
Adiós a Javier Lambán, un socialista con «voz propia» y con capacidad para tejer pactos imposibles
Obituario – Si en el campo institucional Javier Lambán tuvo la virtud de propiciar gobiernos de amplio espectro, a nivel interno mantuvo una complicada relación con la dirección de su partido
“Coherente, sabe estar, es muy cercano, sencillo, elegante y una persona con una profunda cultura”. Una de las últimas descripciones de la figura de Javier Lambán ha sido también una de las más acertadas. La formuló la monja-pintora Isabel Guerra en el reciente homenaje que se le realizó en el Edificio Pignatelli de Zaragoza, cuando junto con su sucesor Jorge Azcón descubrió su retrato como presidente aragonés. Si hay una frase que Lambán ha repetido hasta la saciedad es su vocación de adoptar una “voz propia” en su partido, el PSOE, y también en las instituciones, desde donde trató de defender la dignidad de Aragón y de los aragoneses: “Somos pocos, pero no poco”, afirmó también de manera recurrente.
Con una timidez que solo su intensa actividad pública pudo contrarrestar, Javier Lambán era una persona muy próxima en el cara a cara y con un sentido del humor muy aragonés (somarda). Con una profunda cultura, el expresidente autonómico era un excepcional conversador, no solo por su facilidad para hilar discursos, sino también para escuchar. Como orador, y pese a cierta disfonía en el habla, era capaz de trenzar intensos y largos discursos sin un solo papel delante, una habilidad ya en desuso.
Su forma de ser, sin embargo, le granjeó enemistades dentro de su propio partido, el PSOE, de cuya dirección nacional estaba absolutamente distanciado en la actualidad, hasta el punto de reconocer que su posición se situaba “en la más exigua de las minorías”. “Nunca se me dio bien defender aquello en lo que no creo. No tengo ese don”, constató en su libro de memorias. Una afirmación que llevó a la práctica de manera radical durante su vida. Y, pese a esto, los más cercanos a él siempre han valorado su honestidad y su sinceridad.
Lo que no se le puede negar a Javier en su papel institucional es la capacidad que tuvo para tejer alianzas incluso con partidos menos afines, ya desde que en 1999 accediera a la presidencia de la DPZ gracias a un pacto contra natura con CHA y el PAR. En 2015 sobrevivió a su minoría de votos gracias al apoyo puntual de Podemos, y cuatro años después dio una vuelta más de tuerca a su aptitud para el pactismo al reunir en un mismo gobierno a PSOE, PAR, CHA y Podemos. Una virtud que no se quedó ahí, ya que pese a que muchos daban una corta vida al cuatripartito lo cierto es que sobrevivió sin grandes sobresaltos; entre otros motivos, por la actitud cordial de Lambán y su facilidad para acercar los distintos caracteres a su persona.
Respecto a la “sucesión interminable de conflictos, crisis y desgarros que define la historia del socialismo aragonés en mucha mayor medida que en ninguna otra comunidad” se refería de hecho el propio Lambán en su libro de memorias: “La respuesta es clara: nunca hubo disputas ideológicas ni de modelo de partido. Lo que hubo fue una continua lucha por el poder, un juego de tronos descarnado”, se sinceraba el exdirigente socialista.
Una de sus últimas entrevistas a un medio de comunicación fue en elDiario.es y en ella repasaba su ruptura política con la actual dirección del partido tanto a nivel autonómico como nacional. Lamentaba que, tras su retirada, el PSOE de Aragón haya optado por ser “la voz de la Moncloa” en lugar de mantener una posición propia, y consideraba que esa estrategia no reportará beneficios electorales. Según relataba, su distanciamiento comenzó en el Congreso Federal de Sevilla, donde a su juicio se quebró la unidad interna, y recordaba episodios como el intento de Ferraz en 2017 de apartarle de la secretaría general aragonesa.
Lambán subrayaba que sus discrepancias con Pedro Sánchez se remontaban a 2015-2016, cuando el líder nacional mostró disposición a pactar con cualquier fuerza para gobernar, incluyendo independentistas. Defendía que el poder no debe buscarse “a cualquier precio” y reivindicaba una socialdemocracia clásica, basada en consensos amplios y pactos de Estado, preferiblemente entre PP y PSOE, frente a acuerdos con partidos a la izquierda de los socialistas.
En el conflicto vivido en el socialismo regional en los últimos tiempos traslució también otra particularidad del carácter de Lambán: una obstinación marca de la casa, como se pudo comprobar cuando en el mencionado acto de su retrato rechazó invitar, pese a su estado de salud, a Pilar Alegría y al exconsejero Fernando Gimeno, con los que mantenía abiertos enfrentamientos.
Licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona, el académico ha sido uno de los ámbitos al que el también exsenador ha dedicado su vida. En 2014 se doctoró con una tesis dedicada a ‘La reforma agraria en Aragón en la II República’ que recibió la máxima nota posible. El estudio fue elogiado cuando en septiembre de 2018, y tras la polémica por la tesis de Pedro Sánchez, la Universidad de Zaragoza la hizo pública. Curiosamente, Lambán salió a defender a Sánchez en aquella controversia.