‘Acoso’, la palabra del año para el PSOE
No se comporten como un viejo partido de la más recalcitrante partitocracia, defendiendo a los acosadores sólo porque son del querido aparato. Persíganlos, sin tregua ni reposo. Den ejemplo. Hagan una remodelación radical que mande un mensaje a todas las españolas: aquí estamos, somos los de las mujeres. Muchas lo están —lo estamos— esperando.
‘Acoso’, del verbo ‘acosar’, es la palabra del año en el PSOE. La RAE lo define así: “Perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona”. El Gobierno se siente acosado. Y lo está. La pretensión de desestabilizar psicológicamente a Pedro Sánchez se deja ver con especial saña desde 2023. Tras los cinco días de abril de 2024 en que se retiró a meditar, se encendió el piloto naranja en la sala de máquinas. Decidió continuar, pero acosado.
Era sólo el principio del hostigamiento judicial a Begoña Gómez, investigada por el juez Peinado desde hace veinte meses. La Audiencia Provincial lo ha corregido varias veces, pero no termina de atreverse a quitarle el juguete. Peinado sigue pidiendo informes, comparecencias, reclamando correos de años. Lo que se llama ir de pesca: perseguir sin dar tregua ni reposo.
Hoy acosa quien puede, basta con tener los medios para hacerlo. En distintas direcciones, la política parece reducida a un ejercicio de hostigamiento judicial, parlamentario, mediático. Pero pasan cosas: esta semana se ha aprobado una ley para impedir a las compañías acosarnos por teléfono. Eso sí, el café cada vez más caro.
En el estado mental de acoso nadie toma buenas decisiones. Imaginemos una gacela perseguida por una manada de leones. Puede huir durante mucho tiempo, pero es posible que se lance por error a un río de aguas bravas. El presidente del Gobierno confió en Santos Cerdán hasta el último minuto, porque interpretó las señales como parte del asedio. Y quiso confiar en Francisco Salazar. Se ha cronificado la persecución. Es la única esperanza de Feijóo: perseguir hasta agotar. Y que la pieza la cobre Vox. Pero volvamos al acoso.
El diccionario recoge el sintagma ‘acoso sexual’. Es el que “tiene por objeto aprovecharse sexualmente de una persona, frecuentemente abusando de una posición de superioridad” (está redactado al descuido, lo sé por esos dos adverbios en -mente tan seguidos, pero copio literal). Es la definición del comportamiento de Salazar, José Tomé, y la ristra de babosos cuyos nombres estamos conociendo. Acaba de empezar y puede dar mucho de sí. A las víctimas no se las suele escuchar, pero el momento les otorga un plus de credibilidad. Todo sucede dentro del partido: el acosado, acosador.
La respuesta que está dando el PSOE sólo se explica porque, bajo el síndrome de la persecución, se toman malas decisiones. Pero esgrimir que no encontraron hueco para una reunión online con Salazar en cinco meses, o que trataron con diligencia las denuncias, no es creíble. El PSOE no puede perder la credibilidad en esto. En su zozobra, la secretaria de organización, Rebeca Torró, llegó a decir el viernes que Javier Izquierdo “había renunciado a sus órganos”. Hombre, tampoco hace falta que venda un riñón. Pero el partido no está razonando bien. Hay una mujer que sí percibe lo que está en juego: Silvia Fraga, hasta ahora secretaria de Igualdad del PSdeG, ha dimitido por “coherencia y dignidad”, porque siente que no ha recibido las explicaciones pertinentes. ¡Pero no! Debería ser al revés, debería marcharse quien no ofrece explicaciones.
El machismo existe en todos los países y culturas, en todas las religiones, idiomas y clases sociales; se adapta a cualquier clima, a todas las épocas históricas; es urbano y rural; es burdo y refinado… ¿Alguien pensaba que el PSOE era el único lugar del mundo libre de machismo? A estas alturas, hace falta un puñetazo en la mesa al máximo nivel. Y dos decisiones drásticas: una, en contra de los acosadores, y quienes los han comprendido, justificado o encubierto. Y la segunda, a favor de las muchas mujeres socialistas que merecen estar en el cogollo del poder del partido, y no por debajo de babosos, puteros o corruptos. Ellas van a proteger mejor a Pedro Sánchez que tanto arribista.
No se comporten como un viejo partido de la más recalcitrante partitocracia encubriendo a acosadores sólo porque son del querido aparato. Persíganlos, sin tregua ni reposo. Den ejemplo. Hagan una remodelación radical que mande un mensaje a todas las españolas: aquí estamos, somos los de las mujeres. Muchas lo están —lo estamos— esperando. Aparquen todo y piensen con claridad un instante, aunque sea lo último que haga este Gobierno. Esto debe tener una salida digna, gloriosa e inspiradora, a la altura de las conquistas históricas que el PSOE ha logrado para las mujeres españolas. Es hora de dejar de huir y volver a situarse en vanguardia.