El legado incómodo de un capitán nazi: un mosaico erótico robado en la Segunda Guerra Mundial vuelve por fin a Pompeya

El legado incómodo de un capitán nazi: un mosaico erótico robado en la Segunda Guerra Mundial vuelve por fin a Pompeya

Recuperación histórica – El contacto de los descendientes del coleccionista con las autoridades italianas permitió organizar una devolución sin condiciones, tras confirmar la autenticidad del mosaico y establecer un posible vínculo con las expoliaciones del conflicto

Una turista devuelve piezas robadas de Pompeya tras culparlas de su cáncer y años de mala suerte

Los nazis, entre otras muchas cosas, tenían la mano larga. Donde ponían el pie, acababan llevándose algo. En los despachos, en los museos, en las villas ocupadas o en los almacenes, todo servía como botín si caía dentro del perímetro de su control. La guerra les proporcionó la cobertura perfecta para apropiarse de obras de arte sin control ni consecuencia inmediata. Entre esos objetos sustraídos apareció un antiguo mosaico erótico romano que acabó en Alemania, envuelto en una cadena de regalos y silencios.

Un regalo de guerra terminó por convertirse en una restitución patrimonial

Ese panel, que muestra a una pareja desnuda en una escena íntima, ha vuelto al Parque Arqueológico de Pompeya más de 80 años después de su desaparición. Su devolución ha sido posible gracias a la intervención voluntaria de los herederos del último propietario, un ciudadano alemán fallecido que lo conservaba entre sus pertenencias.

Según informó la unidad de Carabineros para la Protección del Patrimonio Cultural, el mosaico había llegado a sus manos como obsequio de un capitán de la Wehrmacht destinado en Italia durante la contienda. Los descendientes del coleccionista contactaron directamente con esa unidad especializada en Roma y solicitaron información sobre cómo devolver la obra al Estado italiano.

Tras comprobar su autenticidad y establecer su posible procedencia, se activó una operación diplomática coordinada por el consulado italiano en Stuttgart para organizar la repatriación. La pieza fue entregada en Italia sin contraprestaciones ni condiciones.

El mosaico, de travertino y con origen estimado entre el siglo I a. C. y el siglo I d. C., ha sido asignado de forma provisional al Antiquarium de Pompeya. Allí permanecerá custodiado y sometido a estudios técnicos, mientras se determina con mayor exactitud su historia arqueológica. Aunque no existe documentación completa sobre el lugar exacto donde fue hallado, los expertos consideran que decoró el suelo de una estancia privada en una vivienda de la zona vesubiana.

Esta devolución se enmarca en una ofensiva contra el expolio del siglo pasado

El director del parque arqueológico, Gabriel Zuchtriegel, explicó al diario La Repubblica que, pese a las lagunas documentales, el panel pertenece claramente al área cultural que gestiona su institución. En ese mismo medio, Zuchtriegel afirmó que “cada objeto saqueado que regresa es una herida que se cura”, y añadió que “la herida no tiene tanto que ver con el valor material de la obra como con su valor histórico, un valor que el tráfico ilícito de antigüedades daña profundamente”.

La devolución forma parte de un esfuerzo más amplio de recuperación de piezas extraídas ilegalmente del patrimonio italiano en el siglo XX. Según los datos del Comando de Carabineros, desde su creación en 1969 han conseguido recuperar más de tres millones de obras y objetos sustraídos, algunos de ellos desaparecidos durante décadas.

Entre las acciones más recientes se incluye la recuperación de varios frescos procedentes de villas romanas en Stabiae, muy cerca del área central de Pompeya. Estos fragmentos fueron extraídos en excavaciones clandestinas en los años setenta y, tras ser adquiridos por anticuarios europeos y estadounidenses, fueron localizados e identificados gracias a una investigación iniciada en 2020.

Algunos casos han sido incluso más peculiares. En 2020, una ciudadana canadiense envió por correo desde su país varios fragmentos de Pompeya que había sustraído durante una visita años atrás. En su carta de devolución alegaba que las piezas le habían traído mala suerte. Aunque la explicación no tenía base comprobable, las autoridades aceptaron el gesto y reintegraron las piezas al parque.

El mosaico recuperado ahora no solo representa una escena antigua, sino también una etapa en la que el patrimonio artístico europeo quedó a merced del descontrol, el oportunismo y la codicia. Que regrese a su lugar de origen confirma que, incluso en medio de la desmemoria, todavía hay espacio para la restitución y la responsabilidad compartida.