
Alcalá de Henares, otro polvorín que la extrema derecha intenta estallar contra los migrantes
Algunos residentes del centro de acogida de la localidad madrileña han recibido en las últimas semanas pedradas por la calle en medio de un clima de tensión que las asociaciones esperan que amaine tras los sucesos de Torre Pacheco
Alcalá de Henares aprueba pedir el cierre del centro de migrantes pese a las protestas de vecinos: “Cierre al odio”
Convertida a nivel histórico en una de las más fértiles canteras de ultraderechistas, Alcalá de Henares (Madrid), la ciudad que vio nacer a Miguel de Cervantes, vive en una calma tensa tras la “caza al migrante” impulsada por grupos de extrema derecha el pasado fin de semana en Torre Pacheco (Murcia). La violación sufrida por una joven de 21 años a manos, presuntamente, de otro joven maliense de la misma edad residente en el Centro de Atención, Emergencia y Derivación (CAED) de migrantes de la localidad madrileña ha desatado los peores augurios de los antirracistas porque la derecha y la extrema derecha están intentando utilizar el ataque para esparcir su odio.
Grupúsculos neonazis como Núcleo Nacional, Frente Obrero o Revuelta, las juventudes de Vox, han llevado la exigencia del cierre del centro hasta las puertas del mismo. Entre soflamas y cánticos franquistas, así como a favor de la deportación masiva de migrantes, sus protestas en la ciudad complutense siempre han terminado con disturbios con la Policía. Este sábado hay una nueva movilización en marcha en el mismo lugar y por el mismo motivo. Mientras tanto, colectivos y militantes políticos alcalaínos alertan de un caldo de cultivo peligroso que puede hacer reverdecer el pasado ultra de la ciudad en cacerías racistas como las de la localidad murciana de Torre Pacheco.
Silvia García es integrante de la asamblea del Centro Social 13 Rosas y de Alcalá Acoge, una plataforma formada por colectivos e individualidades que acompañan a los migrantes del CAED: “Nuestro temor llegó con la violación en Alcalá. Ahí tuvimos miedo de que pudiera ocurrir lo mismo que ha pasado en Torre Pacheco. Al final, parece que la escalada de violencia aquí no fue tan grande”. Desde su punto de vista, debido al tratamiento mediático de lo sucedido y los intentos por parte de la ultraderecha de focalizar su odio contra el CAED, “ha quedado un odio latente muy presente a pequeña escala”.
Desde Alcalá Acoge denuncian que ya se han producido las primeras agresiones contra migrantes. A varios de ellos, individuos sin identificar les apedrearon a la salida de sus clases de castellano que les imparten voluntarios de la plataforma. A uno le provocaron una herida en la barbilla. Han necesitado ayuda psicológica y ya han comentado lo ocurrido con el abogado de la entidad que gestiona este centro ubicado en el acuartelamiento Primo de Rivera, ACCEM.
Un campo de batalla para la extrema derecha
García considera que “la violencia a gran escala de Torre Pacheco está instigada desde las instituciones políticas, donde cala ese mensaje que liga inmigración con inseguridad cuando nunca había llegado a esos extremos, sobre todo en gente joven”. Si en algo coinciden en decir tanto gobierno local como oposición, con PP y Vox al frente del Consistorio y PSOE y Más Madrid en la bancada contraria, es que los altercados ocurridos en las últimas semanas en Alcalá están orquestados por personas de fuera del municipio.
“Esa es la gente que actúa como catalizadora del odio. Lo que aquí nunca había ocurrido, que es que la población atacara a los migrantes, ya lo están consiguiendo”, enfatiza la integrante del Centro Social 13 Rosas. El periodista especializado en extrema derecha Miquel Ramos coincide en esta postura, que guarda relación con lo sucedido en la localidad murciana: “Los vecinos de Torre Pacheco y Alcalá son rehenes de esta gente que elige estos municipios como su campo de batalla y escenario casi de guerra. No les importan los vecinos, ni la chica violada ni el anciano apaleado. Les importa que aparece el inmigrante como sujeto”.
A ojos de este también investigador en ultraderecha, lo sucedido en Torre Pacheco no es debido a un escenario excepcional. “Hoy en día hay muchas localidades de España donde convive la población migrante con la autóctona sin ningún problema”, defiende. Es el caso de Alcalá. Con unos 200.000 habitantes, el 17,24% de ellos son extranjeros, es decir, unos 34.500. “Lo característico de lo sucedido en un lugar y en otro es que se ha dado un acto violento y la extrema derecha lo ha utilizado para que el debate sobre inmigración pivote entre los parámetros de integración, violencia, inseguridad y miedo”, añade.
Ramos incide en que esto no es nuevo. “Lo llevan intentando años y poco a poco lo van consiguiendo gracias a la insistencia de Vox y al seguidismo del PP”, apunta. La alcaldesa alcalaína, Judith Piquet (PP), está investigada por la Justicia por la presunta filtración de un informe policial confidencial a principios de enero de 2024, apenas unos meses después de la apertura del CAED en noviembre de 2023. El documento, no se sabe todavía cómo, terminó en manos del secretario general del PP en Madrid, Alfonso Serrano, que lo publicó en su perfil de X. En el mensaje que acompañaba la imagen relacionaba inmigración e inseguridad.
Alcalá, núcleo de la extrema derecha
Al periodista especializado en extrema derecha tampoco se le pasa desapercibido que Alcalá siempre ha sido un punto caliente del movimiento neonazi patrio. No solo a nivel representativo, con concejales de España 2000 cuando la extrema derecha no había entrado en las instituciones con Vox, sino también a nivel callejero como centro de reunión y organización del movimiento ultraderechista.
Según cuenta en su libro Antifascistas. Así se combatió a la extrema derecha española desde los años 90 (Capitán Swing, 2022), en un momento dado, las Brigadas Antifascistas consiguieron arrebatar todos los territorios conseguidos por los neonazis de Bases Autónomas. “Excepto el barrio de Canillejas y Alcalá de Henares, que son sus bastiones”, comentó en el libro un antiguo militante de Brigadas Antifascistas. La ciudad complutense también es famosa por haber sido el refugio del grupo Hammerskin España. En su local llamado La Bodega, conocido entre los alcalaínos como La Bodeguilla, situado en la calle Mínimos, realizaban sus reuniones, a las que en ocasiones acudían miembros de la banda de toda Europa. En la puerta colgaba un cartel que rezaba only whites (“solo blancos”).
El mismo miedo, ahora en los migrantes
García, la integrante del Centro Social 13 Rosas y de Alcalá Acoge, subraya que “aquellos que ya tenemos cierta edad nos acordamos muy bien de lo que era Alcalá en los años 90 y 2000. Teníamos que mirar a los lados, aguantar insultos y llevarte alguna pedrada”. Según rememora, llegó a normalizar que salir de fiesta por la noche fuera casi siempre sinónimo de tener que correr cada vez que se cruzaban con un grupo de cabezas rapadas. “Esa es precisamente la sensación que ahora puede tener cualquiera de nuestros vecinos que viven en el CAED. El miedo y la impotencia”, incide.
Jesús García ya no vive en Alcalá, pero sabe bien lo que es salir por la ciudad siendo militante de la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE) y miembro del colectivo LGTBI. A partir de los 16 años vio cómo “todas las noches los nazis venían donde estábamos la gente más alternativa, y nos perseguían”. Con “alternativa” se refiere desde punkis y raperos hasta gays y lesbianas, aquello que se salía de la férrea norma que los neonazis tenían grabada en su cabeza. “Todas las noches nos tocaba correr”, apuntilla.
Insultos por la calle, enfrentamientos en actos políticos, agresiones físicas y campañas de acoso por redes es el precio a pagar por la militancia política en Alcalá de Henares. En este sentido, Jesús critica lo que entiende por “connivencia” entre los elementos ultraderechistas y la Policía, “y el Ejército también, que en Alcalá hay mucho militar”, sostiene.
A este militante comunista no le sorprende lo que ocurre en Torre Pacheco y Alcalá. Si algo le sorprende, dice que es la propia sorpresa. Así lo explica: “Oigo en tertulias a gente que se rasga las vestiduras por lo que está pasando, como si hubieran nacido ayer o despertado de un sueño. Este caldo de cultivo lleva creciendo desde hace muchos años”.
En Alcalá quedan grupos vinculados a la extrema derecha que han encontrado cierto relevo para sus integrantes más veteranos. Uno de los focos está puesto en los hooligans del equipo de fútbol local. Llamados Brigadas Alcalaínas, utilizan el fútbol como medio con el que vehicular su ideario político de ultraderecha. Por otro lado, tras la violación que sufrió la joven cerca del Centro de migrantes, se han creado patrullas vecinales. Una de ellas se autodenomina Caballeros de los Tercios y se organiza a través de WhatsApp. Afirman que el grupo está para compartir “información, iniciativas y reflexiones para cuidar, defender y honrar” lo que son.
Ya no se trata ni siquiera de personas conservadoras que añoran lo que entienden por “orden”, sino de auténticos neonazis que han llegado a realizar una pintada cerca del CAED con el mensaje de “negros al cementerio” acompañado de una esvástica.
La responsabilidad para aplacar el odio
A la pregunta de cómo se frena esta dinámica, Ramos responde que se pueden hacer muchas cosas desde muchos frentes. “Debemos asumir que esto no se trata de inmigración sino de calidad democrática, convivencia y Derechos Humanos”, comenta. Según explica, “es terrible que el debate sobre la inmigración se dé en medio de cacerías racistas; tendríamos que estar pensando más bien qué hacemos con los neonazis y la extrema derecha”.
Por eso, el periodista recalca la necesidad de “ser responsables” y luchar cada uno desde su parcela. “Lo primero es pedir contundencia a los políticos, que se actúe contra esta gente, porque lo permite la legislación. Y luego la sociedad debe reaccionar plantándose contra esto, debe ser un compromiso democrático, porque los Derechos Humanos no se debaten”, se explaya. Además, cada profesional con cierta incidencia en la sociedad debería hacer lo mismo, opina Ramos: “Esa responsabilidad la debe tener los profesores en las aulas, los periodistas en sus informaciones o los funcionarios en su día a día”.
Este sábado, 19 de julio, de nuevo hay convocada una concentración frente al CAED alcalaíno. El cartel que llama a la movilización no está firmado por ninguna organización, solo por “vecinos de Alcalá”. Tampoco está comunicada a Delegación del Gobierno. Presumiblemente, la zona aparecerá flanqueada por Policía Nacional que intentará impedir que los concentrados se acerquen demasiado al Centro. “Me gustaría creer que los vecinos de mi ciudad van a dar la espalda a esta gente que viene de fuera a quemar las calles, que se van a quedar solos”, finaliza García, la integrante de Alcalá Acoge y del Centro Social 13 Rosas.