
Aire acondicionado portátil: es más ruidoso, consume más, pero ¿merece la pena?
Los aparatos de aire acondicionado portátiles son menos eficientes y más caros a la larga, pero a veces la única solución posible
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El verano, especialmente en los países como España, afectados por el cambio climático, ha pasado de ser una época del año deseada y en la que mucha gente tomaba vacaciones a una temida. Junto con días más largos y más luz solar también viene un calor sofocante que puede convertir el hogar en un espacio agobiante.
Se ha comprobado que a medida que las temperaturas empiezan a pasar de los 21 grados y se acercan a los 30, la calidad de vida se resiente: el sueño se vuelve irregular, la concentración flaquea y el simple acto de estar en casa se convierte en un desafío. En estos momentos, el aire acondicionado es un salvavidas, una necesidad para poder estar relajados.
Pero no siempre tenemos la posibilidad de hacer una instalación de aire acondicionado en nuestro hogar, bien sea por limitaciones de espacio o porque estamos alquilando la vivienda y no está permitido. El presupuesto disponible para la instalación y el consumo también influyen en la decisión. Aquí nos encontramos con distintas opciones de refrigeración: equipos split más eficientes, y los aparatos portátiles, que pese a sus limitaciones, pueden ser una solución. Pero, ¿cuál merece más la pena?
Las ventajas de los sistemas split
Un aparato de aire acondicionado es en esencia una bomba de calor. Está diseñado para absorber calor de un lugar (por ejemplo, nuestra casa) y expulsarlo llevándolo a otro lugar (por ejemplo, la calle).
Para conseguir esto, el aparato de aire acondicionado contiene un fluido que, en contacto con el calor de la habitación se convierte en gas. Este gas pasa por unos tubos en contacto con el aire exterior donde expulsa el calor que contiene hacia fuera. Después, un compresor convierte el gas de nuevo en líquido (comprimiéndolo) para que se pueda volver a evaporar y absorber más calor.
En una unidad split, que consta de dos unidades separadas, este proceso se separa. La unidad que está dentro de casa es el evaporador. El aire de la habitación se hace pasar por una rejilla muy fina y un serpentín por donde circula el fluido refrigerante en estado líquido.
Fuera de la casa hay una gran caja con un ventilador, que se llama condensador. Aquí hay otro serpentín para que el gas caliente expulse el calor al exterior, y también el compresor que convierte el gas en líquido. El compresor hace ruido, por lo que es una buena idea que se encuentre en el exterior.
Los sistemas split son muy eficientes, especialmente los que tienen tecnología inverter, que llegan a la clasificación energética A, la más alta con la nueva normativa. Además, el nivel de ruido de la unidad interior es muy bajo, y también se pueden utilizar para calentar la casa en invierno de forma económica.
Aparatos de aire acondicionado en el exterior de varias viviendas.
Los precios de estos aparatos varían según la potencia y la eficiencia, y están habitualmente entre los 400 y los 2.000 euros, más un coste de instalación entre 200 y 400 euros. Porque recordemos que requieren una instalación fija, que en muchos casos implica hacer obras: perforar paredes, colocar tubos de drenaje y asegurar una correcta evacuación del aire caliente al exterior. Las unidades exteriores en muchos casos requieren, además, del permiso de la comunidad de vecinos.
Portátiles: menos eficientes, pero hacen su trabajo
Si hay inconvenientes para hacer la instalación es donde entran en juego los aires acondicionados portátiles. Estos dispositivos, torres con ruedas de menos de metro de alto, ofrecen una solución inmediata y sin instalaciones complicadas.
Los modelos más comunes incorporan un tubo de evacuación del calor que se coloca en la ventana para que salga el aire caliente. Para que no haya retorno, y en especial para las ventanas correderas, suelen incluir un montante rectangular al que se ajusta el tubo de salida.
Su gran ventaja es la portabilidad: pueden trasladarse de una habitación a otra según las necesidades, e incluso guardarse en un armario cuando llega el invierno. Por ejemplo, podemos usarlo en el salón durante el día y llevarlo al dormitorio por la noche.
Pero esta flexibilidad tiene un precio. A diferencia de los split, que separan completamente los componentes que generan frío y calor, los equipos portátiles integran todo en una misma carcasa. Esto significa que el compresor, el elemento que más ruido produce, está dentro de la habitación que queremos enfriar.
Además, el calor extraído del ambiente debe expulsarse al exterior mediante un tubo corrugado, que suele instalarse en una ventana entreabierta. Este diseño tiene dos problemas fundamentales: primero, que si no lo sellamos bien, parte del aire frío generado se escapa por el mismo hueco por el que expulsamos el aire caliente. Segundo, que el tubo suele calentarse, contrarrestando en parte el esfuerzo de refrigeración.
El resultado es que estos aparatos consumen más energía para lograr el mismo efecto que un split, y además trabajan con un nivel de ruido notablemente superior. Mientras un equipo split moderno puede rondar los 20-30 decibelios (similar a un susurro), un portátil fácilmente supera los 50-60 dB, comparable al sonido de una conversación en voz alta. Para dormir, esto puede ser un inconveniente importante.
En términos de coste inicial, los aires portátiles parecen más económicos. Un equipo básico puede encontrarse por 300-500 euros, mientras que un split sencillo ronda los 600-800 euros, a lo que hay que sumar la instalación. Sin embargo, la relación potencia-precio no es tan favorable para los portátiles.
Un split de 2000 frigorías (unidad que mide la capacidad de enfriamiento) puede climatizar una habitación de 25 m² con facilidad, mientras que un portátil de la misma potencia tendrá un rendimiento inferior debido a sus pérdidas de energía. En la práctica, para una estancia mediana, es probable que necesitemos un portátil sobredimensionado, lo que incrementa el consumo eléctrico. A largo plazo, el mayor gasto en la factura de la luz puede incluso superar el ahorro inicial.
Cuándo conviene usar un aire acondicionado portátil
Hay situaciones en las que estos aparatos son la mejor opción, o incluso la única viable. Por ejemplo, en viviendas de alquiler en las que no podemos perforar paredes o el propietario prohíbe instalar splits.
También pueden ser útiles en para quienes solo necesitan refrigeración unas semanas al año, y tienen la calefacción resuelta por otros medios. En este caso el desembolso y la obra de un split pueden no compensar. Otra situación donde pueden ser convenientes son las habitaciones reducidas (de menos de 15 m²), que con un portátil pueden refrigerarse sin necesidad de hacer una obra.
El aire acondicionado portátil es, como hemos visto, la peor solución, excepto en las ocasiones en las que es la única posible. En medio de una ola de calor, sus inconvenientes no parecen tantos.