Adiós a Robe, el poeta que nos enseñó la belleza adolescente y el dolor de la destrucción
El líder de Extremoduro marcó a más de una generación con sus letras sobre el amor, el deseo, la droga y la marginalidad, composiciones que fueron la semilla de toda una nueva ola de bandas en el rock español
Muere Robe Iniesta, líder de Extremoduro, a los 63 años
Hoy escribimos por no empezar a beber y llorar. Como él, intentaremos hacerlo sin goma de borrar, seguros de que fracasaremos en el empeño. Somos de dos generaciones distintas, con gustos musicales diferentes, en realidad incluso contradictorios si eso es posible, pero compartimos nuestra afición por juntar letras y sabemos que con las de Robe aprendimos a reivindicar, a rebelarnos contra los estados policiales y a quemar los malos sueños.
Pocos músicos y letristas han sido más imitados que Roberto Iniesta Ojea. Desde que en su Plasencia natal Extremoduro llamara la atención en el año 89 con su primera maqueta Rock transgresivo, a la que siguieron tres apresurados discos, toda una nueva ola musical nació en España, con grupos como Marea, La Fuga o Silencio Absoluto como grandes exponentes. Y todos querían escribir la poesía que salía de los dedos mágicos del extremeño.
‘Amor Castúo’ es una canción importante de Extremoduro. Apareció en el número 4 de su primer disco de estudio, con el que Robe no quedó contento, pero luego fue la que escogió para abrir su primer álbum en directo, ‘Iros todos a tomar por culo’, con el que se consagraron al grito de “qué asco de falsas esperanzas”. Las suyas y las nuestras.
“Paso las horas sin comer, pinto la vida sin papel, vuelo en el aire sin motor. Primero rompo el corazón, de un mundo que no puedes ver, luego me vuelvo a mi rincón”, rezaban los primeros versos del himno que demuestran que en Iniesta el complemento “callejero” no minimiza en nada el apelativo de poeta.
En una primera etapa, Extremoduro se ganó a pulso la leyenda de banda maldita. Durante la llamada ‘era del caos’, los conciertos del grupo eran eso, caóticos, sobre todo por el consumo y abuso de alcohol y drogas del líder, que apenas podía completar el cuarto de hora de actuación en directo sin tener que parar.
“Me da igual, me voy a poner del tó ya sin parar. Me da igual, del tó ya. Voy a dar la vuelta a tó y no sé muy bien porqué, y a romper, del tó ya”.
Los primeros noventa fueron, sin embargo, un momento de grandísima creatividad del grupo. Extremo se consolidó en un rock duro ecléctico y de autor, a veces de inspiración en el folklore español y el flamenco, otras más tendente al rock and roll clásico e, incluso, a veces inclinado a sonidos más metálicos y hardcore. Pero probablemente eso no hubiera valido sin maridarlo con unas letras que conectaban con la rebeldía de quien fue adolescente en los 90.
Instalado en Rubí (Barcelona), primero, y en Bizkaia después, al líder de Extremoduro le sucedía que se cansaba de ser hombre, también de su piel y de su cara. Pero, también le sucedía, que se le alegraba el día si veía al sol secándose sus bragas. Porque si alguna cosa tenía Robe, hasta en los momentos más oscuros, era una estrellita, pequeñita, pero firme.
Robe mezclaba como nadie el amor y el deseo con la droga y la marginalidad, el enfado y la tristeza con un halo cómico y despreocupado sobre la vida, el sexo más descarnado y animal con unas concesiones a lo cursi que enternecen.
“No necesito alas para volar, prefiero LSD. No necesito verte pa’ saber, que no te olvidaré”
En España, Iniesta siempre fue un bicho raro, un letrista inclasificable. Aunque, desde una perspectiva más internacional, el líder de Extremoduro aparece perfectamente incardinado en la corriente del realismo sucio, al lado de Charles Bukowski o Raymon Carver. Ninguno de esos eran sus referentes. Y sí lo eran, sin embargo, la tradición lírica española, muy especialmente los poetas en lengua castellana del XX, de Lorca a Miguel Hernandez. Que nos perdone Serrat, pero nadie mejor que Robe ha puesto música a Machado cuando recitaba:
Llanuras bélicas y páramos de asceta
¿No fue por estos campos el bíblico jardín?
Son tierras para el águila, un trozo de planeta
Por donde cruza errante la sombra de Caín.
La trayectoria de Extremoduro e Iniesta dieron un giro en la primera década del siglo XXI, cuando el éxito comercial ya los había convertido en estrellas. ‘La ley innata’, del año 2008, llegó a las primeras listas de éxitos y las giras empezaron a ser multitudinarias. Tras una bronca nunca bien explicada, llegó la separación y la carrera en solitario de un Robe que sobresalió en su faceta más intimista. Le seguimos, no siempre del todo convencidos, pero nos hubiésemos equivocado si al convertirse en ‘hombre pájaro’ no nos hubiésemos enredado en sus desvaríos. Éramos los de siempre, los de Extremoduro, y los que se sumaron entonces para ayudar a que no se le llevase el aire.
Robe se ha ido y con él se van los mejores años de una generación que se hizo mayor bebiendo kalimotxo y aspirando a conocer la belleza. En habitaciones cerradas y en esos botellones que nos han trascendido. El mejor poeta que ha dado el rock español y el que dictó cómo debían escribirse letras durante tres décadas. Como escribió él para el poeta Marcos Ana, Te juzgarán solo por tus errores (yo no). Pero suponemos que debemos alegrarnos porque, como Jesucristo García, Robe había concretado la fecha de su muerte con Satán, solo que el líder de Extremoduro nunca pudo engañarle del todo.