñadas en Ostia entre 309 y 312. La ausencia de ejemplares constantinianos posteriores a 313 ha permitido fijar la fecha de ocultación entre 307 y 312. Esa cronología coincide con un periodo de calma en la región, libre de conflictos que pudieran justificar un enterramiento urgente. El hallazgo, por tanto, se relaciona más con un acto deliberado de reserva o almacenamiento que con un intento de proteger un patrimonio en riesgo.
La procedencia del numerario refleja la red comercial del Mediterráneo occidental
Las cecas, es decir, los talleres donde se acuñaban las monedas del Imperio Romano, representaban puntos clave de producción y control económico. Cada una dependía directamente del emperador y marcaba las monedas con siglas o símbolos que identificaban su origen. Gracias a esas marcas, los investigadores pueden saber qué talleres participaron en la fabricación del numerario y cómo circulaba el dinero dentro del imperio.
Las cecas representadas en el tesoro ilustran las conexiones comerciales de la Baetica. Cartago ocupa el primer puesto en número de piezas, seguida de Treveri y Roma. Las acuñaciones africanas, especialmente abundantes, prueban la intensidad del intercambio entre las costas béticas y el norte de África antes del cierre de la ceca en 307.
El legado romano sigue visible en la geografía y la administración españolas
Las cecas galobritanas y las italianas aportan porcentajes similares, alrededor del 36% cada una, con centros activos en Lugdunum, Ticinum y Londinium. Incluso los talleres orientales, aunque son minoritarios, alcanzan una proporción destacada, cercana al 4%, lo que demuestra la llegada de numerario procedente de zonas lejanas mediante redes marítimas bien consolidadas.
Cada vez más cerca de saber quién fue la persona que las enterró
El origen del tesoro plantea aún interrogantes sobre su propietario, aunque no se sabe el nombre concreto. Las evidencias arqueológicas han acotado mucho el perfil y descartan un vínculo militar. Baetica carecía de guarniciones que manejasen sumas tan elevadas. La localización rural del depósito y la riqueza agrícola del entorno sugieren que pertenecía a un gran terrateniente, un comerciante con intereses regionales o un administrador de extensas fincas.
La diversidad de cecas representadas apunta a una persona con amplias conexiones comerciales y capacidad de acumular moneda procedente de varias provincias. La homogeneidad del conjunto, en cambio, revela que el depósito se formó a lo largo de un tiempo limitado, quizá en una o dos décadas de intensa actividad económica.
El estudio y conservación del tesoro han requerido una colaboración inédita entre instituciones científicas. El Museo Arqueológico de Sevilla, la Universidad de Sevilla y el Centro Nacional de Aceleradores coordinaron los análisis numismáticos y metalográficos mediante el sistema numisdata, que permite catalogar cada ejemplar con precisión. De las 53.200 monedas, solo 8.700 se han estudiado hasta ahora, pero los resultados preliminares ya ofrecen una visión detallada de la circulación monetaria en Hispania durante la tetrarquía. Los trabajos pendientes permitirán definir con mayor exactitud las relaciones económicas y políticas del primer tercio del siglo IV en la península.