
Aguas embotelladas con sabor, ¿son una forma saludable de hidratarnos?
Estas bebidas suelen considerarse una opción saludable, pero estamos frente a un tipo de bebida más similar a un refresco que al agua
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Aunque siempre es importante mantener una buena hidratación, cuando llega el calor la necesidad aumenta aún más. El agua es una de nuestras grandes aliadas para conseguirlo. Sin embargo, su fama de insípida, incolora e inodora podría explicar por qué a veces nos cuesta tomar la cantidad adecuada, por mucho que esta varíe en función de la persona.
Desde hace ya varios años la sección de agua embotellada de los supermercados es cada vez más extensa: agua mineral, agua con o sin gas y también agua saborizada. Junto a las botellas de agua de toda la vida es común encontrar aguas con sabores típicos como a limón o naranja y otros más exóticos como jengibre. Pero, ¿son igual de saludables? ¿Qué hay detrás de este envase aparentemente tan saludable como el agua?
Podría parecer que se trata de una opción válida, sobre todo porque nos referimos a ellas con el nombre de agua, que siempre nos remite a algo saludable y necesario y, por tanto, podríamos pensar que estamos frente a una buena alternativa para saciar la sed. Pero, ¿realmente es así?
Aguas saborizadas: entre la apariencia saludable y la realidad
Este tipo de aguas saborizadas suelen ser incoloras, se comercializan normalmente en botellas transparentes y junto a las aguas minerales naturales, lo que nos lleva a pensar que son agua y poco más. Sin embargo, y de acuerdo con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), “en realidad son refrescos y deberían estar junto a los refrescos de naranja y colas”. Podemos pensar que un agua con sabor a limón contiene precisamente eso: agua y un poco de limón.
Sin embargo, y aunque hay de todo, en algunos de estos productos, más que agua (que contienen poca) lo que destaca es la presencia de edulcorantes como el aspartamo o el ciclamato, además de otros ingredientes y aditivos para darles aroma y color, y garantizar su conservación. Estos aditivos se usan para conseguir el sabor afrutado de este tipo de bebidas.
La etiqueta habla por sí sola y es mejor que nos tomemos un tiempo para examinar los ingredientes a fondo antes de decidirnos por una marca o un sabor. Algunos de estos ingredientes pueden ser jarabe de azúcar, correctores de acidez, antioxidantes, ácido ascórbico, colorantes, estabilizantes y aromas, además de zumo concentrado —entre un 1% y un 10% del producto.
Debemos prestar atención al contenido de azúcar que, aunque varía en función del producto, en algunas botellas puede llegar a ser del 5%. Si consumimos un litro de esta agua saborizada al día, estaremos consumiendo 6 gramos de azúcar, el equivalente a un terrón de azúcar. Pero algunas pueden llegar a alcanzar hasta los 14 gramos por cada 250 mililitros, es decir, más de tres cucharaditas. Un consumo que, si bien no si sitúa en el mismo nivel que el de un refresco (algunos contienen unos 35 gramos de azúcar) sí es más elevado que el recomendado (la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición recomienda un consumo inferior a los 25 gramos al día, que equivaldría a unos seis terrones).
También debemos prestar atención a mensajes como “cero azúcar” en el caso de que debamos controlar nuestro nivel de azúcar en sangre porque los azúcares suelen sustituirse por edulcorantes con nombres desconocidos que tampoco son recomendables. Algunas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que el uso a largo plazo de edulcorantes artificiales como el xilitol puede aumentar el riesgo de sufrir diabetes tipo 2.
Si necesitamos dar un toque de sabor al agua, podemos preparar en casa, sin aditivos, de forma económica y sencilla.
A la hora de comparar las etiquetas es importante que prestemos atención a un pequeño detalle: ¿la información sobre las cantidades se refiere a un vaso, a una botella pequeña de medio litro o a un litro? Una recomendación es optar por aquella versión que tenga la lista más corta posible de ingredientes y la mayor cantidad de agua. Al revisar la lista de aditivos, cuantos menos, mejor.
A todo ello hay que tener en cuenta otro factor: estudios como este publicado en European Journal of Dentistry, aunque con limitaciones, concluyen que algunas aguas saborizadas pueden contribuir a la erosión dental en aquellas personas que usan este tipo de bebidas a diario y de forma regular.
No podemos hablar de ellas como “agua aromatizada”, porque no solo están compuestas por agua y aromas. Es importante distinguir entre aguas saborizadas y aguas aromatizadas. Las saborizadas sí entrarían dentro de la categoría de bebidas refrescantes.
¿Vitaminas y minerales en el agua?
Aunque algunas de estas aguas presumen de contener vitaminas y minerales, en realidad se trata de nutrientes que podemos encontrar en los alimentos en su forma natural. No significa que sean esenciales para cubrir las necesidades del organismo, sino que es más bien una forma de dar sensación de bienestar.
No hay evidencia que diga que el consumo regular de estas bebidas pueda mejorar nuestro estado nutricional, mejorar una función corporal o reducir el riesgo de ciertas enfermedades, a pesar de que sepamos cuál es el papel esencial que juegan las vitaminas y los minerales en el mantenimiento de la salud.
Y es que no es necesario que el agua, cuya función principal es la de hidratarnos, nos aporte otros nutrientes que ya podemos obtener con los alimentos. Por tanto, es importante no dejarnos atraer por mensajes tentadores.
Elaborar agua con sabor en casa, la forma más saludable de hidratarnos
Si necesitamos dar un toque de sabor al agua, podemos preparar en casa, sin aditivos, de forma económica y sencilla. Hacerlo es tan sencillo como añadir trozos o rodajas de nuestra fruta de temporada favorita al agua del grifo. Podemos optar por rodajas de cítricos como limón o naranja, incluso de verduras como pepino o apio o especias como hojas de menta o una rama de canela que tengamos en casa y que estén a punto de estropearse. Una opción es cortarlo todo bien pequeño para que suelten más jugos y aromas.
El agua debe ser la base y el ingrediente principal, aunque la añadiremos al final, y lo dejaremos reposar todo junto varias horas antes de tomarla, para que así tenga más sabor. Y, aprovechando que hace calor, podemos añadir algunos cubitos de hielo para dar mayor frescor a la bebida.