Alberto Reyero: «Las víctimas de tragedias de gobiernos del PP se vuelven enemigos, se les acusa de estar politizados»

Alberto Reyero: «Las víctimas de tragedias de gobiernos del PP se vuelven enemigos, se les acusa de estar politizados»

Cinco años después de la pandemia, la Justicia ha abierto dos causas para investigar los protocolos de la Comunidad de Madrid que impidieron trasladar a miles de usuarios de residencias y uno de los primeros testigos en declarar ha sido el exconsejero del Gobierno regional

La jueza de Leganés que investiga las muertes en residencias abre la puerta a la imputación de otro alto cargo de Ayuso

Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a cargar esta semana contra Alberto Reyero, exconsejero de Asuntos Sociales por Ciudadanos durante la pandemia. En una entrevista con Telemadrid, la presidenta madrileña llegó a calificarlo de “desleal”. Reyero fue el primer miembro de ese Gobierno que alertó sobre las decisiones que se estaban tomando en la Consejería de Sanidad al evitar la derivación de ancianos contagiados por COVID-19 en las residencias. Aquella época, marcada por la crisis sanitaria y la gestión de los centros de mayores, quedó relatada en su libro Morirán de forma indigna (Libros del KO, 2022).

El exconsejero se ha convertido en uno de los grandes apoyos de las familias de las víctimas de la pandemia. Este martes fue uno de los primeros testigos en declarar en la causa abierta por un Juzgado de Leganés para investigar los protocolos implementados por el Gobierno de Ayuso. En ese proceso están imputados Carlos Mur, director de coordinación sociosanitaria durante la crisis de la COVID-19, y su sustituto en el cargo, Francisco Javier Martínez Peromingo. Estos dos profesionales sanitarios ya estaban citados como investigados en la causa abierta por el Juzgado número 3 de Madrid.

¿Qué balance hace del hecho de que, cinco años después, varios altos cargos de la Comunidad de Madrid tengan que dar explicaciones ante la Justicia por los protocolos que impidieron la derivación de miles de ancianos?

Llega tarde. Cinco años después es mucho tiempo, y una de las cosas que me parece muy positiva es celebrarlo por las familias, que han estado luchando durante todo este tiempo. Han sido cinco años difíciles, pero parece que empiezan a ver algo de luz al respecto. Yo siempre lo digo con mucha cautela, porque tampoco sabemos qué es lo que va a significar. Ha habido muchos juzgados que han archivado las causas, pero hay dos en los que parece que van a prosperar y en los que van a declarar altos cargos del Gobierno de Ayuso. En ese sentido, estamos expectantes, a la espera de ver qué es lo que cuentan.

Usted declaró el martes como testigo en la causa abierta por un juzgado de Leganés. ¿En qué consistió su comparecencia?

La declaración que hice ayer [por el martes] en el juzgado fue muy similar a lo que vengo diciendo desde que era consejero, cuando escribí el libro y también cinco años después. Considero que los protocolos eran discriminatorios, y que el carácter delictivo o no de los mismos lo tendrá que decidir un juez. A partir de ahí, hice un pequeño repaso de aquellas cosas que me preguntaron las partes.

El mismo día de su declaración, en una entrevista en Telemadrid, la presidenta aseguró que se arrepiente de los “fichajes que hizo de Ciudadanos”, entre los que usted se encuentra, por “desleales y canallas”. Llegó a asegurar que a usted le “tuvo que destituir”.

Se retrata por sí misma. En el gobierno no estábamos fichajes de Ciudadanos, éramos un gobierno conjunto entre PP y Ciudadanos. Nadie me destituyó, sino que dimití. No voy a entrar en descalificaciones porque el único objetivo que tienen es desviar la atención. Lo que tiene que hacer Isabel Díaz Ayuso es dar explicaciones sobre por qué elaboraron esos protocolos y reunirse con las familias. Después de cinco años, ya le falta tiempo para hacerlo.


Alberto Reyero durante la entrevista con elDiario.es

Usted dimitió en octubre de 2020, meses después de la aplicación de los protocolos. ¿Por qué tomó la decisión en ese momento?

Decidí dimitir cuando acabó la primera ola, a mediados de junio. Creía que por responsabilidad no me podía ir en medio de la primera ola. Lo transmití a mi partido, al que debía el hecho de ser consejero. Al principio, hubo mucha resistencia. No me quería ir por las bravas, aunque era una decisión mía y lo podía haber hecho perfectamente. Hasta que al final conseguí convencerles y me marché en octubre. Esos últimos meses se me hizo muy difícil compartir espacio y mesa con personas que me habían demostrado que no tenían ningún escrúpulo.

Cuando ya manifesté públicamente lo que pensaba de los protocolos, la reacción que hubo me reafirmó en que no tenía ningún sentido continuar allí porque, además, me estaba enfrentando a un poder mediático contra el cual yo no podía hacer nada. En algún momento intentaron señalarme como responsable de lo que estaba ocurriendo. Luego encontraron el chivo expiatorio de Pablo Iglesias y parece que se olvidaron un poco de mí.

Usted, que formó parte de un gobierno de Ayuso, conoce bien el engranaje de la Puerta del Sol. ¿Cómo cree que han sido acogidas estas dos decisiones judiciales por parte de Ayuso y de su jefe de gabinete?

Parece que hay algo de confusión y, además, algunos comentarios respecto a la Fiscalía y, en concreto, a la primera jueza, me han sorprendido. Últimamente se habían convertido en los adalides de que no se podía criticar a ningún juez y precisamente lo que han incurrido es en achacar que la jueza del primer juzgado [que abrió una investigación por los protocolos] parece que fue alto cargo de [José Luis Rodríguez] Zapatero.

Creo que siempre hay que respetar a los jueces, tanto cuando lo que dicen nos gusta como cuando no nos gusta. En este caso, parece que no les gusta, pero habrá que esperar a ver qué ocurre, porque a lo mejor deciden archivarlo. Y tampoco podríamos decir que eso es por alguna razón espuria. Veremos qué deciden.

La primera buena noticia es que van a investigar los protocolos, que hasta ahora eso no se había hecho. Hasta ahora, las personas imputadas solían ser directores de residencia o médicos, quienes sufrieron la aplicación de esos protocolos. Ahora, parece que se va a ir al meollo de los que lo crearon: el firmante y quien dicen que fue el ideólogo.

¿Qué responsabilidad cree que tuvieron realmente las personas que están imputadas, como Carlos Mur y Francisco Javier Martínez Peromingo, en la implementación del protocolo?

El primer protocolo fue el 18 de marzo. El segundo, el 20. Ese lo conocí el día 21, el día 22 informé al consejero de Sanidad [Enrique Ruiz Escudero] acerca de lo que pensaba, las consecuencias que eso podría tener, y hablaba de lo que luego se convirtió en el título de mi libro: que morirían de forma indigna si se aplicaran esos protocolos. Por lo tanto, si hubiera ido por libre en ese momento, que lo dudo, hubieran reaccionado. Entiendo que formaba parte de unas decisiones que no acabo de comprender por qué se tomaron y de las que espero que, por una vez, haya explicaciones que no se han dado ni en sede judicial, ni ante los periodistas, ni en la propia Asamblea.

¿Qué respuesta le dio Enrique Ruiz Escudero?

Nunca me dieron una respuesta directa a eso y, por supuesto, nunca por escrito. Siempre se explicaba que las decisiones sobre derivar o no a una persona se basaban en criterios clínicos y personalizados. Las di por buenas, pero, según fueron pasando los días, me di cuenta de que eso no era correcto y que lo que se estaba haciendo era una discriminación en bloque a personas simplemente por el hecho de vivir en una residencia, de tener discapacidad y dependencia.

Es una discriminación que, por ejemplo, no se produjo con personas con la misma discapacidad y dependencia que vivían en sus domicilios particulares, que podían acudir a urgencias al hospital, se las valoraba y se decidía qué hacer con ellas. En este caso, es que no había esa posibilidad, sino que había un bloqueo absoluto por parte del hospital en cuanto se les llamaba por teléfono. Desgraciadamente, la única vía que se abrió, y de manera indecente, fue que pudieron ser derivados quienes tenían un seguro privado, que fueron los que superaron esos obstáculos.

La apertura de estas nuevas causas judiciales se debe a un cambio de estrategia judicial por parte de la defensa de los familiares de las víctimas. ¿Cómo valora la lucha de las familias durante cinco años para intentar que alguien asuma algún tipo de responsabilidad por las decisiones que se tomaron?

Lo valoro muy positivamente, porque es una lucha que ha sido muy complicada, muy difícil, con muchos reveses, y que va teniendo sus frutos. Me alegro de que se den pasos para una reparación. Lamentablemente, con las familias ha ocurrido, como en otras tragedias, parece que las víctimas de desgracias que se producen bajo gobiernos del Partido Popular se convierten en enemigos. Se les acusa de estar politizados, totalmente instrumentalizados por los partidos, de solo querer hacer daño.

Lo que quieren es averiguar qué es lo que pasó con su padre, con su madre, con su abuelo, con su abuela. Y quieren respuestas, y hasta ahora no se les ha dado ninguna. Desgraciadamente, cinco años después, es duro decirlo, pero no ha habido ni una reunión por parte de la presidenta con las víctimas. Eso no significa reconocer ninguna responsabilidad, simplemente sentarse con ellas y sentir su dolor. No acabo de entender por qué se produce esa situación, pero, cinco años después no ha habido ninguna reunión entre las familias y el gobierno.

La presidenta aseguró que las personas mayores que tenían Covid en la primera ola de la pandemia “no se salvaban en ningún sitio”. Su jefe de gabinete lanzó bulos en redes sociales señalando a hijas de fallecidos. ¿Cómo valora la actitud que ha tenido Ayuso y su Gobierno con estos familiares?

Me parece una absoluta falta de empatía y creo que es lo mínimo que tiene que tener cualquier cargo público. Parece que ser ‘malote’ ahora está de moda (…). No podemos negar que vivimos una situación extrema, en la que hubo muchos fallecimientos y la situación era extremadamente complicada. Pero hubo gente que se salvó, aproximadamente el 60% de las personas de residencias que fueron a hospitales sobrevivieron, con lo cual, los hospitales fueron lugares en los que muchas personas sobrevivieron.

No solo se trataba de que morían o sobrevivían en el hospital, sino cómo morían. No es exactamente la frase que dijo [Ayuso], pero es muy parecida a lo de “se morían igual”. No es lo mismo morir con tranquilidad, con atención sanitaria, con cuidados paliativos, con morfina, que morirse sin ningún tipo de atención sanitaria. Morirse en una situación de neumonía o de COVID significa morirse ahogados por falta de aire.

Usted, que ha formado parte de un Gobierno de Ayuso, ¿intuía en ese momento el perfil político que tenía la presidenta?

Se empezó a perfilar políticamente Ayuso a partir de la llegada de Miguel Ángel Rodríguez, que fue el momento en el que decidieron que había que darle una visibilidad nacional, que se convirtió en ser la anti-Sánchez. Así se empezó. Llegó la pandemia y se utilizó para sacarle partido a esa figura, además con muchísimo éxito, y para utilizar IFEMA, que se convirtió en una plataforma de marketing, un plató televisivo, un lugar que me parece absolutamente indigno.

Es uno de los grandes errores del Gobierno, tendrían que explicar por qué se enviaron 1.800 sanitarios a IFEMA y no se envió a nadie a las residencias. Durante el tiempo en el que estuvo abierto [el hospital de] IFEMA, solo fallecieron 16 personas de 3.800 que ingresaron ahí. Y en las residencias madrileñas fallecieron en torno a 5.000 durante ese mismo periodo.

¿Qué relación mantuvo en aquel momento usted, que era consejero de Políticas Sociales, con los familiares de los fallecidos?

Durante la pandemia mantuvimos un contacto directo, normalmente a través de mi gabinete. Siempre he relatado que la primera reunión que tuvimos en julio de 2020 fue tensa. Fue complicado porque, después de lo que había ocurrido, reunirnos con las asociaciones de familiares fue incómodo para todos, pero forma parte también del trabajo de un político el reunirse cuando las cosas no han ido bien, dar explicaciones.

Puedo explicar todo lo que hice, lo que hice bien y lo que hice mal. Los que no se reúnen con las familias no tengo tan claro que sean capaces de dar determinadas explicaciones, y por eso creo que rehúyen este tipo de encuentros. En esa reunión, di las explicaciones que les podía dar estando en el gobierno, que eran limitadas. Ahora mismo mantengo muy buena relación con las distintas organizaciones de familiares.

¿Se arrepiente de alguna decisión que tomó como consejero en aquella época?

Hay cosas que se podrían haber hecho de otra manera. En algún momento he pensado si no pude haber hecho más con relación a los protocolos. Luego también pienso que hice más que nadie; realmente nadie hizo demasiado. Ahora todo se ve muy claro, pero había veces que actuabas un poco a ciegas. Siempre pongo el ejemplo de un libro de Stendhal, de La Cartuja de Parma, donde el protagonista con 18 años se va a la batalla de Waterloo. No se entera de lo que está pasando allí y pregunta: “Pero, ¿ya terminó la guerra?”. Pensar que en la batalla más importante del siglo XIX, una persona que estaba en el meollo, no entendió lo que pasaba, es un poco lo que sentí durante la pandemia. Realmente, he ido conociendo posteriormente muchas cosas.

Todavía hay días que me sorprendo con información de lo que pasó en determinado momento y que me había pasado desapercibida. Escribir el libro también me sirvió para ordenar todo lo que había ocurrido, todo lo que había hecho y demás, pero, insisto, parece que nos olvidamos de la poca información que teníamos, del miedo que pasamos en aquellos días, parece que lo hemos dejado pasar y que no es importante.

Durante la pandemia, los trabajadores de las residencias fueron muy señalados, algo que muchos de ellos no olvidan. ¿Ha cambiado algo en los centros de mayores cinco años después?

La situación de las residencias no la conozco de la misma manera que la conocía en su momento. Todo el mundo me dice que están peor de lo que estaban entonces. Lo tengo que creer. Es verdad que a las trabajadoras de las residencias se las trató muy mal; la sociedad las criminalizó. Parecía que era un lugar en el que la gente disfrutaba viendo morir a los mayores, cuando en realidad son personas muy abnegadas y acostumbradas a gestionar la muerte. Las personas que van a las residencias no están como en una escuela de educación infantil. Allí la gente fallece en circunstancias normales y es ley de vida. Se las trató muy mal. Eso es un debe de la sociedad española, y creo que no prestamos suficiente atención a los cuidados en general y a los cuidados a las personas mayores.

Entrevista completa a Alberto Reyero:

Vídeo y fotografías: Lourdes Jiménez