El calor que ‘traga’ el mar hoy avisa de las danas de mañana: el Mediterráneo vive en una eterna ola de temperaturas extremas

El calor que ‘traga’ el mar hoy avisa de las danas de mañana: el Mediterráneo vive en una eterna ola de temperaturas extremas

En lo que va de año, el mar Balear ya acumula 161 días en ola de calor y las aguas de Alicante y Murcia llegan a 175 jornadas con registros significativamente más altos de lo normal, el ingrediente necesario para generar tormentas severas

El mapa de la ola de calor en España: compara la temperatura de cada día con la media histórica de tu provincia

El Mediterráneo español lleva la mayoría de los días que han transcurrido desde que comenzó 2025 soportando olas de calor marino, es decir, temperaturas “significativamente más altas de lo normal durante al menos cinco días consecutivos”, según los registros del Sistema de Observación Costera de las Islas Baleares (SOCIB).

Las altas temperaturas del agua durante tantas jornadas indican que el mar está absorbiendo mucho calor de manera prolongada. Se trata del calor que queda atrapado por la capa de gases de efecto invernadero inyectados por los humanos en la atmósfera. Y ese calor es energía. La acumulación de calor es, como indica el jefe de climatología de la AEMET en la Comunidad Valenciana José Ángel Núñez, la “condición necesaria, aunque no suficiente para que se produzcan precipitaciones torrenciales”. El Mediterráneo es, recuerda Núñez, “la región que muestra una tasa más intensa de calentamiento”. De hecho, marcó su récord histórico de contenido de calor oceánico (OHC) en 2024–.

Todo el mar Mediterráneo se divide en subregiones, como el Adriático o el Egeo. De las que bañan las costas españolas, en lo que va de año, el mar Balear ha registrado 161 días de ola de calor, el 83% del curso, en el mar de Argelia occidental –que corresponde al litoral de Alicante y Murcia– han sido 175 días (el 90%) y en el mar de Alborán, más refrescado por la entrada de agua del Atlántico, han sido 113 días (el 58%). “Es muchísimo”, analiza rotunda la oceanógrafa del SOCIB, Mélanie Juza al recopilar los datos.

En la cúspide de esa pira, y como botón de muestra, el Mar Menor superó los 30ºC en la semana del 8 de julio pasado con zonas de aguas someras donde se midieron hasta 35ºC.

Estas cifras atestiguan cuando el agua del mar supera el umbral trazado por el 90% de las temperaturas más altas registradas en el promedio histórico 1982-2015 y lo hacen, por lo menos, durante cinco jornadas seguidas. No se trata de picos aislados. Incluso si se extiende ese periodo de referencia para abarcar los registros hasta 2021, que ya incluyen claramente la acción del cambio climático y hacen que para superar el umbral de ola de calor tenga que subir todavía más la temperatura, las jornadas en niveles de ola de calor son muy numerosas, explica Juza.

Un calor encima del otro

Y 2025 no se trata de un año excepcional. “Las temperaturas han ido aumentando de forma progresiva a lo largo de los últimos 40 años aunque los últimos han sido especialmente extremos para la cuenca”, concluye este análisis de Meteoclima del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf). De hecho, en la última década ese recalentamiento se ha acelerado.

Así que lo que se está generando durante estos meses es un Mediterráneo español supercálido porque el calor que llega durante el verano se acumula sobre el que ya se ha absorbido en los meses previos. Esto es debido a que el mar tiene mucha inercia térmica: de igual manera que al agua marina le cuesta más subir de temperatura que al aire, también tarda más tiempo en enfriarse.

Un Mediterráneo muy cálido supone “un factor de riesgo en la formación de tormentas severas, especialmente entre finales de verano y comienzos de otoño” –advierte el mismo análisis del Creaf–. “El calor acumulado en la superficie marina aporta energía y humedad, ingredientes clave para el desarrollo de fenómenos tormentosos”.

El Mare Nostrum actúa como “motor de la meteorología” en toda la cuenca –como lo llama este trabajo del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo– debido a su acción de almacén de energía o a su efecto termorregulador. Está detrás de fenómenos como las brisas costeras, pero también las propias olas de calor o las precipitaciones extremas: “Al desplazarse las masas de aire mediterráneas sobre un mar más cálido, reciben un aporte notable de humedad que puede jugar un papel importante en el desarrollo de eventos de precipitación torrencial”.

Así encaja el puzzle del cambio climático

Los meteorólogos insisten en que el agua cálida es un ingrediente preciso, pero no garantiza que haya luego precipitaciones torrenciales. Hace falta que se den las condiciones meteorológicas necesarias para disparar la tormenta.

Y lo que está ocurriendo es que esas condiciones llegan cada vez más habitualmente con lo que la probabilidad de que ocurran episodios de lluvias extremas en las regiones del Mediterráneo español está creciendo: “Un aumento en frecuencia e intensificación de las situaciones que provocan lluvias muy fuertes o torrenciales y de extensión significativa”, según las conclusiones del meteorólogo Peio Oria.

A eso se le añade que, del estudio de los datos de precipitaciones de la AEMET, se deduce que en el último medio siglo, la intensidad de las precipitaciones torrenciales en España se ha multiplicado por 4,5 veces, según ha analizado la Universidad Politécnica de Catalunya. Es decir, no solo es más probable que se desate una tormenta muy intensa, sino que cuando estas llegan, son más fuertes.

Así encaja en el Mediterráneo el puzzle del cambio climático: a base de emisiones de CO2 que retienen el calor para que, a su vez, lo absorba y acumule el agua del mar. Las regiones mediterráneas de la península y Baleares, las zonas donde suelen descargar las danas o gotas frías, reciben ahora “un 19% más de precipitación en los episodios de lluvias torrenciales” que en los años 60, destaca el meteorólogo de la AEMET, Rubén del Campo.

“La predicción es que la temperatura marina baje los próximos días”, comenta Mélanie Juza. “Pero solo en Alborán caerá por debajo del nivel de ola de calor”, contrapone la científica–. “En Baleares, Alicante o Murcia seguirá por encima de ese límite”.