España no es un infierno fiscal: la recaudación aumenta pero sigue lejos de las ‘grandes’ europeas
Los datos de la OCDE arrojan que la presión fiscal aumentó al 36,7% del PIB en 2024, tres décimas más, aupada por la desaparición de rebajas de impuestos y por el impulso del empleo
El sistema tributario español es menos progresivo que el resto de Europa y reduce 8 puntos menos la desigualdad
España está lejos de ser un infierno fiscal como se defiende desde los partidos políticos de la derecha o de los ámbitos académicos más liberales. La presión fiscal en España, el indicador que relaciona el total de ingresos por impuestos y cotizaciones sociales sobre el tamaño de la economía medido en términos de PIB, avanzó en 2024 al 36,7%, según los últimos datos de la OCDE publicados la semana pasada. Por encima de la media de la organización de economías avanzadas (34,1%), pero muy lejos de los pares europeos con Estados del Bienestar semejantes
España lleva décadas rezagada en comparación con el resto de los grandes países de la Unión Europea. Por ejemplo, en el año 2000 la presión fiscal se situó en el 33,1% del producto interior bruto (PIB). Lejos de la locomotora del euro, Alemania (36%), pero a años luz de otros vecinos como Italia (40,1%), Francia (43,7%) o Suecia (50%).
En los últimos años, sobre todo desde la pandemia, se ha cerrado ligeramente esa brecha. Pero, en realidad, la recaudación en relación con el PIB se encuentra en niveles similares a los de 2007, el momento de mayor auge antes de que estallara la burbuja inmobiliaria.
2024 cerró con una presión fiscal tres décimas superior a la de 2023, gracias a la desaparición de varias medidas de alivio fiscal como consecuencia de la crisis inflacionaria y por la mejora del empleo. Aún está a siete décimas del máximo que se alcanzó en 2021 (37,4%), aunque aquel fue un año extraño, en el que el derrumbe económico fue compatible con la estabilidad de la recaudación. Gracias, fundamentalmente, a las medidas desplegadas por el Estado para evitar una crisis de rentas.
El último estudio de la OCDE destacó que España había aumentado su presión fiscal 5,6 puntos desde 2010, el doble que la media de la organización. Sin embargo, España partía también de una posición más baja con respecto a sus pares y tardó más que el resto en recuperarse de la brecha de la crisis financiera. En la OCDE hay miembros con tasas muy reducidas de ingresos tributarios sobre el PIB, como México (18,3%), Turquía (24%) o Estados Unidos (25,6%), lo que arrastra considerablemente la media del conjunto.
Recaudamos menos en IRPF e IVA
“Lo que significa que estemos varios puntos por debajo en presión fiscal respecto al PIB en comparación con nuestros socios, es que recaudamos menos en función de la renta de nuestro país”, explica la catedrática de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Alcalá, Olga Cantó.
El catedrático de Economía Aplicada e investigador de Funcas, Desiderio Romero, detalla que hay una diferencia entre los datos macro agregados y cuál es la composición, impuesto por impuesto. “En los últimos años, desde 2019, la recaudación ha aumentado muchísimo en algunos impuestos como el IRPF. Aquí tiene su efecto la progresividad en frío, que el Gobierno no lo haya actualizado con la inflación, pero también por la llegada de más factor trabajo por la inmigración”, asevera. Es decir, porque nunca ha habido tanta gente trabajando.
Romero subraya que la imposición se centra demasiado en el factor trabajo y también en las cotizaciones sociales –que si bien no son tributos al uso, se utilizan en el cómputo de la presión fiscal– y no tanto en los impuestos al consumo, algo que la Comisión Europea o la propia OCDE vienen recomendando desde hace años.
Por ejemplo, de acuerdo con los últimos datos comparados de la OCDE, España recaudó un 9,1% de su PIB por IRPF, una cifra histórica. Es una cifra similar a la de Francia (9,3%), pero Alemania recauda por este concepto el 10,1%, Italia el 11,8% y Bélgica el 12%.
Una de las claves por las que Cantó –que participó en la redacción del Libro Blanco para la reforma tributaria de 2022– cree que España está tan lejos en presión de nuestros socios es porque los dos grandes impuestos recaudadores, el IRPF y el IVA, tienen una “dimensión” pequeña. Esto es, que captan menos de lo que deberían en función de la renta. Y, en el caso del IRPF, a pesar de tener un diseño bastante progresivo (funciona por tramos y a cada uno se le aplica un tipo impositivo creciente, por lo que paga más quien más gana), está afectado por numerosas desgravaciones. Esto reduce su “dimensión” y lo hace, también, menos redistributivo.
Los impuestos en IRPF y Sociedades en cada país
Porcentaje de impuestos recaudados en cada país sobre el PIB. A la izquierda el correspondiente a IRPF, a la derecha el de sociedades
Fuente: OCDE
El objetivo descafeinado de subir la presión fiscal
Una de las metas que se fijó el Gobierno de Pedro Sánchez a su llegada a La Moncloa fue la convergencia en presión fiscal con el resto de los Veintisiete. De hecho, fue uno de los compromisos que se adquirió en el Plan de Recuperación, donde se reconocía la “necesidad de garantizar el adecuado equilibrio entre la consolidación a medio plazo de las finanzas públicas y el fomento del crecimiento económico”. “Ello pasa necesariamente por acercar los niveles de tributación de España a la media de los países de nuestro entorno, garantizando así la sostenibilidad a medio plazo del Estado del bienestar”, apuntaba una de las versiones del documento acordado con Bruselas.
La reforma fiscal que se comprometió para recibir los fondos europeos tenía ese objetivo, aunque en modificaciones posteriores se rebajó su impacto a aumentar la recaudación en 0,3 puntos del PIB al año, algo más de 5.000 millones anuales. Fue el paquete fiscal que se aprobó a finales del año pasado, no sin sudor, lágrimas y casi sangre por parte del Gobierno. Hasta octubre, según los últimos datos de la Agencia Tributaria, ha captado 5.400 millones de euros.
De acuerdo con las métricas de Eurostat, que difieren ligeramente en su metodología de las de la OCDE, la presión fiscal media en la Unión Europea es del 40,4% y en la zona euro, del 40,9%. En España, es del 37,3% del PIB. Cerrar la brecha con nuestros socios supondría recaudar cerca de 50.000 millones más cada año. El año pasado, los ingresos fiscales del Estado se situaron cerca de los 600.000 millones de euros.
Y a pesar de que los datos muestran que la recaudación en España está lejos de ser confiscatoria y de ser un infierno fiscal, numerosos think tanks liberales presionan con la idea a través de informes con indicadores de esfuerzo, cuñas o cargas. El Instituto de Estudios Económicos, dependiente de la CEOE, publicó recientemente un análisis en el que comparaban la presión fiscal sobre los beneficios empresariales, arrojando que era del 41,6% frente al 31% de la OCDE.
Así se distribuye la recaudación de los impuestos en cada país
Porcentaje de impuestos recaudados para cada categoría (sobre bienes y servicios sobre la propiedad…) cada año para cada país respecto al PIB y valor medio de la OCDE
Fuente: OCDE
Más allá de trajes hechos a medida para justificar la deriva anti impuestos, lo cierto es que las presiones de gasto público van a ser mayores en los próximos años. “El gran problema a largo plazo con los ingresos es el del envejecimiento. En los próximos años el gasto en pensiones, en sanidad, los cuidados… Se va a disparar”, apunta Romero.
A ello hay que sumarle otras presiones, como las vinculadas al gasto en Defensa, por ejemplo. Y sin una recaudación robusta, no hay servicios públicos fiables. “No es posible tener Estados del Bienestar que puedan homologables a los países centroeuropeos como Francia o Alemania simplemente diciendo que hay que ser más eficiente. No existen Estados del Bienestar que puedan conseguir esos niveles de calidad sin ingresos. Los países que tienen menos presión fiscal tienen sistemas más débiles en todo el Estado del Bienestar, no hay mucha más tela que cortar”, zanja la catedrática Cantó.