
La presidenta de la Asociación Forestal Alcarreña: «Los montes se están convirtiendo en un polvorín»
La co-fundadora de GEA Forestal, Sonia Pérez Mazarío, pone el foco en los «muchos» recursos de nuestro país que «están sin gestionar» y en que el aprovechamiento no es el idóneo. Después, critica que los bomberos forestales no tengan condiciones laborales «adecuadas» debido a sus «retribuciones económicas de unos 1.300 o 1.500 euros, con jornadas laborales muy largas, mucho estrés y una peligrosidad extrema»
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En la última semana, la región castellanomanchega ha sido protagonista por numerosos incendios que han calcinado miles de hectáreas de terreno. Algunos como el de La Huerce (Guadalajara), se originó el pasado viernes 8 de agosto y, a pesar de que un día después se consideraba controlado, todavía no ha sido extinguido.
La presidenta de la Asociación Forestal Alcarreña y co-fundadora de GEA Forestal, Sonia Pérez Mazarío, señala que las lluvias de este año durante la primavera han provocado un aumento de la vegetación en los montes y se muestra preocupada. “Hay muchos montes en España que están sin gestionar, no se les hace un aprovechamiento adecuado para reducir ese factor como combustible”, apunta en la entrevista.
Las consecuencias del cambio climático también con olas de calor, tan persistentes como la que vivimos desde hace ya más de diez días, “favorecen las condiciones para que ocurra un incendio forestal. Los montes se están convirtiendo en un polvorín”.
En Guadalajara desde los años 1960 ocurrió un éxodo rural, y la despoblación que sufrimos en los pueblos hizo que los montes se quedasen sin gestionar. No teníamos pastores, no había gente que cortase leña
Los incendios forestales de la segunda semana de agosto han arrasado en España “hasta 25.000 hectáreas por el fuego”, de las cuales más de 3.000 pertenecen al incendio de Navalmoralejo. Los incendios forestales no solo implican la destrucción del medio natural, sino que afectan a las personas que viven en poblaciones aledañas como en el caso del municipio toledano de Calera y Chozas donde más de 4.000 personas habían sido confinadas por riesgo de afección de humo.
Para Sonia Pérez, la prevención es “esencial” y debe potenciarse antes de tener que llevar a cabo una extinción. “Las medidas preventivas son actuaciones de limpieza de monte, como desbroces y podas que permitan reducir el combustible forestal. Hay que preparar el monte en invierno para que en verano sea lo menos susceptible de tener un incendio descontrolado”, explica. Además, señala que hay que “hacer estas actuaciones de manera técnicamente viable, con criterios técnicos y des sostenibilidad. Debes existir una planificación forestal adecuada”.
El éxodo rural de los años 60 y la leña de los montes “sin cortar”
La despoblación es también un factor para la consecución de un incendio forestal, ya que según Pérez Mazarío “afecta muchísimo”. “En Guadalajara desde los años 1960 hubo un éxodo rural, y la despoblación que sufrimos en los pueblos hizo que los montes se quedasen sin gestionar. No teníamos pastores, no había gente que cortase leña”, explica. Todas estas problemáticas son un “círculo que se retroalimenta y es muy difícil romperlo, porque existe una falta de gestión”.
La Huerce / Intermedio Ediciones
En situación operativa nivel 1 un incendio declarado en La Huerce (Guadalajara) por el corte de la CM-1006
En la provincia de Guadalajara, en zonas del Alto Tajo, existen municipios muy pequeños -cercanos a Molina de Aragón- que rondan una veintena de habitantes, pero que poseen grandes superficies de terreno que “no pueden ser gestionadas a nivel municipal, ya que muchos ayuntamientos no tienen capacidad técnica, humana ni económica para hacer frente a la gestión de los montes”.
“Sus montes están en un estado de semiabandono”, recalca Sonia Pérez. La presidenta de la Asociación Forestal Alcarreña demanda más medios para que entidades pequeñas “como los ayuntamientos puedan hacer frente a esta gestión”.
“Jugarse la vida”: la realidad de los bomberos forestales
Pérez ha querido recordar el incendio que “cambió la concepción de los incendios forestales”, como el ocurrido hace justo 20 años en La Riba de Saelices. “En Guadalajara lo sentimos y lo vivimos como algo terrorífico”, expresa. Coincidieron muchos factores que hicieron que el incendio fuese difícil de controlar: “Falta de gestión de monte, condiciones meteorológicas en un día de mucho calor, mucha sequedad y vientos de mucha velocidad”.
En la actualidad, el paraje en el que se desarrolló el incendio ha tenido “un trabajo muy bueno en labores de planificación, gestión y ejecución por los técnicos del Gobierno de Castilla-La Mancha”, según detalla Pérez, y está recobrando vida después de la tragedia.
Aunque se han creado brigadas específicas y las contrataciones son de otra manera, hay que revisar las condiciones laborales de los bomberos forestales, porque no son las adecuadas para el trabajo que realizan
Este incendio ocurrido en 2005, que se cobró la vida de 11 personas de un retén, funcionó para que “se tomasen medidas a nivel de legislación y de gestión por parte de la Administración en lo referente a los incendios forestales”, explica Sonia.
Sin embargo, “aunque se han creado brigadas específicas y las contrataciones son de otra manera, hay que revisar las condiciones laborales de los bomberos forestales, porque no son las adecuadas para el trabajo que realizan”. Sonia Pérez nos cuenta que a pesar de que las personas que trabajan en la extinción de incendios se han ido profesionalizando, en la actualidad hay “bomberos que se juegan literalmente la vida por salvar vidas, casas o parajes naturales y están recibiendo unas retribuciones económicas de unos 1.300 o 1.500 euros, haciendo jornadas laborales muy largas, con mucho estrés y una peligrosidad extrema”.
Zona calcinada por el incendio en Alberche del Caudillo (Toledo) que obligó a confinar a la población de Calera y Chozas
Sonia Pérez destaca también que la mayor parte de los fuegos “son por accidentes, aunque existe un porcentaje mínimo que son provocados, pero no llega al 7% los que son originados por un pirómano. Es importante, pero no relevante”. Es por ello que, a pesar de ser una cifra “mínima”, la labor de concienciación sobre cuidar el “patrimonio que es de todos y sentirnos responsable de él es muy necesario”, explica.
La labor de prevención es “esencial”, y es por ello que existen iniciativas que todavía siguen presentes y que se desarrollan año tras año en la región, como las ‘ovejas bomberas’ que ayudan a despejar el monte de maleza y hierbas que funcionan como combustible en los incendios forestales. “Es muy relevante porque hace una labor muy beneficiosa, reduciendo el combustible y dejando zonas más limpias que funcionan como cortafuegos para evitar que el fuego se propague, además de servir de pasto y alimento para las propias cabañas ganaderas”.