Marvel intenta volver a sus raíces con ‘Los 4 Fantásticos: Primeros pasos’ y demuestra que estas tampoco merecen tanto la pena

Marvel intenta volver a sus raíces con ‘Los 4 Fantásticos: Primeros pasos’ y demuestra que estas tampoco merecen tanto la pena

Poco después del éxito de ‘Superman’, su competencia superheroica busca la misma jugada persiguiendo una ingenuidad y un escapismo que (casi) nunca le funcionan

James Gunn lucha contra la fatiga superheroica en un ‘Superman’ delicioso que desborda política y amor por el cómic

Una escena clave define el cine de superhéroes del siglo XXI, y es aquella que en Los 4 Fantásticos de 2005 halla a Mr. Fantástico en el cuarto de baño. El personaje interpretado por Ioan Gruffud se ha quedado sin papel higiénico, pero no hay problema porque puede utilizar sus poderes para estirar el brazo y resolver tan delicada situación. Es un gag memorable en la medida que resume toda una forma de acercarse al género, de la que Josh Trank iba a querer alejarse por completo 10 años después al darle a su versión de Cuatro Fantásticos un tono oscuro y solemne. Quizá se quería parecer a Christopher Nolan, y el enorme fracaso de la película le demostró que no era la mejor idea. Quizá los tiempos habían cambiado, y el público estaba receptivo a un tono más dicharachero.

Lo curioso es que la anterior 4 Fantásticos tampoco había llegado a cuajar. Es decir, desde luego ganó el dinero suficiente como para que produjeran una secuela (Los 4 Fantásticos y Silver Surfer), solo que envuelta en unas críticas pésimas. En los comienzos del siglo XXI no había una tendencia clara para el cine de superhéroes, si bien los éxitos de X-Men, los dos primeros Spider-Man de Sam Raimi o el Batman Begins de Nolan que se estrenaba ese mismo 2005 apuntaban al predominio de enfoques más serios, pendientes de extraerle épica y romanticismo al género superheroico. Frente a estos enfoques, Los 4 Fantásticos hacía chistes escatológicos y se burlaba de la condición de sus protagonistas de celebridades con su propio merchandising.

¿Por qué, sin embargo, no podemos hablar de una obra desconectada de su tiempo, como sí ocurre con la versión de Trank? Fácil, porque ese tono iba a ser algo así como pionero. Aquella 4 Fantásticos fue contemporánea al ascenso de Joss Whedon y de lo que se ha convenido en llamar “whedonismo”: dícese de un estilo de humor sarcástico, presto a rebajar cualquier situación dramática gracias a personajes que solo se comunican entre ellos con pullas y parecen ser conscientes de habitar una ficción. Whedon empezó a cultivarlo en Buffy, cazavampiros —en paralelo a una actitud abusiva que años más tarde le expulsaría de la industria— y se valió de él para blindar el estilo central del Universo Cinematográfico de Marvel, a través de la primera Vengadores.

El humor desmitificador de Los 4 Fantásticos confluyó con el whedonismo a la hora de engrasar una maquinaria que aplastara cualquier inquietud creativa en favor de un molde fructífero, prorrogable a oleadas de películas cortadas por un mismo patrón. Ese es el legado de la primera 4 Fantásticos y del apretón de Mr. Fantástico, nada menos: superhéroes cercanos a fuerza, irónicamente, de distanciarse de las situaciones. Una vez transcurren 20 años, el inevitable regreso de Los 4 Fantásticos (ahora dentro del UCM oficial) debería ser orgánico, como una vuelta a casa. El problema es que, en esta Los 4 Fantásticos: Primeros pasos, hay mucho más en juego.

El objetivo central es entregar por fin una película de Los 4 Fantásticos decente tras el desastre de Trank, de la mala reputación de las películas de los 2000 y de aquella adaptación de serie B que Roger Corman solo produjo allá por 1994 para que sus jefes no perdieran los derechos de adaptación (y ni siquiera llegó a tener un estreno propiamente dicho). Gracias a que Disney absorbió Fox hace seis años, es posible hacerlo en el seno del UCM. El problema es que Primeros pasos también surge en un contexto de fatiga superheroica, a la que se opone con una estrategia análoga a la de Superman hace solo un par de semanas: apartarse de los posibles motivos por los que parte del público está hastiada del género, y volver a las raíces con unos personajes clásicos y amados.

Se le atribuye a los 4 Fantásticos, en efecto, la consolidación de Marvel en la industria del cómic de los años 60. Su creación a manos de Jack Kirby y Stan Lee allanaría el camino para Spider-Man, Hulk… los Vengadores, en definitiva. Así que se les conoce como la Primera Familia, incidiendo con ello en su gran particularidad como equipo superheroico: forman, propiamente, una familia. Reed Richards y Sue Storm (Mr. Fantástico y la Mujer Invisible) son pareja, Ben Grimm y Johnny Storm (la Cosa y la Antorcha Humana) su mejor amigo y su hermano respectivamente. Sus lazos afectivos son esenciales y parte de esta estrategia regresiva por parte de Marvel consiste en subrayarlo con actores igualmente simpáticos. El omnipresente Pedro Pascal con Vanessa Kirby, y Ebon Moss-Bachrach y Joseph Quinn llegados de los fenómenos televisivos The Bear y Stranger Things.

El propio cásting ya denota un esfuerzo porque la película sea “encantadora” —pasando por alto lo cerca que está Pascal de quemar su rédito artístico a fuerza de acumular franquicias—, y porque lo sea en unas coordenadas sencillas. Frente a ellas se dibuja el motivo central de aquella fatiga superheroica, y un motivo que el propio Kevin Feige como líder de Marvel reconoce: hay demasiadas películas, con demasiados personajes y líneas narrativas interconectadas, que obligan al fan no tanto a disfrutar de sus historias como a hacer deberes. Gracias a este barullo se han dado satisfacciones extra como la afloración de cameos nostálgicos —también con su cuota de distancia irónica—, aunque todo tiene un límite. La grotesca Deadpool y Lobezno acaso mostró cuál era.


Los 4 Fantásticos a punto de enfrentarse a Galactus

Así que Primeros pasos quiere ser independiente. La estrategia para ello es hábil: aprovechar que el MCU se ha establecido como multiverso con varias realidades, y situar en una de ellas a los 4 Fantásticos como superhéroes estrella. Además, en una versión retrofuturista de los años 60, la época que les vio nacer y por la que resulta oportuno el fichaje de Matt Shakman como director: él viene de Bruja Escarlata y Visión, una elogiada serie de Marvel, donde ya jugueteaba con imaginarios de mediados del siglo XX a base de colocar a los personajes en una recreación de la sitcom estadounidense. Con estos mimbres, debieron pensar los directivos de la Casa de las Ideas, solo faltaría mantener las esencias en cuanto a escritura y retazos del whedonismo, y lo lograrían. La gente volvería a tener fe en los superhéroes. Triunfarían justo donde acaba de hacerlo Superman.

Y aquí es cuando viene lo delicado. Cuando Los 4 Fantásticos: Primeros pasos acumula los chistes sarcásticos con el ritmo habitual, y no le entra ni uno. Intenta que sus personajes sean carismáticos, pero solo vemos a intérpretes aguardando el cheque. Cuando intenta ser romántica y naíf, solo vemos una fría y mecánica operación quirúrgica. Vamos, que no cuela.

Un mundo que no apetece salvar

Hay que apuntar que la jugada de Los 4 Fantásticos en el marco global del UCM no es excepcional, ni implica una promesa de que vengan después más películas únicamente comprometidas con su propia historia. En 2019 Capitana Marvel desplazó la mirada a los años 90 de forma que pudiera incorporar al personaje de Brie Larson en la inmediatamente posterior Vengadores: Endgame, y es tal cual lo que va a suceder ahora: los 4 Fantásticos se unirán al catálogo habitual de personajes en Vengadores: Doomsday, a estrenarse en 2026 con la promesa de traer de vuelta a varios de los antiguos actores de X-Men. No es que haya exactamente un propósito de enmienda por aquí.

Lo que sí que hay, podemos reconocerlo, es un intento de armar una película a la antigua usanza. No una “entrega”, ni un “reboot” ni cualquier otra palabra inhumana de esas. Al igual que en Superman, lo intenta sin recurrir a las sobadas historias de orígenes y reflexionando sobre qué hay de especial en estos personajes. Primeros pasos proclama que es la familia, y si acaso el modo en que este amor interno puede entrar en conflicto con el ejercicio superheroico cuando además no se cuenta con una identidad secreta, cuando el superhéroe es una figura pública. Estos apuntes, interesantes sobre el papel, nunca llegan a rendir del todo por la inercia con que están escritos los personajes.


Pedro Pascal suma otra IP tras DC, Star Wars y The Last of Us

También por la rutina que rastreamos en la narración de Los 4 Fantásticos, de un ritmo muy deficiente. Parte de esta operación de reavivar el alma marvelita con electroshocks pasa por dejarle a Michael Giacchino que componga una nueva y eufórica banda sonora, continuando aquello que hizo tan bien en el Batman de Robert Pattinson. Y en efecto el tema principal de Los 4 Fantásticos es excelente, puede mirar con arrogancia la cobardía del vecino Superman (donde Gunn se resignó a reciclar la música de John Williams). El problema es que las imágenes de la película de Shakman nunca son lo divertidas ni emocionantes que promete esta banda sonora.

Hay una llamativa carencia de acción en Los 4 Fantásticos, cuyo armazón dramático podríamos resumir como la difícil negociación de los héroes con el villano intergaláctico Galactus para que no devore la Tierra. En el marco de esta larga negociación podemos divisar alguna que otra virtud —Primeros pasos, persiguiendo cierto rigor sesentero, juguetea mucho con la ciencia ficción vintage a través de las ocurrencias pseudocientíficas de Mr. Fantástico o de, sobre todo, cierta persecución a través de un agujero de gusano que supone la cumbre del film—, así como la falta de ideas para que brillen los poderes tan supuestamente fantásticos de los personajes.

En esto cabe acordarse, por contraste, de las posibilidades que sí supo divisar la animación cuando Brad Bird se inspiró sin sonrojo en los 4 Fantásticos para Los increíbles —solo comparar los estiramientos de este Mr. Fantástico con Elastigirl da la medida del fracaso expresivo del filme que nos ocupa—, y asumir que el atractivo del envoltorio retro no es suficiente. La película es incapaz de transmitir una alegría genuina por el lecho cultural en que se enmarca, enfangándose en lo que parecía que eran los materiales primordiales y al final solo resultan integrar un vacío ominoso.

Un vacío que pudo disimular la película de los 2000 o más tarde Joss Whedon, gracias seguramente a que tenían la época de su parte… pero esta, en definitiva, no es época para Los 4 Fantásticos: Primeros pasos. Y definitivamente los superhéroes incapaces de defender por qué deberían importarnos lo más mínimo merecen todo nuestro rechazo. En eso consiste la fatiga superheroica.