
Alarma por la educación sexual entre adolescentes: «No saben por dónde mean las chicas pero ya han visto porno grupal y bukake»
Fiscales, expertas y educadoras sociales ven cómo las ideas violentas y machistas de la pornografía se instalan entre chicos y chicas, que consumen en el móvil, a solas y a los 12 años de media mientras la solución pasa por «contrarrestar» esas ideas con educación sexual y afectiva en el colegio y en casa
El 37% de hombres jóvenes admite haber aprovechado que la otra persona había bebido o tomado drogas para tener sexo
Dejar que te penetren analmente aunque no te guste por no parecer frígida, aprovecharse de que la otra persona ha bebido para tener sexo, hacer una manada sexual contra un compañero del colegio y grabarlo como rito de madurez divertido. Son algunos de los comportamientos reales que se están encontrando los expertos que trabajan con menores. Los casos graves acaban en denuncia o juicio, pero esa cultura (o incultura) sexual –que muchas veces prima el sometimiento como hace el porno de consumo mayoritario– se está imponiendo de manera cotidiana, a tenor de los datos y los relatos de quienes intentan impedirlo. La edad en la que se consume pornografía es 12 años, el 68,2% la ven de forma frecuente y en la intimidad con un móvil (93,9%), según un informe de Save the Children.
“Estamos advirtiendo comportamientos más perversos, más retorcidos y cada vez menos acordes a la edad”, explica Teresa Gisbert, fiscal de menores del Tribunal Supremo, que ve los casos que acaban en denuncia. “Lo que más nos preocupan son los menores de 14 años [que son inimputables]. Por ejemplo ahora vemos más agresiones anales, porque usan el porno como fuente de inspiración, y ahí nunca se usa preservativo…”, explica.
Estamos advirtiendo comportamientos más perversos, más retorcidos y cada vez menos acordes a la edad»,
Según el estudio de Save the Children, la mitad de los jóvenes considera que el porno proporciona ideas y le gustaría ponerlo en práctica. El 47,4% de los que ven porno más a menudo ha llevado a la realidad alguna escena. Las chicas son las víctimas principales de ese modelo y esa desinformación sobre qué gusta y qué es aceptable. Los chicos también se ven atrapados en estereotipos en los que les tiene que gustar la dominación y tener mucho sexo para ser más ‘hombre’ y encajar con lo que se considera normal o válido.
“Es importante que la gente no se engañe, vemos agresiones sexuales adolescentes en familias normalizadas, en niños que van al colegio, que tienen sus extraescolares y una clase social cualquiera”, explica Gisbert. Según el INE, 500 menores fueron condenados en 2023 por delitos sexuales.
El último caso conocido es la agresión sexual en grupo contra un chico en un colegio concertado de València en uno de los barrios con mayor renta per cápita. Pero hay otros, como los siete menores que violaron a dos niñas de 12 y 13 años en el casco histórico de Logroño tras conocerse por Instagram. O la niña de 12 violada en el baño de su propio colegio por compañeros de 11 y 12 años en Sevilla. En todos estos casos, al ser menores de 14 años, son los servicios sociales de cada comunidad autónoma quienes deberían encargarse de una reeducación y seguimiento. La memoria de la Fiscalía alertaba recientemente de que “la realidad evidencia que la intervención de estos menores en conductas violentas y sexualizadas demanda de una intervención temprana y multidisciplinar cada día de mayor relevancia”. Y lamentaba que solo Aragón y Madrid tuvieran un programa específico para inimputables.
Por debajo de esta punta del iceberg delictiva, lo que preocupa a muchas expertas es el día a día, cómo han calado los comportamientos sexuales agresivos, la desinformación o la erotización del sexo no consentido, como reflejan informes y encuestas recientes. “El acceso a la pornografía no sería un problema si estuviera compensado por una educación afectiva y sexual”, opina la experta de la Universitat de Barcelona Noemí Pereda, que ha hecho un extenso informe sobre la victimización de los menores. “Un estudio de Illes Balears reveló que en la primera relación sexual de los jóvenes, una de las prácticas repetidas era ahogar a tu pareja. Para ellos, imponer es erótico, hay que reprogramarlos, porque no es que sea una generación de psicópatas, es que hay que darles educación”, señala esta experta, que apunta a que el lugar es el colegio, no la casa, “porque es una responsabilidad para una generación de padres que tampoco ha recibido educación sexual”.
Asignatura universal
Actualmente, la educación sexual y afectiva no es una asignatura ni una materia obligatoria en España. Se puede incluir en asignaturas diversas, como Valores o Fisiología, se pueden dar charlas, pero dependerá del centro, el Ampa o el profesor. En algunos casos se ha visto obstaculizada en comunidades autónomas que han puesto el llamado pin parental por la presión de Vox, que quiere que sean los padres quienes autoricen si sus hijos deben educarse en el colegio sobre sexualidad y cómo.
Estela Buenaventura es educadora social e imparte talleres en escuelas de la Comunitat Valenciana. La realidad que encuentra cuando habla con chicos y chicas de quinto y sexto de Primaria, que tienen entre 10 y 12 años, es clarísima: “Todo lo que saben está basado en pantallas, desde el porno al TikTok, Instagram o los juegos”. Relata contradicciones alucinantes como que “encuentro muchas veces que no tienen claro por dónde mean las chicas, no saben qué es el clítoris, pero han visto escenas de sexo brutales, bukakes (una práctica de sexo en grupo donde se eyacula sobre una persona) y relaciones grupales”.
Todo lo que saben está basado en pantallas, desde el porno al tik tok, instagram o los juegos
“No estamos contrarrestando el porno”, coincide Carmela del Moral, responsable de políticas de Infancia de Save the Children, que tiene una guía para niños y jóvenes (la puedes consultar aquí). “Vemos que se perpetúan estereotipos como que ellas siempre son deseables y ellos siempre tienen que tener ganas de sexo”. La cultura sexual sucede “constantemente”, opina Del Moral: “Está en el porno, las series, las canciones, los libros… Por eso no puede reducirse a que les demos una charla. Desde Infantil hay que hablar de las partes del cuerpo y luego ir introduciendo conceptos como el consentimiento o empoderar para hacer lo que te gusta, no lo que crees que debes hacer”.
La ausencia de educación ha atravesado a todas las generaciones desde el franquismo y, aunque se ha mejorado, no se ha remediado en democracia. Pero ahora hay una disrupción extra: la facilidad que tienen los adolescentes para ver porno cuando quieren y donde quieren gracias a Internet, los móviles y tablets. Ya no hace falta hacerse con una cinta VHS, esconderla o que los padres no estén en casa. Puede ser a demanda y a un clic. “Lo digital atraviesa toda la sexualidad: se accede muy fácil y te llegan también materiales no deseados” al móvil a través de grupos de whatsapp, explica la experta de Save the Children.
Precisamente el Ministerio de Transición Digital anunció un sistema de verificación de edad en las páginas porno para limitar el acceso de los menores, un sistema que aún no está en marcha y que presenta algunas dificultades técnicas. Además, el Gobierno ha pedido a la Unión Europea controles para que no puedan entrar a redes sociales los menores de 14 años, precisamente para evitar el acceso a pornografía, que se envía a través de links de cualquier aplicación que tenga un chat.
Buenaventura, creadora de la iniciativa educativa Pupitre Rojo, concuerda con que dar pantallas sin control es una barbaridad desde el punto de vista de la educación sexual: “No tienen la cabeza preparada y te encuentras que han visto cosas que luego tienen efectos secundarios como pesadillas o estrés, hay quien se vuelve a hacer pis en la cama. No es su culpa, tienen curiosidad, pero es que encuentran porno hasta en Spotify o a través de los chats de la Play Station”. Como ejemplo, una madre de Castellón que la llamó aterrorizada hace una semana porque su hija de 10 años y sus amigas estaban bailando y grabándose a través de un link para subirlo a TikTok en su cumpleaños, “solo que al otro lado no había una app, sino un adulto masturbándose”.
La falta de información en Primaria se arrastra y lo que encuentra esta formadora en chicos de 14 años son los efectos de esa desinformación que ha sucedido en años clave para la formación de las ideas y la realidad: “Cuando voy a institutos a hacer talleres las preguntas que me hacen ya son diferentes: por qué me duele al practicar sexo, por qué no quiero sexo y mi novio sí, por qué no me lo paso bien… Ahí ya se dan cuenta de que les han contado una milonga, y ellas suelen caer en que han consentido pero no deseado el sexo que han tenido”.
El último informe de FAD Juventud pone cifras a esta formación autodidacta que bebe de fuentes erróneas y que consolida un modelo de sexo poco emocional y muchas veces poco libre porque está restringido a lo que se ha visto en las pantallas: aunque el 90% considera tener buena información sobre sexualidad, solo la mitad ha recibido una educación adecuada por parte de su familia o en su centro educativo. Muchas veces es una charla o un taller, ya que no hay una formación “universal, en todas las comunidades autónomas, manualizada, con expertos acreditados”, como cree Noemí Pereda que sería pertinente.
La fiscal Gisbert, que ve todos esos efectos en los casos más extremos cuando dan el salto a la justicia, coincide con el resto de expertas en que esto solo se arregla con información y educación: “Los colegios deberían tener escuelas de padres para enseñarles los peligros de acceder al mundo de la tablet. Están confiados porque están capadas y no saben que sus hijos se saltan todos los controles. En casa también hay que educar, y en los colegios por supuesto. Los padres tienen hablar con los hijos. Se están educando con porno, donde hay relaciones de sumisión y dominio y hay que explicarles que eso no es consentido ni normal en la vida real”.