Vitoria vuelve a pintar desde cero el mural de homenaje a las víctimas de la represión franquista de 1976: «Zaramaga no existe sin el 3 de marzo»

Vitoria vuelve a pintar desde cero el mural de homenaje a las víctimas de la represión franquista de 1976: «Zaramaga no existe sin el 3 de marzo»

En el taller de Verónica Werkmeister y Javier Hernández Landazabal recrean la obra de arte de 210 metros cuadrados ahora tapada por unas obras para que esté lista para el quincuagésimo aniversario

La memoria de la masacre del 3 de marzo sigue viva 45 años después: “Cayó un tiro a mi lado, me puse de sangre como un Cristo”

Cosas de los tiempos, en el barrio obrero por excelencia de Vitoria, Zaramaga, levantado en el franquismo para acoger a trabajadores de Burgos, Galicia, Extremadura y otros lugares de empleados en las nuevas industrias, los tradicionales ladrillos rojos vistos están dejando paso en algunos bloques a envolventes más eficientes desde el punto de vista energético. Y una de esas obras, la del 28 de la calle de los Reyes de Navarra, ha tapado un gran mural de homenaje a los sucesos que el 3 de marzo de 1976 se produjeron allí mismo, en la iglesia de San Francisco de Asís de la plaza de enfrente. Se instaló no hace tanto, en 2013, pero era ya un punto obligado en la ruta memorialística y, en puertas del quincuagésimo aniversario, que llegará en 2026, la ciudad no quería perderlo. Así las cosas, un par de calles más allá, en el corazón de Zaramaga, un taller acoge las labores de reproducción precisa -e incluso mejorada- de aquella obra de nueve pisos de alto y un par de locales comerciales de ancho. 210 metros cuadrados en total, la mitad de la cancha del Baskonia.

Aquel 3 de marzo de 1976 es una seña de identidad en Vitoria en general, pero en Zaramaga en particular. Apenas tres meses y unos días después de la muerte de Francisco Franco, la Policía Armada todavía perfectamente dictatorial, los ‘grises’, disolvió a tiros una asamblea de huelguistas que tenía lugar en el templo. Mató a cinco personas, hirió a decenas más y causó protestas en Euskadi, en España e incluso en Italia que dejaron todavía más fallecidos y reprimidos.


Verónica Werkmeister, coordinadora del trabajo

“Zaramaga no existe sin el 3 de marzo. Es la historia que sigue sin cerrarse. Es impensable no tener allí el mural”, señala Verónica Werkmeister, pintora nacida en Los Ángeles y responsable del programa de muralismo de Vitoria desde hace años. Ella y su compañero Javier Hernández Landazabal, sin temor a mostrarse ante las cámaras manchados de pintura de arriba abajo, han abierto esta semana las puertas de su ‘oficina’ a los medios de comunicación y a una representación municipal encabezada por la edil Miren Fernández de Landa para dar conocer los avances del nuevo mural dos meses después del inicio de los trabajos. Como novedad, se está haciendo sobre tela, en varias piezas, de modo que el montaje será más sencillo sobre la nueva fachada de cerámica del edificio reformado. “Como un puzle”, bromean.

La nueva técnica permite un mayor nivel de detalle, explican. “Estamos pintando a 15 centímetros. En un mural en un andamio tampoco puedes deleitarte en los detalles. Tenemos el lujo del tiempo”, cuenta Werckmeister. La posibilidad de hacer una segunda versión permitirá igualmente introducir algunos ligeros cambios respecto al diseño original. Por ejemplo, la visión desde de una ventana del barrio de los ‘grises’ “preparándose para dar palos” que, mientras se produce la visita, Hernández Landazabal pinta con tiento, como se llama el instrumento renacentista en el que se apoya. O la introducción del monolito que ahora existe como conmemoración permanente. No faltará, claro, esa icónica imagen de las letras de la palabra ‘Justicia’ escritas en color rojo con sangre, una por baldosa. Los Seat aparcados junto al lugar de los hechos en aquella jornada también están ya recreados con mimo.


Detalle ya finalizado del mural


El edificio, aún con parte del andamio de la obra, ya sin el mural

El mural está siendo un trabajo colaborativo. Una treintena de personas ha participado. “Es un trabajo codo a codo. Nos hacemos amigos, tomamos un café, charlamos, ponemos música, se nos cae la pintura y nos reímos. Es una experiencia colaborativa de barrio”, señala la artista. Pero muchos “se emocionan” también al hacerlo. Y otros llevan de acompañantes a sus mayores, testigos de los hechos. En estos momentos surgen nuevas historias y recuerdos. Las instituciones trabajan ya en la reforma del templo para que acoja al final el prometido memorial, que aglutinará todas esas teselas del gran mosaico que fue el 3 de marzo de 1976. Eso sí, todavía está pendiente el traslado de la colección de belenes del Obispado, que precisa de una nueva ubicación. La edil Fernández de Landa sostiene que, de cara a ese aniversario redondo, “el nuevo mural lucirá ya en todo su esplendor”. “No hay presente ni futuro sin memoria”, sentencia.

Para esa fecha, a falta de sentencias condenatorias para los autores materiales o de responsabilidades políticas para los cargos de la Transición, la Fiscalía prepara un informe para establecer una suerte de “declaración de hechos” de lo ocurrido en 1976. No será un fallo ni tendrá carácter “punitivo”, pero sí es una posibilidad que ofrece la normativa para este tipo de sucesos. En la Cadena Ser, la fiscal-jefe de Álava, Carmen Cotelo, indicó que acumulan ya “2.000 folios de documentación”. Quedan siete meses para esa fecha.