Paco Salazar, el último sanchista que dejó en ‘shock’ al presidente

Paco Salazar, el último sanchista que dejó en ‘shock’ al presidente

Hombre de la máxima confianza de Pedro Sánchez desde las primarias de 2017, formó parte de la camarilla política que controló el partido junto a José Luis Ábalos y Santos Cerdán y este sábado renunció a sus cargos en Ferraz y en la Moncloa tras las acusaciones de mujeres sobre sus «comportamientos inapropiados»

Varias mujeres del PSOE acusan a Paco Salazar de “comportamientos inadecuados” cuando era su jefe

Una vez más, en ‘shock’. Así describen en Moncloa la reacción de Pedro Sánchez tras conocer las acusaciones de comportamientos inapropiados por parte de varias mujeres del PSOE respecto a Paco Salazar, que este sábado renunció a su puesto en la dirección socialista y a su cargo en el Gobierno tras la información desvelada por elDiario.es. Una de sus subordinadas le atribuye directamente prácticas de “acoso” y “abuso de poder” cuando era su superior en Moncloa que no llegó a denunciar ni en los tribunales ni en los canales internos del partido por miedo a represalias.

El presidente experimenta el mismo ‘shock’, según su equipo, que cuando cayeron por presunta corrupción José Luis Ábalos, primero, y Santos Cerdán, después. Porque Salazar no solo formaba parte de ese mismo equipo fundacional del ‘sanchismo’ en las primarias de 2017, sino que hasta ahora era el último de los hombres de confianza que le quedaban al líder del PSOE que hubiesen vivido de cerca su trayectoria desde el regreso a la secretaría general.

Tanto confiaba en él, de hecho, que además de tenerlo a su lado en la Moncloa, le había encomendado reconstruir orgánicamente el partido como adjunto a la Secretaría de Organización tras el estallar el escándalo de Santos Cerdán en una elección que, en realidad, sigue una extraña línea de toma de decisiones. Porque para recuperar al partido del mazazo que supuso la implicación de José Luis Ábalos en el denominado ‘caso Koldo’ eligió como sustituto a Cerdán, que era entonces número 2 de Ábalos. Y ahora, con Cerdán en la cárcel, había situado como persona de confianza en una Secretaría de Organización coral a Paco Salazar, el tercer integrante de aquel grupo de ‘sanchistas’ originarios que se convirtieron en tan amigos que incluso en el caso de Salazar y Cerdán llegaron a compartir piso durante un tiempo en Madrid.

Nacido en Montellano (Sevilla) en 1968 y licenciado en Ciencias Políticas por la UNED en 2017, Salazar ha hecho un poco de todo en política durante sus 30 años de militancia en el PSOE. Ha sido alcalde de su pueblo, diputado en Cortes durante dos legislaturas y, desde 2017, ante todo hombre de confianza de Pedro Sánchez. Cuando el viento soplaba en contra, él fue uno de los dirigentes socialistas que acompañaron al hoy presidente en las primarias de aquel año frente al aparato de todo el partido. Desde aquel ejercicio de resistencia frente a los poderes fácticos del PSOE, Salazar ha estado siempre cerca del presidente, formando parte de su núcleo duro. Miembro de la dirección nacional del PSOE como responsable de Análisis Electoral, ocupaba también un puesto destacado en Moncloa como secretario general de Coordinación Institucional, un alto cargo adscrito al gabinete de Presidencia del Gobierno. Que Sánchez le confiara puestos tan relevantes en Moncloa y Ferraz da buena muestra de hasta qué punto se fraguó la confianza durante todos estos años.

Mientras en la esfera pública se mantenía en un segundo plano, en las estructuras del partido ejercía un poder que según explica una de las mujeres que trabajó a su cargo permitió que ese runrún sobre sus comportamientos con sus subordinadas, generalmente jóvenes, no saltara de los despachos a la opinión pública.

Según todas las fuentes consultadas que han conocido su trayectoria durante estos últimos años, Salazar ha sido hasta este sábado una de las personas con mayor poder fáctico en el seno del Partido Socialista, con un control territorial de las federaciones, apuntan esas mismas fuentes, incluso mayor que el de los secretarios de organización que han ido desfilando por Ferraz y que, a menudo, recurrían a él para resolver el día a día del partido, al igual que muchos ministros que necesitaban de argumentarios para salir al paso de la actualidad diaria.

Solo fue separado del presidente del Gobierno tras la abrupta salida de la Moncloa de Iván Redondo, el mediático exjefe de gabinete, que situó a Salazar como su mano derecha. Entonces, Sánchez lo mandó a uno de esos destierros políticos que permite estar en el gobierno, la presidencia del madrileño hipódromo de La Zarzuela, una sociedad pública con cuya actividad no se le conocía relación. Fuentes del PSOE aseguran que ni siquiera desde ese destino dejó de “compartir papeles” con el líder socialista para asesorarlo. Hubo entonces quien pensó que aquel distanciamiento se debió, precisamente, a que ya eran “vox populi” los comportamientos de Salazar con las mujeres. No fue así: apenas un año después Sánchez lo recuperó para su gabinete de nuevo.

Quienes lo conocen de cerca señalan, principalmente, dos cosas sobre su trayectoria. La primera, su habilidad innata para desarrollar estrategias electorales y su olfato político. La segunda, que sus formas siempre fueron “bruscas” y que su fama de importunar a las mujeres lo acompañó en todos sus puestos políticos. La información desvelada por elDiario.es este sábado, de hecho, apenas causó sorpresa entre la inmensa mayoría de cuadros socialistas y federaciones territoriales. En la dirección de Ferraz y en la propia Moncloa niegan haber tenido sospecha alguna, y mucho menos denuncias.

Colaboradores cercanos aluden a un lenguaje sexualizado impropio de los entornos laborales y en sus equipos varias mujeres jóvenes se alertaban entre ellas sobre la incomodidad de quedarse a solas con el jefe, que a veces proponía reuniones en su casa, generalmente en cenas, fuera del horario laboral.

Este sábado, elDiario.es publicó la experiencia de dos mujeres que trabajaron bajo las órdenes de Salazar y que denuncian “comportamientos inadecuados”. Comentarios obscenos sobre la vestimenta y el cuerpo, mensajes intempestivos con invitaciones para cenar a solas fuera del horario laboral o incluso ofrecimientos de quedarse a dormir en casa, algo que una empleada de Moncloa describe como “acoso sexual y abuso de poder”. Otra joven voluntaria del PSOE y familia de un veterano dirigente lo señaló también por actitudes “babosas”. La explicación oficial es que ha sido el propio Salazar el que se ha apartado voluntariamente del cometido que iba a tener en el nuevo PSOE y de su empleo en Moncloa y que ha pedido abrir una investigación interna. Los relatos de las mujeres que ha desvelado elDiario.es hablan de que fue el miedo a las represalias y el inmenso poder de Salazar, puertas adentro, lo que les impidió denunciar sus actitudes.