Ampollas en los pies: cuatro formas de prevenir estas lesiones de la piel y cómo tratarlas

Ampollas en los pies: cuatro formas de prevenir estas lesiones de la piel y cómo tratarlas

Estas pequeñas ‘lesiones’ en forma de burbujas salen como mecanismo de defensa de la epidermis para proteger el tejido interior, pero hay medidas para evitarlas

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El verano es tiempo de vacaciones, deportes al aire libre y también de cambio de zapatos. El calor trae consigo un mayor riesgo de sufrir problemas en los pies, como quemaduras, hinchazón y ampollas. El cambio de tejido del calzado y la humedad de los pies y la suela puede dar una sensación de quemazón en la planta que aumenta el riesgo de la presencia de ampollas.

El uso de sandalias, por ejemplo, puede aumentar el riesgo de aparición de ampollas, sobre todo en zonas como la planta del pie, pero también en talones, dedos como el meñique y pulgares y empeine por la fricción de las correas en la parte superior del pie.

Qué son las ampollas y qué las suele provocar

Una ampolla no es más que una acumulación de líquido debajo de la capa superior de la piel, la epidermis. Es un mecanismo de defensa, una especie de vendaje natural que crea el cuerpo para ayudar a reparar la piel dañada. Visualmente son muy particulares: un área de piel con forma de burbuja, llena de líquido transparente, cuyo tamaño varía, de más pequeño hasta varios centímetros. Algunas pueden aparecer con cierto enrojecimiento, picazón y dolor.

Aunque las ampollas pueden tener varias causas, la más común es la fricción, es decir, la fuerza de roce entre dos superficies. La fricción repetida al caminar debilita la capa superior de la piel y comienza a separarse de las capas inferiores. Pasar varias horas al día de pie o caminar o correr largas distancias también puede contribuir a la aparición de ampollas por fricción. Según datos del Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos de España, las ampollas constituyen hasta el 64% de las quejas médicas en los excursionistas.

También el exceso de humedad puede estar detrás de la aparición de algunas ampollas porque puede obstruir los poros de los pies y provocar ampollas entre los dedos y en cualquier lugar donde se acumule humedad.

Detrás de una ampolla también puede haber la exposición excesiva al sol o por quemaduras por escaldadura, como las que se producen de forma accidental con el contacto de algo caliente.

Cómo se pueden prevenir las ampollas

Con las estrategias adecuadas y las medidas preventivas acertadas podemos evitar estas molestas lesiones. Algunas de las más eficaces pasan por tomar las siguientes medidas:

Elegir bien el calzado

A la hora de prevenir las ampollas el calzado se convierte en nuestra primera arma de defensa. Debemos asegurarnos de que se ajusta bien, tiene suficiente espacio en la puntera y queda ceñido en el talón. Si los zapatos son demasiado ajustados o sueltos es cuando pueden causar rozaduras y ampollas. Si los estrenamos, debemos darles margen para que se acomoden a nuestros pies antes de usarlos durante mucho tiempo.

Si tenemos previsto hacer alguna caminata larga este verano o queremos empezar a correr podemos hacernos con una protección extra, como el uso de vaselina o algún lubricante concreto en aquellas zonas del pie donde se producen más rozaduras.

Lubricar los pies ayuda a reducir la fricción entre el pie, el calcetín y el zapato, a la vez que reduce la fuerza de cizallamiento (cuando la piel se mueve hacia un lado y el hueso hacia el otro) y, por tanto, la probabilidad de que se formen ampollas.

Usar calcetines apropiados

El material de los calcetines también es importante: deben absorber la humedad de los pies ya que mantener los pies secos es clave para prevenir ampollas. También nos puede ayudar usar calcetines un poco más gruesos para conseguir mayor amortiguación. En este caso, debemos asegurarnos de que se ajustan bien a los zapatos y no aprietan en exceso.

Hidratar los pies

Una piel seca puede favorecer la aparición de rozaduras, por tanto, es importante que no descuidemos esta parte del cuerpo a la hora de aplicar crema hidratante a diario, sobre todo en la zona de los talones.

Mantener los pies limpios y secos

En verano es más habitual que los pies estén húmedos durante más tiempo, especialmente porque nos bañamos en la piscina o el mar y muchas veces no los secamos bien, y porque sudamos más. Eliminar el sudor reduce el movimiento y desplazamiento de los pies dentro del calzado.

Es importante secar bien la parte entre los dedos después del baño o una ducha y, en el caso de que nos suden en exceso, puede ser conveniente aplicar polvos antifricción o desodorantes podológicos.

En el caso de que ya nos haya aparecido una ampolla, mantener los pies secos también es fundamental para que se curen más rápido, ya que la humedad puede retrasar este proceso.

Qué hacer cuando ya han aparecido las ampollas

Si, pese a todos estos intentos por prevenir la formación de ampollas, acaban por hacer acto de presencia, es importante saber que la manera en que las tratemos ayudará a evitar infecciones y a acelerar su curación. Una de las dudas más generalizadas sobre cómo tratar las ampollas es si debemos reventarlas o no. Aunque la tendencia es hacerlo, si la ampolla está intacta y no duele, no debemos hacerlo porque el líquido actúa de protector natural.

Por tanto, el mejor tratamiento es tener paciencia y no tocarlas, a menos que sean grandes y dolorosas. Es fundamental dejar que la ampolla sane por sí sola, lo que puede tardar de una a dos semanas. Sí que podemos limpiar la zona con agua y jabón y protegerla con una gasa estéril.

Pero si la ampolla es grande o nos molesta con el roce del calcetín o el calzado, es recomendable acudir a un podólogo para que pueda drenar el líquido si es necesario. Nunca debemos quitar la piel que la cubre; aplicaremos un antiséptico y lo cubriremos con un apósito.

Puede ocurrir que la ampolla se infecte y, por tanto, aparezca pus, o que no mejore en unos días. Si esto sucede, o si tenemos diabetes, es preciso también que acudamos al podólogo.

Si bien la mayoría de ampollas por fricción se curan solas en una semana aproximadamente, es importante tener en cuenta ciertos consejos:

No usar el mismo zapato que ha provocado la ampolla hasta que se cure.
Cubrirla con un apósito para protegerla.
Mantener la zona limpia, seca y cubierta. Si, por lo que fuera, la ampolla se revienta sola, es importante lavar la zona con agua y jabón, desinfectarla y aplicar un apósito para favorecer la cicatrización en húmedo.