No solo la piel, el pelo también envejece: cómo cuidarlo para frenar sus signos y fortalecerlo

No solo la piel, el pelo también envejece: cómo cuidarlo para frenar sus signos y fortalecerlo

El cabello cambia visiblemente con el paso del tiempo, y no solo hablamos de la transformación de su color o la aparición de canas: también se vuelve más fino y se quiebra con mayor facilidad

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Hoy en día estamos muy concienciados sobre el envejecimiento de la piel, pero casi nunca tenemos en cuenta que el cabello también se deteriora con el paso del tiempo. A medida que cumplimos años, la piel se vuelve menos elástica y más seca, apareciendo así las arrugas y la flacidez cutánea, pero aún sorprende que el cabello cambie visiblemente, y no solo hablamos de la transformación de su color o la aparición de canas; también se vuelve más fino y se quiebra con mayor facilidad.

Uno de los motivos por los que nuestra melena se deteriora es la circulación sanguínea en el cuero cabelludo. Consecuentemente, las vitaminas y oligoelementos necesarios llegan en menor cantidad al cabello y el manto hidrolipídico está menos protegido y más expuesto a los factores externos del medio ambiente. Asimismo, el diámetro de cada pelo se reduce debido a que el sebo, la producción natural de aceite del cuero cabelludo, también decae, dando lugar a una disminución de la densidad capilar, lo que implica un cabello más frágil, opaco y fino de lo habitual. 

Sin embargo, estos cambios no son uniformes, pueden variar según factores como el tipo de cabello, la genética, la zona en la que vivimos o el deporte que practicamos. Yolanda Izquierdo, especialista en salud capilar de Montibello, explica que “hay factores hormonales, de estilo de vida y ambientales que pueden acelerar el envejecimiento que experimenta el cabello”. “Algunos son más difíciles de combatir que otros –añade–, pero es posible frenar el proceso”.

“Los trastornos hormonales en la etapa de la adolescencia y la menopausia están ahí, tanto hombres como mujeres los sufren. Pero también hay que tener en cuenta la alimentación, el estrés y, por supuesto, la forma en la que cuidamos y tratamos nuestro cabello”, dice Izquierdo. Utilizar determinados productos del modo y en los tiempos adecuados es fundamental.

Factores que intervienen en el envejecimiento capilar

La edad

Los principales signos que revelan el paso de los años son un cabello más fino, con menos cantidad e, incluso, con cambios de pigmentación y elasticidad, así como la aparición de las primeras canas. Que el pelo se vuelva gris es debido principalmente al factor genético, así como a la baja actividad de los melanocitos, al incremento del efecto del estrés oxidativo y al fallo de los mecanismos de defensa antioxidante.

Trastornos hormonales 

Durante la adolescencia, cuando la regeneración celular y los cambios hormonales están más acelerados, podemos percibir cómo el cabello experimenta un exceso de sebo o hiperhidrosis en el cuero cabelludo, lo que da lugar a un pelo más graso. También en esta etapa puede alterarse la estructura, así como su forma: es frecuente que se vuelva más liso o rizado y con más encrespamiento.

En la etapa de la menopausia, en cambio, sucede todo lo contrario: al disminuir el riego sanguíneo, el cabello se nutre más débilmente, con lo que se muestra más fino y débil, además de con menor cantidad porque, en este periodo de la vida, se incrementa también la caída. Otro cambio que se produce durante la menopausia es el incremento de canas.

Estilo de vida 

El estrés, la alimentación, no beber suficiente agua y tampoco dormir lo necesario son factores que alteran y aceleran el envejecimiento capilar, y en este caso sí está en nuestra mano actuar más que en otros supuestos.

Cuidados específicos 

Para mantener el buen estado y la salud del cabello también es clave escoger el champú, el acondicionador, la mascarilla y los productos de acabado más adecuados para cada tipo. Para ello, y en caso de no padecer algún problema que requiera de la consulta específica a un dermatólogo, se puede buscar asesoría con un profesional del cabello en un salón de peluquería.

Yolanda Izquierdo también destaca que “es importante evitar el uso abusivo de fuentes de calor (planchas, secadores) y proteger el cabello con un producto adecuado para ello antes de su aplicación”. “Y, por supuesto, tener especial cuidado en verano con protectores capilares, ya que el sol también favorece su deterioro y envejecimiento”, añade.

Respecto a la edad en que se manifiesta el declive capilar y los síntomas que aparecen, Izquierdo señala que “los cambios más significativos del envejecimiento capilar se producen a partir de los 40 años, cuando el cabello empieza a recibir menos nutrientes y se empieza a acelerar la oxidación celular. Estos factores se traducen en un cabello más fino, con menos cantidad, volumen y densidad. Y es en este momento cuando se incrementa también la aparición de canas. También a nivel estructural se producen alteraciones y es en esta década cuando empezaremos a percibir una pérdida de brillo y un cabello más liso o encrespado, al estar más debilitado”, detalla.

“Aunque no podemos luchar contra el paso del tiempo, la buena noticia es que, hoy en día, podemos retrasar los signos del envejecimiento en nuestro cabello con una buena rutina y frenar sus síntomas, del mismo modo que hacemos con nuestra piel”, prosigue Izquierdo. Y lo primero y más fácil es “seguir un estilo de vida saludable, que incluya una dieta mediterránea, rica y variada, con legumbres, cereales, proteínas…. Estos alimentos nos aportan las vitaminas y oligoelementos necesarios para mantener nuestro cabello fuerte y sano”.

Seguir una buena rutina capilar, a ser posible con productos que contengan ingredientes de origen natural, nos permitirá asimismo lucir una melena saludable. “En función de las necesidades de cada tipo de pelo, hay que escoger la gama más adecuada”, apunta la especialista capilar. “Dependiendo de la fórmula, encontramos en mayor o menor medida potentes activos antiedad utilizados en el skincare como péptidos y aminoácidos, que rellenan el córtex y fortalecen el cabello; también antioxidantes, que combaten las agresiones externas y los radicales libres; nutrientes que energizan y revitalizan los folículos (raíz del cabello) para un crecimiento fuerte y saludable, y lípidos esenciales, que restauran la fibra, aportan elasticidad y reequilibran el cuero cabelludo”, concluye.