El Supremo absuelve a los dueños de una discoteca ruidosa de la calle Orense de Madrid: «Escuece, pero hay que aceptarlo»

El Supremo absuelve a los dueños de una discoteca ruidosa de la calle Orense de Madrid: «Escuece, pero hay que aceptarlo»

El tribunal anula condenas de más de un año de cárcel y multas de 180.000 euros a los antiguos dueños de la extinta discoteca Rococó en una sentencia que ha causado «sorpresa» entre los vecinos afectados que, no obstante, celebran que el ruido haya disminuido

Archivo – «O familias o discotecas»: seis años de batalla contra el ruido en la calle Orense de Madrid

El Tribunal Supremo ha decidido absolver a los dueños de una discoteca de la calle Orense de Madrid cuyo ruido condicionó durante años las vidas de los vecinos hasta el punto de que varios de ellos tuvieron que mudarse. Los jueces anulan las condenas de más de un año de cárcel impuestas a los dos gestores del local Rococó y la multa de 180.000 euros a la empresa al entender que no hay pruebas suficientes de que el ruido de la música fuera tan grave como para ser considerado un delito y no una sanción administrativa. La discoteca volvió a abrir recientemente bajo otro nombre y con otros dueños, pero tras hacer reformas y con menos ruido.

La calle Orense forma parte del distrito madrileño de Tetuán, pero se encuadra en una de las zonas de oficinas y comercios más destacadas de la capital con un gran número de discotecas en los bajos de los edificios. Una de ellas fue la discoteca Rococó, cuyos dueños fueron llevados a los tribunales por la comunidad de vecinos del número 14 de esta calle. Alegaban que el ruido les impedía hacer vida normal desde 2016 hasta 2019, incluso con una planta de oficinas haciendo de parapeto entre la discoteca y sus casas, y que llamar a la Policía para hacer mediciones no estaba solucionando el problema.

El caso llegó a juicio con la Fiscalía especializada pidiendo hasta dos años y medio de cárcel para los administradores de la discoteca y una sanción de un millón de euros para la empresa. La Audiencia de Madrid reconoció que “no es sencillo definir el ruido como agente contaminante” pero vio pruebas suficientes de que el ruido del local había alterado la vida de los vecinos. Una había tenido que mudarse y el portero del edificio había abandonado también su vivienda.

La sentencia implicó una condena de un año y tres meses de cárcel para los dos empresarios que habían gestionado la discoteca Rococó por su cuenta y en diferentes etapas, además de una multa de 180.000 euros para la empresa. Una sanción que confirmó posteriormente el Tribunal Superior de Justicia, constatando que los dueños tomaron algunas medidas pero que, por ejemplo, llegaron a manipular el limitador de sonido impuesto por las autoridades locales. La transmisión, dijo un perito durante el juicio, “es mucho mayor” si la discoteca comparte elementos comunes “como columnas y forjados” con las casas que tiene encima.

Esta condena, con un componente económico muy elevado, no ha pasado el filtro del Tribunal Supremo. Los jueces de la Sala de lo Penal, que en otras sentencias han apuntado a “clamorosos errores” en la legislación sobre ruido, han entendido que las sentencias de los tribunales madrileños “no permiten” atribuir a ambos administradores el delito por el que han sido condenados. Los magistrados sostienen que hay “errores descriptivos” en los hechos probados que llevan a la absolución.

En primer lugar, el Supremo explica que no se puede culpar a los dos empresarios de la noche por todos los hechos, sino que a cada uno se le puede atribuir solo el ruido que se identificó en su etapa concreta al frente de la discoteca. “No pueden sumarse entre sí”, dice el tribunal, acusando a la Audiencia de Madrid de hacer una “conclusión acumulativa” para condenarles. Los hechos probados, añade, no describen “tan siquiera en qué consistieron las molestias” en algunas de las fases y “la gravedad del riesgo ha quedado muy diluida en el relato fáctico”.

Empresarios absueltos y discoteca abierta

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo lleva años firmando sentencias de cárcel para dueños de locales ruidosos cuando, explica ahora de nuevo, hay pruebas de que el ruido afectó a la vida de los vecinos. Por ejemplo cuando condenó al dueño de una sala de fiestas de Palencia que en los años noventa atormentó a sus vecinos con el ruido hasta el punto de que un niño recibió “tratamiento hipnótico” para lidiar con sus alteraciones de sueño. O cuando confirmó la condena del dueño de un bar de Archena, en la Región de Murcia, que hizo imposible la vida de una enferma de Alzheimer y de sus familiares que acudían a cuidar de ella.

En este caso de la calle Orense, donde la Justicia ha puesto el foco sobre varias discotecas y su ruido en los últimos años, los jueces del Supremo entienden que “la gravedad del riesgo ha quedado, por las razones antes expuestas, muy diluida en el relato fáctico”. A su juicio, todo ello es insuficiente para firmar una condena de cárcel para los dueños de una discoteca que cerró, pero que recientemente ha reabierto con otro nombre aunque, según los afectados, hace menos ruido.

Jorge Pinedo es el abogado de esta comunidad de vecinos y miembro de Juristas contra el Ruido. Los vecinos de la calle Orense, explica a elDiario.es, han recibido “sorprendidos” esta sentencia, pero celebran que la causa penal haya servido para que los nuevos dueños de la discoteca “hicieran una serie de obras que en parte han sido bastante eficientes y el ruido ha bajado y eso es lo que les preocupa, que tienen menos ruido que antes, la diferencia es sustancial”.

Que el Supremo haya revocado una sentencia que les dio la razón después de años de lucha legal, explica el letrado, “escuece un poco”, pero “hay que aceptarlo”. Esta resolución, entiende, “endurece” la capacidad de llevar al banquillo a dueños de locales ruidosos. “Exige aportar una prueba ingente que generalmente no es gratis”, explica. Por ejemplo, peritos de mediciones que “valen un dineral”. Comunidades de vecinos como esta de la calle Orense, añade, acuden a la vía penal “con tal de evitar el ruido” porque la administración “no hace nada” y los juzgados “van fatal de lentos” y, mientras tanto, “la gente sigue sufriendo el ruido”.