
Stonehenge no fue obra del azar glaciar, sino del esfuerzo humano, según nuevas pruebas
Un nuevo estudio descarta el origen glaciar del llamado bloque Newall y lo vincula con una cantera concreta en Gales, reforzando la hipótesis de un traslado deliberado por parte de comunidades neolíticas
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El origen de las piedras azules de Stonehenge sigue siendo uno de los grandes enigmas de la arqueología europea. ¿Fueron arrastradas por glaciares hace miles de años o trasladadas por humanos desde más de 200 kilómetros de distancia? Un nuevo estudio, publicado en la revista científica Journal of Archaeological Science: Reports, aporta evidencias contundentes a favor de esta segunda teoría.
El trabajo se centra en el llamado “bloque Newall”, una roca descubierta en 1924 durante las excavaciones de Lt-Col William Hawley. Durante décadas, esta pieza, de forma ovalada y 22 centímetros de largo, ha sido citada como posible prueba de transporte glaciar, tras ser calificada como un “errático” por el geólogo Geoffrey Kellaway en los años noventa. Sin embargo, nuevas investigaciones lideradas por el geólogo Richard E. Bevins desmienten esa hipótesis y corrigen numerosos errores acumulados en la literatura científica.
La investigación del equipo
El equipo ha sometido la roca a un exhaustivo análisis petrográfico, químico y geológico, comparándola con cientos de muestras procedentes de Gales. Los resultados apuntan a una coincidencia clara: el bloque proviene de Craig Rhos-y-Felin, un yacimiento en Pembrokeshire donde se documentaron trabajos de extracción de piedra hace unos 5.000 años.
Según los autores, la morfología del bloque Newall, con una capa exterior blanqueada y un núcleo oscuro intacto, coincide con la parte superior de una columna de riolita fracturada en ese lugar galés. Además, su composición mineral, que incluye estilpnomenano, clorita, titanita y circón parcialmente reabsorbido, coincide con la de los fragmentos de piedra conocidos en Stonehenge como “debitage”, vinculados también a Craig Rhos-y-Felin.
Fotografía de la roca Newall 1978.36 (número suplementario RSN18)
Desmonta uno de los argumentos de una hipótesis popular
El artículo también desmonta uno de los argumentos centrales de los defensores de la hipótesis glaciar: la supuesta diversidad litológica del conjunto de Stonehenge. “Lejos de reflejar una dispersión aleatoria propia de un glaciar, el repertorio de litologías es sorprendentemente limitado y apunta a una selección humana deliberada”, señalan los autores.
Los análisis geoquímicos, incluyendo espectrometría portátil de fluorescencia de rayos X (pXRF) y la proporción Zr/Th, refuerzan la identificación del bloque Newall con la cantera galesa. Las concentraciones de calcio más elevadas detectadas en su superficie se explican por el depósito de carbonatos durante milenios de enterramiento en los suelos de Stonehenge, y no por diferencias de origen.
Gráficos seleccionados de análisis pXRF de riolitas del norte de Pembrokeshire, graficados con datos del bloque de Newall y otras dos muestras de riolita de la colección de Newall (muestras RSN), una muestra de desecho de riolita recolectada por William Cunnington en la década de 1880 (muestra número 1983.20.85 del Museo de Salisbury), y una serie de muestras de desecho de riolita utilizadas en Thorpe et al. (1991) denominadas muestras ‘OU’
Errores factuales y de interpretación en trabajos anteriores
Además de precisar el origen del bloque, el estudio revisa las confusiones acumuladas en torno a su historia investigadora. Los autores denuncian errores factuales y de interpretación en trabajos anteriores, y aclaran la ubicación actual de los fragmentos del bloque en varias instituciones, como el Museo de Salisbury, el Museo Nacional de Gales y el British Geological Survey.
Esta revisión científica también aborda la polémica sobre el supuesto uso del bloque como herramienta o hacha. “No hay base para interpretarlo como un instrumento, ni por su forma ni por las marcas que presenta”, subrayan los investigadores. Su forma habría resultado de una fractura natural o inducida al instalar o desmontar un monolito, y sus dimensiones encajan con los pilares erosionados de Craig Rhos-y-Felin.
Frente a las suposiciones sin evidencias sólidas, el artículo concluye que no hay rastro de actividad glaciar en la llanura de Salisbury que justifique la presencia de los megalitos. Por el contrario, sí hay pruebas del transporte humano de piedras desde Gales y del trabajo de talla en el propio recinto de Stonehenge.