Rencillas de directivos
Ayuso es castiza y prefiere repetir su palabra favorita, “libertad”, que encuentra el sentido que siempre tuvo en boca del ayusismo: libertad para que los demás te paguen la fiesta y, si puede ser, el ático. Libertad para que a algunos no les toquen los privilegios ni la cuenta de resultados
Ayuso acusa a Moncloa de “exagerar” con el hospital de Torrejón y lo atribuye a “rencillas entre directivos”
Un día le ha durado a la presidenta de la Comunidad de Madrid la intención de tomarse en serio el escándalo del hospital de Torrejón gestionado por el grupo Ribera Salud. Isabel Díaz Ayuso ya ha activado el modo “tengo el pelo blanco”, consistente en desviar la atención de cualquier error o chanchullo que afecte al poder radicado en la Puerta de Sol. Tomarse en serio lo ocurrido sería admitir que su modelo de privatización de la sanidad y transferencia de dinero público a empresas privadas es una estafa a los ciudadanos madrileños, que ya baten récords nacionales en la contratación de seguros médicos privados. Cómo se lo va a tomar en serio si uno de los pilares de acción del Gobierno autonómico pasa por acabar con la sanidad mientras se asegura que la región tiene los mejores hospitales de España. No sería extraño que Ribera Salud acabara recibiendo un premio a la excelencia empresarial de manos del icono nacional de la libertad, esa mujer perseguida por los poderes del Estado, que dice el alcalde Almeida, la presidenta que sale triunfante de cualquier batalla, por sucia que sea.
Mientras llega ese momento, Ayuso asegura que los audios del CEO del grupo sanitario “están sacados de contexto” y son “conversaciones privadas” que reflejan “rencillas entre directivos”. Imagino a un exministro y su exasesor aplaudiendo desde su celda en Soto del Real, tomando apuntes para su futura defensa o para escribir un tuit en el nombre de Ábalos. Un audio solo es un audio y el contexto es el contexto. Si estuviéramos en Valencia, Ayuso hubiera dicho: “tranquilos che, que todo va cojonudo”. Ayuso es castiza y prefiere repetir su palabra favorita, “libertad”, que encuentra el sentido que siempre tuvo en boca del ayusismo: libertad para que los demás te paguen la fiesta y, si puede ser, el ático. Libertad para que a algunos no les toquen los privilegios ni la cuenta de resultados. Libertad para escoger el hospital en el que te van a poner en lista de espera hasta que el cuerpo aguante.
En el mismo acto de celebración de la Constitución en el que Ayuso ha explicado pacientemente al vulgo qué es una “rencilla de directivos”, algo demasiado complicado para el madrileño medio que paga una habitación a precio de Huevo Fabergé, estaba Alberto Núñez Feijóo. El líder de la oposición ha anunciado que su partido ya ha pasado página de los hechos ocurridos el día de la dana (qué cosa tan molesta ha debido de ser para él que lleven un año dándole la murga con las víctimas y las mentiras de Carlos Mazón), antes de ofrecernos una nueva interpretación de la ristra de trolas con la que nos ha obsequiado el expresident: “Mazón ha dicho aquello que considera que es verdad”. Acabáramos. Ni Steve Bannon cuando se inventó lo de posverdad.
Dado ya carpetazo definitivo a la dana y el suculento negocio de las colaboraciones público-privadas, el Partido Popular volverá el lunes a su programación habitual. Ayuso a ETA y la dictadura sanchista y Feijóo a los “guarros” del PSOE. No se puede negar que nos dan espectáculo mientras nos roban la bolsa y a veces también la vida. Y los ciudadanos preocupados por si en Urgencias te califican de paciente leve aunque estés con un pie en el otro barrio. Como diría cualquier directivo de la sanidad privada: ¿es que en este país ya nadie piensa en el EBITDA?