La fábula que explica qué tienen en común los conejos, Ayuso, Pablo Iglesias y la politización del placer

La fábula que explica qué tienen en común los conejos, Ayuso, Pablo Iglesias y la politización del placer

El escritor, traductor y guionista Andrés Barba publica ‘Auge y caída del conejo Bam’, donde analiza desde cómo se construyen los líderes a las guerras injustificadas pasando por la incapacidad para convivir con la felicidad

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Episodios de crisis de identidad tanto personales como colectivas, la construcción de rituales, la fe en las instituciones, la posverdad, las guerras injustificadas, la incapacidad de convivir con la propia felicidad, la politización del placer, las policías cívicas. Todas ellas aparecen en la Gran Madriguera de la fábula Auge y caída del conejo Bam (Anagrama), del escritor, traductor y guionista Andrés Barba. Un libro en el que consigue, poniendo al lector en la piel de estos pequeños animales, hablar sobre tantos temas que nos atañen como partícipes de sociedades globales, como seres humanos, como personas.

El autor optó por abordarlos desde el prisma de estos mamíferos porque, tras una experiencia de la política de los últimos años “tan espídica”, considera que “no se nos ha permitido ni siquiera llevar a cabo el pensamiento crítico ni poder tomar distancia sobre lo que nos estaba pasando”. Barba explica a elDiario.es que la crisis derivada de este contexto, “de hastío, de agotamiento, de cansancio incluso de ser humano, lleva a una especie de tentación y disidencia de lo humano”. Con todo esto en cuenta, valoró que necesitaba “una distancia emocional lo bastante grande como para poder contarlo”, y usar a los conejos como personajes se convirtió en la manera de materializarlo.

Algo parecido a lo que Art Spiegelman hizo en Maus: “Decía que le resultaba tan imposible contar la historia del Holocausto con humanos que contarla a través de animales, gatos y ratones fue la estrategia perfecta para generar un bloqueo sentimental y poder ver la narración sin más”.

El narrador de Auge y caída del conejo Bam es Copito, que habla de su propia experiencia tras conocer al gran líder Bam, y a su lado llevan a cabo acciones como nombrar a todos los habitantes de la Gran Madriguera, manipular los discursos, instigar al odio y ser incapaz de gestionar la realidad, hasta cuando parece placentera, de una forma que no sea a través del enfrentamiento, de la guerra. De su mano se pone en evidencia la importancia de distinguir entre lo esencial y banal que nos rodea, desde dentro de las propias instituciones, como arma para entender de qué deberíamos prescindir y qué es lo realmente necesario.

El nacimiento del líder

Uno de los momentos de la novela en los que se activa el odio colectivo es cuando se pone en peligro el status quo de la Gran Madriguera, donde el grupo de los supuestos mejores conejos se sienten amenazados por la llegada de un nuevo líder. “El libro habla sobre el nacimiento y la identidad del líder. ¿Cómo se construyen? ¿Hasta qué punto es un líder responsable de sus acciones? ¿Somos nosotros quienes le empujamos a hacer ciertas cosas?”, plantea Barba. Tampoco van mejor las cosas cuando, ya en un contexto de estabilidad, los conejos no son capaces de asumir su propia felicidad. “No responsabilizarse es un pecado muy contemporáneo, y del populismo. Si la responsabilidad es exógena, siempre está fuera, dependiente de otro, el miedo a mirar hacia dentro y lo que uno es, pasa a ser un activador de la violencia”, apunta el escritor.

Los personajes de la novela beben de personajes reales, como Jesucristo, Stalin, Gandhi, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Donald Trump y Boris Johnson. “Todos están en algún punto, porque todos responden en cierto modo a ciertas categorías, y a la decadencia de los líderes. Como sociedad que se desresponsabiliza de todo tenemos siempre la tentación de pensar que los defectos de los líderes son suyos”, argumenta, poniendo como ejemplo el “acusar a Pablo Iglesias de que su personalismo es una especie de delirio de grandeza suyo, cuando en realidad era el propio movimiento el que le empujaba al personalismo constantemente”.

Acusar a Pablo Iglesias de que su personalismo es una especie de delirio de grandeza suyo, cuando en realidad era el propio movimiento el que le empujaba al personalismo constantemente

Andrés Barba
Escritor, traductor y ensayista

De hecho, opina que en el mundo actual “los líderes están hiperpersonalizados”, al tiempo que son “catalizadores de una energía social que los modifica y transforma”. “Por mucho que pensamos que Trump es una persona muy concreta o específica, en realidad es una categoría vacía, un hueco que llenamos de cosas. Los líderes nacen para ser devorados por la multitud que los ha ensalzado”, señala.

El autor destaca que todas estas dinámicas aplican a todos los líderes, sin excepción: “No debemos cometer la ingenuidad de pensar que un líder totalitario nace de un huevo totalitario. El totalitarismo se construye de manera sibilina, muy sofisticada aunque a veces no tanto, pero desde luego sí lo bastante lenta como para que no percibamos su evolución”.

Analizar las primeras espadas de la política conlleva hacer lo mismo con la propia historia, sobre la que Barba recurre a Marx para reflexionar en cuanto que “se repite como tragedia, y luego como parodia”, ya que considera que ahora estamos en “un ciclo paródico de la historia”.

No debemos cometer la ingenuidad de pensar que un líder totalitario nace de un huevo totalitario. El totalitarismo se construye de manera sibilina, muy sofisticada aunque a veces no tanto, pero desde luego sí lo bastante lenta como para que no percibamos su evolución

Andrés Barba
Escritor, traductor y guionista

Un ciclo en el que los ‘políticos clown’ han tomado protagonismo: “La mayoría de los políticos actuales tienen un lado de clown. Ayuso, Trump, Bolsonaro, Milei ni te cuento. Una cosa del ‘político clown’ es que es simultáneamente su versión idealista y la paródica. Y al convertirse en su versión paródica, se convierte en inatacable. Una cosa propia del payaso es que uno no sabe cómo interpretarle en clave cómica o seria todo el tiempo. Entonces, el propio discurso político se blinda precisamente por el doble sentido del clown. Y cuando todo está dicho en clave clown, e histriónica, no se puede pedir justificaciones ni nada”.

De ahí que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sea para Barba como “la reina del clown, tan eficaz. Todo lo que hace es absolutamente inatacable”. En conjunto, define a este tipo de políticos como “una especie de ‘kriptonita’ de la política. Es imposible dialogar con ellos sin quedar atrapado, sin perder los poderes naturales de las instituciones a las que, por otra parte, desprecian por completo”. Y pone como ejemplo cómo Milei ha utilizado todas las instituciones del Estado en Argentina para “vaciarlas por completo. Están ahí, pero como figuras de escenografía, de una especie de atrezo, atrezo de la democracia en realidad”.

Liberar a la literatura de la ideología

Andrés Barba defiende la literatura política, pero liberada de ideología, ya que considera que “la izquierda tiene la tentación de hacer en la literatura la justicia que no ofrece la vida. Usarla como para generar una especie de canal vicario de justicia”.


Andrés Barba, autor de ‘Auge y caída del conejo Bam’

En parte, hablando también en primera persona, como pensante de izquierdas, critica: “Tenemos un sentido de autocrítica bastante menos desarrollado del que pensamos, y al usar la literatura de esta forma, es ideologizada. Yo tengo pensamientos y valores de izquierda, pero no quiero usar este libro para decir lo malos que son los otros, lo quiero para pensar políticamente qué nos está pasando. Incluso a costa de decir que el resultado sea un poco pesimista”.

Para el autor, la “misión” de la literatura es “facilitar el pensamiento crítico, habilitar la narración en contra de la información, porque la información es consumo y lleva aneja la opinión”. “Siempre que recibimos una cápsula de información lleva una interpretación al lado. La narración no admite la opinión, es como un lugar de sentido de comunidad. Un espacio de identidad, de pensamiento crítico”, sostiene. “Si la literatura no nos sirve para pensar, no sirve para nada”, concluye.