
Voces migrantes tras los disturbios en Torre Pacheco: «No se nos puede meter a todos en el mismo saco»
La confusión reina sobre la brutal agresión a un vecino de 68 años en esta localidad murciana, que no ha sido solo un hecho criminal. Vox y Desokupa lo han convertido en un arma política contra la inmigración para exacerbar un clima de odio e intolerancia
La Policía investiga en Torre Pacheco una agresión grupal que la ultraderecha utiliza para difundir consignas xenófobas
En cuestión de horas, la brutal paliza propinada a un anciano en Torre Pacheco (Región de Murcia) por un grupo de jóvenes ha dejado de ser un suceso local para convertirse en munición política.
Mientras la víctima, de 68 años, se recupera de los golpes, y con la investigación de la Guardia Civil aún en curso, Vox y colectivos como Desokupa ceban una bomba que podría estallar en cualquier momento y cuya onda expansiva, en un municipio con un porcentaje de población migrante que supera el 30% –y donde la convivencia es, en general, buena– es imprevisible.
Pese a la confusión y la falta de datos contrastados que reina sobre lo sucedido, la maquinaria mediática de la extrema derecha –y sus amplificadores en las redes sociales– ya ha dictado sentencia y construido un relato donde la nacionalidad de los agresores importa más que la violencia misma.
“Iremos allí y jugaremos a cazar anchoas”
En una grabación subida al canal en YouTube de ‘Se acabó la fiesta’, el partido político del eurodiputado Alvise Pérez, el propietario de Desokupa, Daniel Esteve, asegura que su empresa ya ha localizado “a los menas (acrónimo de menores extranjeros no acompañados) de Torre Pacheco”.
“Policía de la zona me ha facilitado información sobre el paradero de los agresores. Los tengo ubicados, qué caprichoso es el destino, que me los entrega en un edificio okupado”, asegura en un video de algo más de cinco minutos de duración, en el que también comparte un mensaje de audio de una supuesta vecina de la localidad que afirma que la agresión obedece a un juego que consiste en “a ver quien le pega la paliza más fuerte a una persona mayor”.
Daniel Esteve, propietario de Desokupa, anuncia a través de un video colgado en la red social YouTube que irá a Torre Pacheco a jugar a ‘cazar anchoas’
Esteve asegura que anunciará su presencia en la localidad murciana “cuando yo ya lleve 24 horas allí con toda mi gente”, para evitar que el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, ponga “protección” a los que él ha identificado como los agresores. “Mi juego se llama ‘voy a cazar anchoas’”, amenaza.
No es el único movimiento que aprovecha para pescar en ese caladero. El presidente de Vox en la Región de Murcia, José Ángel Antelo, anima a sus simpatizantes a acudir a Torre Pacheco “en repulsa por el terror sembrado por bandas de magrebíes en el municipio”, al tiempo que ha reposteado en la red social X la imagen, nombres y números de identificación de cinco jóvenes de entre 24 y 28 años, de rasgos árabes, que asocia con la agresión y que conducirían, según el pasquín difundido al más puro estilo “se busca”, un Audi A4 y un Porsche cayenne.
Así, la execrable agresión, que podría haber sido el punto de inflexión para unir a los vecinos en una condena compartida de cualquier forma de violencia, está siendo instrumentalizada para señalar identidades sin fundamento policial alguno –la Delegación del Gobierno ni siquiera ha confirmado aún la nacionalidad de los agresores– y, de paso, erosionar la convivencia que ha tejido Torre Pacheco, no sin dificultades, durante años.
Torre Pacheco: el reto de convivir en un municipio plural
En Torre Pacheco, en el corazón agrícola de la Región de Murcia, la demanda de mano de obra en el sector primario ha sido un factor clave en el aumento de la población extranjera, especialmente la de origen marroquí, aunque entre sus algo más de 41.000 vecinos y vecinas los hay de otras 95 nacionalidades.
Este mosaico cultural ha dado forma a un municipio con tiendas, cafés y espacios públicos compartidos que reflejan un cruce de costumbres y tradiciones.
El gran riesgo para Torre Pacheco no es la diversidad en sí. De hecho, los migrantes sostienen el motor económico de la comarca trabajando en la agricultura intensiva, a menudo en condiciones precarias. Y la mayoría silenciosa del municipio, consciente de que la pluralidad es ya parte irrevocable de su identidad, también la ha normalizado y sigue apostando por la convivencia.
Sin embargo, vecinos entrevistados por esta redacción sí apuntan a un incremento en los últimos meses de actos incívicos –cuando no directamente delictivos– cuya autoría se atribuye a jóvenes de origen magrebí.
Para Aymen, opositor a la Guardia Civil, la agresión al anciano en Torre Pacheco no representa a la mayoría de los jóvenes de origen inmigrante del municipio
Para Aymen, de 19 años, español de padres marroquíes y que oposita para convertirse en guardia civil, no se trata de una situación generalizada. “La mayoría de jóvenes musulmanes nos hemos integrado perfectamente en el país de acogida de nuestros padres, hemos nacido aquí, llevamos vidas normales y no creemos en la violencia”, asegura. “Lo que le han hecho a este señor mayor es terrible, pero no debe utilizarse para enfrentar a unos vecinos con otros”, añade.
Yolin, de origen sudamericano y afincada en el municipio desde hace veinte años, coincide en que “no se nos puede meter a todos los inmigrantes en el mismo saco”. “La gran mayoría hemos venido a trabajar para ganarnos la vida y somos buena gente”. Por eso, teme que las campañas del miedo y el odio fundamentado en motivos raciales hagan “que paguemos justos por pecadores”.
Yolin, vecina de la localidad de origen sudamericano teme que la agresión sirva para generalizar el odio a la población migrante
Lo explica sentada tras un limón granizado en una pequeña y céntrica heladería donde, en mesas contiguas, hacen lo propio Rosario, una pachequera “de toda la vida” o Fatoumata, que nació en Guinea. Enseguida se abre un pequeño debate en el que todas están de acuerdo en que “buenos y malos hay en todas partes”. El dedo en la llaga lo pone María Elena, una joven paraguaya de nacimiento que trabaja como camarera en un bar de la localidad, cuando asegura que ahora tiene miedo de volver sola a casa. “Últimamente hay muchos jóvenes –ella asegura que marroquíes– que generan conflictos y peleas. Actúan como si estuvieran llenos de rabia”.
Hijos del desarraigo
Ahmed es parte de esa segunda generación de hijos de inmigrantes marroquíes que ya nacieron en territorio español. La agresión cometida en Torre Pacheco le parece “totalmente condenable”, pero cree que no es útil hacer lecturas simplistas sino poner el foco en el origen de estos comportamientos violentos como único modo eficaz de atajarlos.
Él conoce en carne propia los efectos del desarraigo, no sentirse de aquí ni tampoco del país de sus ancestros. “Sé lo que es que en Marruecos te miren raro porque hablas árabe con acento español, y que en España se refieran despectivamente a ti como ‘moro’”.
Asegura que él se siente pachequero “aunque haya quien no quiera aceptarlo”. “Para mí, España también es mi país. Es donde nací, donde tengo todos los recuerdos de mi infancia, donde he estudiado, donde vivo y donde cotizo”, defiende.
Para Ahmed, el problema de los comportamientos violentos de algunos jóvenes hijos de inmigrantes está directamente relacionado con la marginalidad. “Hay que pensar que los padres y madres de muchos de estos chavales se pasan el día entero trabajando en el campo, así que ellos han sido educados en la ley de la calle, donde para hacerte fuerte tienes que ser ‘el puto amo’”, explica.
Eso y el consumo masivo de contenido procedente de las redes sociales son un cóctel explosivo. “Sus referentes son youtubers, raperos, gente que ha conseguido fama y dinero de manera fácil y con quince o dieciséis años piensan que ese es el camino”, prosigue. “No entienden que deportistas de élite como Karim Benzema, Nico Williams o Lamine Yamal sale uno entre un millón y creen tener ese sueño al alcance de la mano. Son edades críticas en adolescentes especialmente vulnerables”, asegura.
Ahmed cree que sin una atención y apoyo familiar e institucional adecuados es fácil “salirse del camino”. De orígenes humildes, sus padres también pasaban mucho tiempo fuera “para que pudiéramos comer”, pero tuvo la fortuna de ser el menor de la familia y que sus hermanos mayores se ocuparan de que tuviera “los pies en el suelo”. Por ello, apartó las fantasías de su cabeza y optó por estudiar, mientras el colectivo al que pertenece sufre una alta tasa de abandono escolar temprano.
Para Ahmed, el derecho de los padres y madres a implicarse en la educación de sus hijos es fundamental, pero “difícilmente puede ejercerse si te vas al campo a las seis de la mañana y vuelves, reventado, cuando ya es de noche. Así, ¿cómo pretenden que vayan a las reuniones de los institutos o a hablar con los tutores de sus hijos?”.
Tras la agresión, las calles de Torre Pacheco permanecen en una aparente calma
El sistema de valores también está fallando dentro de las estructuras sobre las que se organizan sus propias comunidades. “Soy crítico con el papel de los imanes, que tendría que ser fundamental para educar en la ciudadanía”, comenta. “En Torre Pacheco hay tres mezquitas y, en todas, los sermones se realizan en árabe clásico, que ni siquiera entienden los más mayores, que son analfabetos en su mayoría”. Así que “los jóvenes se han desconectado de su religión y han perdido el respeto por los imanes, porque estos tampoco se preocupan por la población adolescente”, se lamenta.
Sobreponerse al racismo y la xenofobia
A la ausencia de figuras de autoridad y el desarraigo se suman experiencias cotidianas de discriminación, precariedad o rechazo que alimentan un sentimiento de exclusión que puede transformarse fácilmente en la rabia que María Elena observa en los ojos de los chavales con los que se cruza cuando vuelve de madrugada a casa.
“Cuando el horizonte vital se percibe limitado, sin perspectivas claras de futuro, la violencia emerge a veces como un modo torcido de afirmarse, de reclamar un espacio o la identidad que la sociedad les está negando”, asegura Ahmed.
Un fenómeno complejo, donde el abandono institucional y el estigma social funcionan como engranajes silenciosos que acaban empujando a algunos hacia la marginalidad y el resentimiento.
“La inmigración es buena para lo que interesa, para limpiar casas y cuidar de ancianos por cuatro euros y sin seguros sociales, para que los empresarios agrícolas tengan mano de obra barata y sumisa o para ganar ligas de fútbol o medallas olímpicas. Fuera de ahí, lo que enfrentan la mayoría de estos chavales son mensajes que les hacen autopercibirse como indeseables”, argumenta.
Para Ahmed, episodios como el vivido en Torre Pacheco deben abordarse “desde el trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y haciendo que el peso de la ley caiga sobre quienes delinquen”, pero sobre todo, con más y mejor educación y más mediación sociocultural. “La solución a la violencia no es más violencia”, asegura mientras teme que las estrategias interesadas en poner “a unos contra otros” termine teniendo dramáticas consecuencias en Torre Pacheco.
En unas horas, el alcalde del municipio Pedro Ángel Roca (PP), tal y como se refleja en la web municipal, ha convocado a la ciudadanía en la plaza del Ayuntamiento a una concentración bajo el lema ‘Torre Pacheco, libre de violencia, libre de delincuencia’.
Desde la Delegación del Gobierno, aseguran no haber recibido solicitudes para la realización de manifestación ni concentración alguna, ni la prevista para esta tarde organizada por el consistorio, ni el llamamiento público que ha hecho Antelo para este sábado.
A ambas iniciativas se les atribuye una intención pacífica. No así a la impulsada por la organización de extrema derecha ‘Deport Them Now’, que a través de canales de Telegram está invitando a participar en “una cacería” los días 15, 16 y 17 de julio, con la promesa de dar con los agresores y “hacer que se reúnan con Alá”.
Para evitar el estallido de un conflicto social, desde Podemos en la Región de Murcia ya han pedido a la Delegación del Gobierno que prohíba la realización de cualquier concentración violenta “para proteger la seguridad y la convivencia de todos los pachequeros”. La diputada de la formación morada, María Marín, ha trasladado toda su solidaridad a la víctima de la agresión y a su familia, y ha exigido que se aplique el máximo castigo a los culpables “vengan de donde vengan”. Al tiempo, ha condenado la manipulación de la ultraderecha sobre el suceso, que de nuevo “salen como buitres cada vez que sucede una desgracia”.