
Desde que cumplí 40 me aparecen anuncios e influencers aconsejándome tomar suplementos, ¿tiene sentido?
Xusa Sanz, enfermera y nutricionista, responde: la base no está en los botes de magnesio ni en los sobres de colágeno sino en una buena alimentación, evitar el sedentarismo, gestionar el estrés, mantener vínculos sociales y dormir bien
Más consultas – «¿Es realmente necesario aumentar la ingesta de proteínas durante la menopausia? Soy vegetariana»
Desde que cumplí los 40 no paran de aparecerme anuncios e influencers aconsejándome tomar suplementos como magnesio, colágeno, ashwagandha… ¿Tiene esto sentido?, ¿lo sostiene la evidencia?, ¿necesitamos complementos a partir de una edad?, ¿cuáles?
La salud de las mujeres está de moda. Y como toda moda, tiene sus luces y sombras. Por un lado, se están visibilizando procesos biológicos, hormonales y psicosociales que durante años han sido invisibles y desatendidos. Por fin se habla de menopausia, menstruación, infertilidad, salud mental y, en definitiva, de temas históricamente considerados tabú.
Pero, por otro lado, esa visibilidad ha sido rápidamente aprovechada por la industria del bienestar, que ha encontrado en la salud de las mujeres un filón económico. A muchas de nosotras nos está pasando: al cumplir 40, las redes sociales y los anuncios empiezan a llenarse de productos que prometen rejuvenecernos y llenarnos de energía. Eso sí, en forma de cápsulas y polvos, por cierto, nada baratos.
La palabra suplemento ya lo dice: suplementa. Tener 40 años no es sinónimo de padecer alteraciones ni déficits nutricionales, ni existe una necesidad imperiosa de tomar suplementos. El envejecimiento es un proceso natural que puede ser perfectamente saludable, y su base no está en los botes de magnesio ni en los sobres de colágeno, sino en factores mucho más olvidados como el estilo de vida: una buena alimentación, evitar el sedentarismo, gestionar el estrés, mantener vínculos sociales, dormir bien y contar con una atención sanitaria de calidad.
Ahora bien, es cierto que a partir de los 40 las mujeres podemos experimentar ciertos cambios fisiológicos. Uno de los más relevantes es el descenso progresivo de los estrógenos, que puede influir en la calidad del sueño, favorecer la pérdida de masa muscular, aumentar la sensación de fatiga, alterar el estado de ánimo o incluso provocar molestias articulares. Y es ahí donde algunas intervenciones nutricionales o complementos podrían ser útiles, pero siempre partiendo de una evaluación individual y no de una campaña de marketing.
¿Qué suplementos tienen evidencia?
Un suplemento que sí debe tenerse en cuenta es la vitamina D. Su déficit es muy frecuente, sobre todo en mujeres que se encuentran en la perimenopausia y en la posmenopausia. Suplementar vitamina D cuando hay niveles bajos es correcto, ya que está implicada en la salud ósea, muscular e inmunitaria.
Si existen sangrados menstruales abundantes, algo común cuando la ovulación empieza a ser irregular, podría ser necesaria la suplementación con hierro.
En el caso de dietas veganas o vegetarianas, la vitamina B12 es esencial y debe suplementarse siempre.
Estos suplementos deben indicarse con una analítica de sangre previa, y con el acompañamiento de un profesional.
La suplementación debe ser individualizada, basada en analíticas, síntomas y el contexto de cada persona. Ninguna suplementación debería recomendarse de manera generalizada y para todo el mundo. Primero, porque lo que funciona en un caso puede ser innecesario o incluso contraproducente para otra persona. Y segundo, porque no todo lo “natural” es inocuo, ni todo lo que se vende como “saludable” está libre de conflictos de interés.
Ante la duda, lo más sensato siempre será consultar con un profesional de la salud cualificado antes de llenar la despensa de pastillas que quizás no necesites.