
La economía circular de las pizzas más famosas del supermercado
Casa Tarradellas tiene en la producción de pizzas su gran palanca de crecimiento. Ha ampliado la capacidad de elaboración de trigo, procedente de la agricultura regenerativa, con la puesta en marcha de un nuevo molino
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Josep Pou, agricultor de cuarta generación cuya familia posee 800 hectáreas de cereales en la Catalunya central, vaticina una buena cosecha de trigo para este año.“Ha llovido, los granos están muy nutridos y la humedad es muy baja, del 11%”, explica a un grupo de periodistas antes de subirse a una moderna y gigantesca cosechadora y empezar la siega.
Josep es uno de los 250 agricultores (100 de ellos en Catalunya, el resto en Aragón, Navarra, Castilla-La Mancha y sur de Francia) que nutre de trigo a Casa Tarradellas y uno de los que, junto al responsable de cultivos de la compañía, David Jané, participa en las decisiones sobre el ciclo de labranza, como la rotación de cultivos.
En Casa Tarradellas las pizzas empiezan en un campo de trigo y son como un embarazo, pasan nueves meses desde la siembra hasta que te la comes. Antes de sementar, en otoño, se analiza la tierra, el clima y la altitud del campo, y se decide qué tipo de cereal se planta ese año rotando entre trigo, cebada, colza y veza y qué tipo de semilla de las 23 variedades con las que trabaja.
“Adaptamos el legado a la tecnología. Practicamos la rotación de cultivos con ciclos de cinco o seis para no abrasar la tierra en épocas con altas temperaturas, por ejemplo. Buscamos la salud de la tierra”, explica Miquelina Saborit, directora de comunicación de la compañía de Gurb, al lado de Vic (Barcelona).
La agricultura regenerativa es una de las grandes apuestas de Casa Tarradellas, que tiene en la elaboración de pizzas su gran palanca de crecimiento. Representa la mitad de la facturación de la firma, que en 2023 (últimos datos disponibles) ingresó casi 1.340 millones de euros, un 18% más que el ejercicio precedente, y ganó 34 millones, 2,5 veces más.
La otra mitad procede del negocio cárnico, con el conocido espetec como producto estrella, pero que también incluye loncheados de jamón cocido, cintas de béicon y patés. Parte de la producción es para Mercadona, que las comercializa tanto con la marca Casa Tarradellas como con Hacendado, la marca propia de la alimentación de la cadena. El grupo de Juan Roig es el único para el que la firma catalana fabrica marca blanca.
El potencial de crecimiento de las pizzas y las masas frescas es tal que la compañía ha tenido que ampliar la capacidad de elaboración, tanto para absorber el nivel de demanda actual como el futuro, ya que Casa Tarradellas es el único productor europeo de pizzas que tiene integrada la fabricación de harina en su cadena productiva, asegura Saborit.
La compañía acaba de estrenar este año un segundo molino para la elaboración de harina en su sede de Gurb –Casa Tarradellas tiene 18 centros productivos en un radio de 20 kilómetros en los que emplea a unos 3.000 trabajadores y 20 granjas de cerdos propias. Ha invertido en la instalación 25 millones de euros y le permitirá molturar 12,5 toneladas de harina cada hora. El primero comenzó a funcionar en 2010, con capacidad para 18 toneladas la hora, explica el gerente de los molinos de la firma, Joan Clotet.
A falta de saber los volúmenes de producción y de ventas de la compañía familiar, el año pasado recolectó alrededor de 110.000 toneladas de trigo blando, cifra que va en aumento, así que el control del proceso es fundamental para asegurar la calidad del producto. Analiza más de 3 millones de productos al día, la mitad de los cuales son sus 17 variedades de pizzas.
La agricultura regenerativa es una de las vías para conseguirlo. Junto a la rotación de cultivos, tras la siega que tiene lugar estos días la paja se deja que cubra el suelo. Lo protege de tormentas y de la erosión que provoca el agua, mejora su estructura, el balance hídrico y la fijación del carbono. Y plantan también –otro caso– bandas florales y hoteles de insectos, en todo el perímetro del campo para que se incremente la biodiversidad en la zona y protejan al cultivo de plagas. “Queremos reducir al máximo el uso de fitosanitarios químicos para ayudar al sistema inmune de los cultivos”, explican.
Casa Tarradellas presume de ser una empresa comprometida con el medio ambiente y respetuosa con el entorno desde sus inicios. Fue fundada por el matrimonio Josep Terradellas y Anna Maria Falgueras (que se mantienen como presidente y vicepresidenta) en 1976, cuando al pie de la antigua carretera N-152 abrieron un restaurante, una tienda y un pequeño obrador, donde empezaron a producir los conocidos espetecs y otros embutidos.
Su gran visión fue apostar por una cartera de productos reducida. En 2004, cuando la empresa iba como un tiro y ya facturaba más de 300 millones de euros gracias al lanzamiento en 1996 de la primera pizza fresca del mercado, apostó por la energía renovable y en la actualidad todas sus plantas utilizan energía solar fotovoltaica, con lo que cubre más del 25% de su consumo eléctrico con energía solar autogenerada.
En 2012 puso en marcha una planta de reciclaje que recupera y reutiliza los recortes de material PET que se producen en las líneas de envasado y en 2019 logró reducir su consumo de agua un 14,5% gracias a técnicas como la recuperación del agua evaporada durante el curado del fuet. El grupo tiene un alto ritmo inversor en mejoras de procesos e innovaciones. En 2023 destinó casi 41 millones a proyectos de I+D+i.