¿Nuestro cerebro se puede acostumbrar a las ideas antidemocráticas?

¿Nuestro cerebro se puede acostumbrar a las ideas antidemocráticas?

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¿Nuestro cerebro puede acostumbrarse a las ideas antidemocráticas y autoritarias? No es cualquier semana para hacerse esta pregunta. Una ciudad murciana de 40.000 habitantes se ha convertido en un polvorín de violencia promovida por la extrema derecha. Así que me gustaría hablarte de algo que puede ser una herramienta –una de tantas– para responder a esta pregunta y, de paso, intentar aproximarnos a entender este mundo complejísimo en el que vivimos.

La neurocientífica Tali Sharot y el profesor de derecho Cass R. Sunstein se han juntado para escribir un interesante artículo en la revista Science Advances. En él explican cómo la estrategia de las opciones de extrema derecha se basan en explotar dos vulnerabilidades de nuestro cerebro: la habituación y el juicio relativo .Las aprovechan para instalar ideas autoritarias a base de habituarnos a ellas o compararlas con un nuevo contexto. La clave está en un mecanismo neuropsicológico universal por el que las personas somos menos propensas a responder, o incluso a notar, los cambios graduales.

Su tesis es que a medida que las acciones autoritarias se vuelven más frecuentes –ponen el mandato de Trump con los bestiales recortes en investigación científica como ejemplo pero la lista es larguísima en muchos países diferentes– los ciudadanos podemos desensibilizarnos y aceptar gradualmente comportamientos que antes nos habrían indignado. “La primera vez que un presidente se niega a conceder una elección, es una crisis. La segunda, una controversia. La tercera, puede ser solo otro titular”, subrayan en el artículo.

Un ejemplo reciente es el planteamiento de Vox de expulsar «masivamente» a las personas migrantes de España. Sergi Soler, historiador e investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) vincula esta estrategia con la psicología. “Básicamente, se trata de decir la barbaridad más grande que puedas decir, para que luego otras cosas, que serían barbaridades igualmente, parezcan más laxas o incluso moderadas”. El objetivo final es la aceptación de ciertas ideas que son extremadamente racistas y neofascistas y que antes no estaban encima de la mesa.

¿Qué es o no aceptable? Depende del momento histórico, claro. En sociología lo llaman “ventana de Overton” y se define como el espectro de posibles opiniones que se pueden expresar en el espacio público sin ser directamente descalificado. De algún modo, la extrema derecha está moviendo esa ventana, a veces con más éxito que otras.

Mientras escribo esto me acuerdo de los resultados de un informe reciente del Instituto de la Juventud (Injuve) que preguntaba a los jóvenes qué pensaban sobre la violencia de género. El negacionismo de este problema estructural ha aumentado tanto en mujeres como en hombres. Un 13,2% de las chicas y un 23,1% de los chicos piensan que es “un invento ideológico”, una posición que hace seis años estaba mucho menos respaldada (un 5,7% y un 11,9%, respectivamente). Este podría ser un ejemplo de ese movimiento de la ventana.

Otro son las ideas conspiranoicas. De la última encuesta sobre la percepción social de la ciencia y la tecnología, publicado por la FECYT, asoman un par de datos bastante fuertes: un 41,6% de los encuestados cree que “se han producido virus en laboratorios gubernamentales para controlar nuestra libertad” y uno de cada tres (33,3%) está convencido de que “la cura para el cáncer existe, pero se mantiene oculta al público por intereses comerciales”.

¿Qué hacer ante la habituación, entonces? Deshabituarnos. O sea, poner las cosas a la luz de nuestras mejores prácticas históricas, los ideales más ambiciosos, las aspiraciones más elevadas, dicen en el artículo. Pero es mucho más fácil escribirlo que hacerlo. “La habituación a la situación política actual tiene su origen en una acción consciente, a escala global, y que está dirigida y perfectamente engrasada por actores que tienen el control del diálogo colectivo a través de la acción política, la prensa y las redes sociales”, analiza el neurocientífico Luis Martínez Otero, que opina que la deshabituación, tristemente, no cuenta con las mismas herramientas.


La pastilla que actúa como profilaxis preexposición (PreP).

Mientras estabas a otras cosas…

La PrEP, la pastilla para prevenir la infección por VIH en personas que tienen prácticas de riesgo, está a punto de dar el salto a las oficinas de farmacia. Hasta ahora solo podía recogerse de las farmacias hospitalarias. Los detalles del cambio y el porqué, aquí.

El Gobierno ha enviado esta semana al Congreso la reforma de las leyes de la dependencia y la discapacidad. Es un texto que amplía derechos, reduce burocracia y trata de considerar mucho más que hasta ahora la voluntad de las personas. Estas son las principales medidas. Falta por ver cómo se financia, que no es ninguna cosa menor.

¿Un sistema de reconocimiento facial en un centro de salud? Se ha puesto en marcha en la sanidad pública de Ceuta y Melilla. Y genera muchas dudas a médicos y ONG.

Una nueva enfermedad crónica

El Ministerio de Sanidad y los consejeros de salud de las diferentes comunidades autónomas reconocen por primera vez en un documento oficial la covid persistente como una enfermedad crónica.

Es apenas un parrafito en la nueva estrategia para el abordaje de la cronicidad pero se ha convertido en una luz en la oscuridad para miles de personas en España. Hemos hablado con tres de esas personas, que llevan años con síntomas que incluso les han incapacitado laboralmente de forma permanente.

Para muchos no solo es cuestión de haber perdido la salud o de sufrir de manera habitual física y emocionalmente, sino las estrecheces económicas que suponen estar tan limitado para seguir trabajando. Aquí están sus historias.

Mientras, la ciencia y la medicina siguen perdidísimas sobre qué pasa en los sistemas inmunes de estas personas. “Desconocer tantas cosas nos pone inquietos, pero obviamente algo pasa”, nos decía Pilar Ledo, la médica de familia que está al frente de la Red Española de Investigación en Covid Persistente (REiCOP).

Me despido hasta dentro de dos semanas. Los próximos días me tomaré un descansito.

Un abrazo,

Sofía