Cerdán, el gran traidor

Cerdán, el gran traidor

No se ha explorado suficiente una traición como la de Santos: la que hace naufragar un proyecto político incurriendo en aquello que se venía a combatir, emulando a los peores entre tus adversarios políticos

En el sistema carcelario español existe la figura del “preso sombra”. Es un reo de comportamiento intachable que ayuda a adaptarse a quienes ingresan en prisión. Desde el momento en que Santos Cerdán llegó el lunes a Soto del Real, tiene junto a él a otro preso, también llamado “de confianza”. No se despega de él ni un segundo.

Estos días vivo un maremágnum de emociones. Quienes hemos formado parte del mismo proyecto de Gobierno que Cerdán, oscilamos entre estados de ánimo como el estupor y la rabia, la tristeza y la ira. La furia me agarró el día que conocimos el informe de la UCO, ha aumentado con el paso de los días. Ayer mi cólera se transformó en sarcasmo.

Imaginé una fantasía: que el preso de confianza de Cerdán hubiera sido otro de los inquilinos ilustres que ha tenido la cárcel de Soto del Real. Hola, soy Luis Bárcenas, vamos a compartir esta celda de diez metros cuadrados un tiempito, no te preocupes, quizá sea menos de lo que temes. Te voy a dar algunas ideas para que los días se te hagan más cortos. No me voy a despegar de ti ni un momento, porque mi misión como preso sombra es también prevenir un posible suicidio.

Bárcenas escondía en Suiza -no sé si aún los esconde- casi 50 millones de euros. El juez Puente ya está siguiendo el rastro del dinero en el caso Cerdán. En el auto de prisión hace el siguiente razonamiento: el amaño en obras adjudicadas principalmente a Acciona asciende a 500 millones de euros. Hasta ahora la investigación sólo ha identificado mordidas pagadas a Koldo García y Ábalos, por aproximadamente un millón de euros. El juez hace un cálculo muy conservador: que el 1% de la cuantía de las obras amañadas fuera a parar a la trama liderada por Cerdán. Eso son cinco millones de euros. Como sólo ha encontrado uno, falta saber dónde han ido a parar otros cuatro millones, el 80% restante. Pero esa es una estimación, insisto, conservadora. Lo tradicional, algunos lo recordamos, era el “tres per cent”, lo que ascendería a 15 millones de euros.

Quién sabe, prosigue mi fantasía colérica, si Cerdán hubiera acabado hablando con su sombra también de lugares donde poner el dinero a buen recaudo. En este momento, el mayor miedo que atenaza al PSOE es que la sombra de Bárcenas deje de ser una fantasía y se convierta en realidad.

No sé quién acuñó el concepto de “preso sombra”. Es insultantemente redundante para el primer día de un preso en la cárcel. Pero aquí la verdadera redundancia es que, después de un tesorero del PP, haya ido a parar tras las mismas rejas un secretario de Organización del PSOE. Ese es el abismo sistémico que urge conjurar. Pedro Sánchez encarnó el proyecto de regeneración democrática que España ansiaba en 2018. Muchos ciudadanos dimos por hecho que a su alrededor lo encarnaban todos: no podían ignorar que ese impulso los llevó al poder. Y no lo ignoraban, simplemente lo traicionaron.

Me extraña que nadie haya invocado la traición, un concepto imprescindible en política. Se esgrime ante las más insignificantes primarias o en una irrelevante asamblea local. Se acusa de traición con facilidad a quien no presta apoyo ciego a un líder o revela estrategias internas al adversario. No se ha explorado suficiente una traición como la de Santos: la que hace naufragar un proyecto político incurriendo en aquello que se venía a combatir, emulando a los peores entre tus adversarios políticos, siendo como aquellos que viniste a combatir..

Aún no sabemos qué tipo penal será Cerdán. Como tipo político es el gran traidor. Deja a su partido desarbolado en medio del temporal; deja inermes a sus compañeros, desolados a los simpatizantes, frustrados a los votantes. En fin, es un traidor a toda la ciudadanía que, en última instancia, pagó sus mordidas. De ahí el estupor, la rabia, la tristeza, la cólera… Y la tentación de creer esa frase que Federica Montseny pronunció en el exilio y que nunca quise creer: “Al final de todos los sueños humanos no hay más que polvo”.